Capítulo 8
Natalie miró a Tina y respondió con calma: —Iré a casa.
—¡Qué aburrido quedarte en casa! Verás, para celebrar que regresaste a MY y te vas a liberar del matrimonio, reservé una sala en el bar Seducción Nocturna. Escuché que recientemente trajeron a un grupo de modelos masculinos. Vamos, te lo enseñaré.
Tina le enarcaba una ceja mientras sonreía, con la cara llena de excitación.
Al verla así, Natalie no pudo evitar sospechar que, después de conocer a los modelos, se lanzaría sobre ellos sin pensárselo dos veces.
La contempló con una sonrisa a medias. —¿Me estás invitando a ver o simplemente te estás dando ganas de ir tú?
Sin sentir la menor vergüenza por haber sido pillada en una mentira, Tina se acercó a Natalie y le rodeó el cuello. —Amiga, ¿por qué dividir lo nuestro? Antes te gustaba tanto Leonardo, ¡seguro fue porque no habías experimentado el mundo de diversión! Vamos, te prometo que te encantará la fiesta esta noche, ¡y mañana ni te acordarás de quién es Leonardo!
Natalie no pudo evitar echarse a reír y dijo: —Olvídalo. Mejor te dejo a ti que disfrutes de ese rollo. A mí no me interesa.
Notando que estaba a punto de marcharse, Tina se apresuró a agarrarla del brazo. —Pero no tienes nada que hacer en casa, ¿no? Por favor, ¡hazme compañía! Además, te vas a divorciar, ¿acaso tienes la intención de seguir guardándote por Leonardo?
Aunque Natalie no estaba pensando de esa manera, asintió con resignación al ver que Tina no parecía estar dispuesta a darse por vencida si ella no aceptaba su invitación.
—Te advierto, sólo por esta vez.
Ante eso, Tina mostró al instante una brillante sonrisa. —¡Entendido ¡Vamos, primero a cenar!
Después de la comida, las dos se dirigieron al bar sin perder tiempo. Tan pronto como entraron, se vieron envueltas en un estruendo ensordecedor. Bajo luces de colores brillantes, la gente en la pista de baile se movía su antojo, y los gritos no cesaban.
Tina llevó a Natalie directamente al segundo piso. El bar tenía dos pisos, con la pista de baile y unas mesitas en el primer, mientras que las salas de mejor privacidad y salas transparentes en el segundo.
Estas últimas servían generalmente para que los clientes pudieran disfrutar de la vista de la gente bailando en el piso de abajo, pero el inconveniente era que no era muy privado, ya que lo que sucedía adentro podía verse desde afuera.
Tina y Natalie fueron conducidas por un camarero a una de las salas transparentes. Poco después, les sirvieron bebidas y los modelos masculinos que habían solicitado.
Al ver lo apuestos que eran los modelos que tenían delante, Tina miró a Natalie y le dijo con suficiencia: —No te he decepcionado, ¿verdad? Vamos, ¿cuál te gusta? Elige al que quieras, me quedaré con el otro.
Los modelos masculinos en Seducción Nocturna sólo acompañaban a los clientes para beber, no proporcionaban servicios eróticos, por lo que a cada uno de ellos hacía falta tener sus propias habilidades, como cantar, bailar o hacer magia, etc.
Después de recorrer con la mirada a los dos hombres, Natalie sonrió y se dirigió a Tina: —¿Qué tal si te quedas con los dos? Parece que te gustan ambos.
—¡Ni hablar! Tenemos que compartir la diversión. Bueno, ¿qué te parece si el que esté más cerca de ti te acompañe y yo me quedo con el otro?
Los dos modelos masculinos eran muy listos y, nada más escuchar a Tina, se sentaron rápidamente junto a cada una de ellas.
—Hola, ¿cómo te llamas? Soy Alex, ¿hay algo que pueda hacer por ti?
El hombre miró a Natalie con una sonrisa, casi incapaz de contener la emoción. Nunca había conocido a una clienta tan guapa, y estaba seguro de que ella no se había sometido a ninguna cirugía plástica. ¡Estaba teniendo mucha suerte esta noche!
Si todas sus clientes fueran tan hermosas como esta, estaría dispuesto siquiera a convertirse en un gigoló.
Natalie le echó una mirada y respondió en tono llano: —No tienes que hacer nada, sólo quédate aquí en silencio.
Honestamente, no sabía cómo lidiar con tal situación y hasta empezaba a arrepentirse de haber accedido a ir con Tina.
Alex se quedó perplejo por un momento mientras una mirada de sorpresa pasaba por sus ojos.
Sin embargo, gracias a su formación profesional, no tardó en recuperar la compostura, le sonrió y dijo: —¿Qué tal si canto una canción para ustedes? Tengo una voz bastante buena.
Natalie asintió. —Está bien.
Alex eligió una canción rápidamente y llenó la habitación con su voz melodiosa.
Mientras tanto, Tina, que estaba sentada frente a Natalie, compartía frutos con el otro modelo. Al ver esa escena, Natalie no pudo evitar sonrojarse y se apresuró a apartar la cabeza, centrándose en escuchar a Alex cantar.
Cuando Emiliano Moreno pasó junto a la sala donde se encontraban Natalie y Tina, echó un ojeado casual al interior y se quedó congelado.
