Capítulo 718
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La expresión de Natalie se congeló, luego lo miró sin expresión, -Cuando comemos y dormimos, no debemos hablar.
Leonardo:…
Después de comer los fideos, Natalie quería lavar los platos. Después de todo, Leonardo había preparado los fideos y ella no podía pedirle que lavara los platos.
Sin embargo, Leonardo no le dio oportunidad. Recogió los cuencos y se dirigió hacia la cocina. -Sube a ducharte, el dormitorio es el primero a la izquierda en la primera planta.
Natalie apretó los labios.
Se levantó y subió. Tras empujar la puerta del dormitorio, olió la fragancia a madera de pino y descubrió que era la habitación de Leonardo.
Cuando recordó que iban a vivir juntos tres meses, se sintió incómoda.
Perdió la memoria. Leonardo era un extraño para ella, y de repente vivir con un extraño y en la misma habitacio era algo que no podía aceptar por el momento, aunque estaba abierta.
Tras dudar un momento, entró.
El dormitorio de Leonardo estaba decorado con un estilo casi igual al de la sala de estar, todo en blanco y negro, haciéndola sentir aburrida y deprimida.
Cuando iba a ducharse, Natalie recordó que no había traído ropa.
Llamó a la mayordoma de la familia Silva y le susurró: -Anaís, manda a alguien a traerme ropa a Bahía de Oro. No voy a vivir en casa por un tiempo.
La mayordoma se quedó helada e inmediatamente se lo dijo a Michela.
–
Michela marcó el número de Natalie, Natalie, ¿por qué le pediste a Anais que te llevara ropa? ¿Te obligó Leonardo a vivir en su casa? No te preocupes, jte recojo en una semana!
Como había llorado antes, su voz estaba un poco sorda, pero revelaba firmeza, como si hubiera
tomado una decisión.
Al ofr que no estaba contenta, Natalie se apresuró a decir: -Mamá, no es eso. He hecho un trato con él. Pasaremos tres meses juntos. Si después de tres meses sigo sin enamorarme de él,
nos divorciaremos.
Michela apretó los dientes y dijo enfadada: ¡Te debe estar mintiendo, no lo creas!
-Mamá, es verdad. He pedido que venga un abogado. Ya hemos firmado el acuerdo de divorcio, que entrará en vigor
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Hubo un momento de silencio, y Michela dijo sorprendida: -¿Es verdad lo que dices?
-Sí, no crees en él. ¿Pero no crees en tu hija?
-Me preocupa que estés a su lado. Tengo miedo de que te haga daño.
Natalie sonrió.–Mamá, no olvides que soy muy buena en artes marciales. Poca gente en Imperialia puede hacerme daño.
Pero sigo preocupada…
-No te preocupes por mí, después de tres meses ya no tendré nada que ver con él, no perderé nada, y puedes llamarme siempre que quieras verme en estos tres meses, volveré inmediatamente.
Tras la persuasión de Natalie, Michela también aceptó poco a poco este hecho. Finalmente asintió con la cabeza y dijo: -De acuerdo entonces. Pero, Natalie, tienes que mantenerte alerta. Debes estar en guardia contra él.
-Bien, ya lo sé. Acuérdate de pedirle a Anaís que me mande ropa.
Colgando el teléfono, los ojos de Michela enrojecieron de nuevo.
-Anaís, acompáñame al cuarto de Natalie a empacar su ropa.
A Michela le preocupaba que su hija se quedara tres meses con Leonardo, pero tenía otro
remedio.
Esperaba que los tres meses transcurrieran en paz y que Leonardo dejara de acosar a Natalie
Anaís entregó la ropa en el chalet de Leonardo a las diez de la noche.
Se quedó en la puerta, mirando hacia dentro, y le dijo preocupada: -Señorita, ¿me mudo a aquí y cuido de usted los próximos tres meses?
Al ver la preocupación en los ojos de Anais, Natalie sintió calidez y lentamente dijo: -No hace falta, ya es tarde. Vuelve a casa. Cuando tenga tiempo, volveré a verlos.
-Vale. Si necesita que vaya, llámeme cuando quiera.
-Bien.
Cuando Anaís se marchó, Natalie se disponía a subir su maleta y una mano huesuda la recogió.
-Te ayudo.