Capítulo 71
Josefina no sabía cuánto Natalie había escuchado de las palabras que acababan de decir. Si escuchar a Leonardo defendiendo a Matilde, definitivamente estaría muy triste.
-Cariño, ¿por qué estás aquí? -preguntó Josefina.
Natalie volvió en sí y esbozó una sonrisa. Se agachó, recogió el teléfono del suelo y se lo entregó a la abuela. Dijo:
-Abuela, olvidaste tu teléfono en mi habitación. Vine a devolvértelo.
Josefina tomó el teléfono con cuidado y preguntó: -¿Cuánto tiempo llevas aquí?
-Acabo de llegar. Ahora que ya te lo he entregado, me marcharé.
Una vez que terminó de hablar, sin dejar más tiempo para explicaciones de Josefina, se fue directamente.
Mirando la figura desolada, Josefina dirigió una mirada fría a Leonardo y dijo: -Basta, ya no tengo nada que decirte. Ahora puedes hacer todo lo que quieras con tu Matilde.
Después de que Josefina regresó a su habitación, Leonardo siguió rápidamente a Natalie sin dudar en nada.
La detuvo frente a la puerta del ascensor y la miró fijamente, intentando a encontrar cualquier indicio de enojo en su rostro.
Sin embargo, se decepcionó. Natalie no mostró ninguna expresión especial y solo lo miraba indiferentemente.
-¿No tienes ninguna pregunta sobre la conversación que tuve con la abuela? -preguntó Leonardo.
Ella solo miró hacia adelante sin variación emocional y respondió fríamente: -Este es asunto tuyo. No tiene nada que ver conmigo, y tampoco necesito tus explicaciones.
En el instante en que terminó de hablar, las puertas del ascensor se abrieron.
Ella entró directamente y presionó el botón para cerrar las puertas. Justo cuando las puertas estaban a punto de cerrarse, Leonardo de repente entró.
-Aunque no quieras escuchar, quiero explicarte —insistió.
Natalie se sintió un poco imponente frente a su actitud. Levantó la cabeza y la miró, luego dijo: -Cuando quería escuchar las explicaciones, nunca planeaba a dármelas. Ahora que ya no las necesito, incluso si me explicas, ya no tienen ningún sentido, ¿no es así?
Los ojos de Leonardo se enfriaron y clavaron la mirada en Natalie. Preguntó: -¿Realmente ya
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Después de un silencio, Natalie le contó lentamente: -Después de que te propuse el divorcio, salí sola de viaje. Cuando estaba en el extremo norte de Islandia, caí en un lago. El agua estaba congelada y estuve a punto de morir. Por suerte, un pastor pasaba por ahí y me rescató. Si no fuera por éi, habría muerto en Islandia.
Leonardo no pudo evitar fruncir el ceño y apretó los puños. Dijo:
-No sabía nada de eso…
Natalie lo miró tranquilamente y continuó: -No te lo cuento para que te sientas culpable. Solo quiero decirte que, en ese lago, cuando estuve al borde de la muerte, reflexioné sobre toda mi vida. Logré entender que, si continuaba persiguiendo algo que no me pertenecía, solo me agotaría más.
Por eso, la verdad es que ya no te amo y la relación entre tú y Matilde tampoco me importa ahora. Porque el resultado ya no tiene significado para mi vida, ¿entiendes?
Después de respirar profundamente, Leonardo dijo con determinación: -Aunque sea así, no voy a aceptar el divorcio. Prometí cuidarte toda la vida y no romperé mi palabra.
-No es necesario. Estaré mejor sin ti.
Estas palabras hicieron que Leonardo sintiera un agudo dolor del corazón, como si algo se estuviera alejando de él gradualmente…
Insistió obstinadamente y dijo: -No importa lo que digas, ¡no aceptaré el divorcio!
Aunque ambos estuvieran sufriendo, él aún no quería aceptar esta petición.
Él mismo tampoco entendió por qué mostraba tanta terquedad en este asunto. ¿Realmente era por razón de la propuesta promesa que le hizo a Natalie?
No lo sabía. Ahora tampoco quería pensar en eso. Escapó desaliñadamente tan pronto como se abrieron las puertas.
Mirando su espalda, Natalie no pudo evitar suspirar también.
Cuando llegó a la habitación, decidió comer algo y tomar una siesta. Por la tarde, fue despertada por una llamada.