Aparte de las familias López y Ramos, algunos de los amigos cercanos de Leonardo también estaban al tanto de su matrimonio con Natalie.
Pero Emiliano nunca había esperado que la tan formal Natalie, según Leonardo, fuera al bar…
Sonrió con malicia de repente, pues sabía que la diversión iba a comenzar.
Él retiró la mirada y se dirigió deprisa a una sala cercana. Acababa de abrir la puerta cuando escuchó a Omar García decir con una sonrisa: —Oye, llegaste tarde por más de media hora. Hoy tienes que pagarlo tú.
Además de Omar y Fausto Ruiz en la sala, también estaba Leonardo, que tenía un aura de ser inaccesible y un rostro adusto mientras bebía.
Excepto a él, los otros dos iban acompañados de una atractiva mujer con vestido sexy.
El ensordecedor sonido de la música de fuera se cortó en el instante en que Emiliano cerró la puerta. Se acercó a ellos, se sentó y lanzó una mirada a Leonardo antes de preguntar: —¿Saben a quién vi afuera hace un momento?
—¿A quién?
Omar se mostró curioso. —¿A tu exnovia que falsificó las pruebas de embarazo para poder casarse contigo?
Emiliano siempre había sido un mujeriego, pero inesperadamente se metió en un lío. Se involucró con una intrigante estrella de cine y cayó en su trampa. Últimamente, debido a ese problema, se vio obligado por su madre a acudir a unas citas a ciegas para encontrar una mujer que pertenecía a su clase, y desde hace unos días permanecía alojado en la empresa para escapar de la presión de su madre.
Él se sonrojó debido a la vergüenza y replicó molesto: —¡Nadie pensará que eres mudo si no hablas!
Pero la sonrisa de Omar se volvió aún más profunda e instó: —¿Entonces a quién diablos viste? ¡Vamos, no nos dejes en suspenso! Llegaste tan tarde y debes agradecerme por no pedirte que termines con toda la botella. ¿Ahora puedes decirnos de una vez?
—Ya verán, ni se imaginan lo que les voy a contar. ¡Vi a la mujer de Leo!
Al oír eso, Leonardo dejó de beber en seco y dirigió su gélida mirada hacia Emiliano.
—¿Estás seguro?
Emiliano asintió con regodeo. —Ella vino con su amiga, y van acompañadas de un modelo masculino cada una. Estaba mirando fijamente al modelo cuando pasé por delante. Leo, parece que vas a ser cornudo…
Antes de que pudiera terminar la frase, Leonardo estrelló su copa de vino contra la mesa, se levantó y salió disparado hacia afuera.
¡Había subestimado a Natalie!
Ella no sólo se atrevía a proponerle el divorcio y a bloquearlo en su celular, sino que además tenía el descaro de ir al bar a tomar con un modelo masculino. ¡Cada vez estaba más desinhibida!
Desconcertado, Emiliano miró a Leonardo mientras se marchaba, luego se volvió a Omar y Fausto y preguntó: —Pero a Leo le gusta Matilda, ¿verdad? ¿Entonces por qué se enfada tanto cuando dije que Natalie coquetea con un modelo?
Omar se encogió de hombros. —Pues, aunque él odie a Natalie, ahora están casados. Si tu mujer te engañara, ¿podrías aceptarlo?
En su opinión, el comportamiento de Leonardo no tenía nada que ver con el amor, sino con que simplemente no podía soportar la idea de que su mujer anduviera de parranda con otros tipos.
A su lado, Fausto entrecerró los ojos y apretó el puño al costado antes de levantar la copa que tenía delante y bebérsela de un trago.
—Por cierto, ¿saben quién está con Natalie? ¡Estoy seguro de que les sorprenderá!
—¿Con quién? —preguntó Omar sin mucho interés.
—¡Tina!
Al oír eso, Omar abrió los ojos de par en par y replicó con dientes apretados: —¿Quién?
—¡Sí, Tina! La chica cuya familia quebró hace unos años. Solíamos asistir juntos a las fiestas. ¿Qué pasa?
Omar hizo una mueca y dijo enfatizando cada palabra: —Nada, sólo una pregunta.
Tras eso, abrazó con una mano a la belleza a su lado y se hizo un selfie con ella antes de subirla en Instagram.
La mujer se alegró para sus adentros y lo miró con ojos llenos de amor.
—Señor García…
Omar le lanzó una mirada gélida y le interrumpió: —No malinterpretes. Sólo quiero que alguien vea esto.
La bella se puso de inmediato pálida y se dio cuenta de que se había ilusionado.
Entretanto, Leonardo salió y, tras mirar a su alrededor, sí encontró a Natalie en una sala transparente. La furia que sentía en su interior ardió aún más cuando vio que daba de comer fruta al hombre a su lado y sus dedos delicados y blancas casi rozaban los labios del otro.
Dentro de la sala, Tina se dio cuenta de la falta de interés de Natalie, así que sugirió jugar Verdad o Reto.
En una de las rondas, Natalie perdió y Tina le pidió que alimentara a su modelo masculino con frutas.
Pero justo cuando Natalie metía la fruta en la boca del hombre, la puerta de la sala se abrió de repente, y entonces una voz fría y enojada resonó en la habitación.
—¡Natalie!