Capítulo 538
Los ojos de Leonardo se enfriaron, -Esto no tiene nada que ver contigo, no te preocupes.
-Lo sé. -Se quedó callada un rato, dijo Natalie en voz baja.
Leonardo no quería preocuparla y le dijo: -Esta noche salgo del trabajo puntualmente. ¿Qué tal si salimos a cenar? Antes querías ir a un restaurante privado, ¿no?
-Otro día. Tengo algo que hacer esta noche.
– Bueno.
Después de colgar, Natalie llamó a Fermín: -Fermín, tengo que pedirte un favor. Por la noche, en el Hotel de Monteflor.
El mayordomo dijo emocionado, -Señor, ¡me comuniqué con la Doctora Luna! Ginés se sorprendió, -¿Verdad? Pide cita ahora mismo.
-De acuerdo, la llamo.
-¡No, ve tú a invitarla en persona!
Al ver que Ginés se tomaba en serio lo de quedar con Fermín, el mayordomo se marchó a toda prisa.
Dos horas después, el mayordomo volvió y le dijo a Ginés que tenía una cita con Fermín en el restaurante del hotel a las diez de la mañana.
Pronto fue la mañana siguiente, y Ginés fue temprano al restaurante a esperar. -Señor, no hay prisa, aún falta más de una hora para la cita.
Ginés frunció el ceño, -¿Por qué pasa el tiempo tan lento? ¿Seguro que no te equivocas?
El mayordomo sonrió y dijo, -Es que usted está ancioso.
Ginés suspiró: -No tengo rmás remedio, estos días las mujeres que le había entregado fueron echadas por él, y temía si le drogaba, no lo soportaría, sólo podía esperar que ocurriera un milagro, que se curara para hacer cargo al Grupo Guzmán.
Ginés se sentía culpable.
-Si lo hubiera recogido a la familia Guzmán cuando era niño, ahora no se me resistiría tanto.
-Algún día lo perdonará.
-Espero que ese día llegue…
A las diez de la mañana, Fermín apareció en el restaurante con puntualidad.
-Señor Guzmán, ¿qué quiere de mí?
Ginés no esperaba que Fermín fuera tan directo, se quedó helado y luego sonrió: Doctor Fermín, conozco a tu padre, llámame Guzmán.
Fermín sonrió y no dijo nada, bebió un poco de té.
Al ver que no contestaba, Ginés se molestó un poco, pero pensando que ahora le pedía ayuda, reprimió su enfado.
-Doctor Fermín, he oído que eres Doctora Luna, hoy he venido para pedirte que operes a mi hijo.
Fermín se quedó un rato en silencio, y lentamente dijo: -No, yo sólo conozco a la Doctora Luna, y no sé quién ha rumoreado que yo soy la Doctora Luna.
Ginés frunció el ceño. «¿Se equivocó de la persona? Tiene sentido que la familia Ramos no pueda entrar en Imperialia.»
-Doctor Fermín, entonces puedes presentarme a la Doctora Luna, he oído que sus habilidades médicas son muy buenas, aunque el paciente se esté muriendo, él puede salvarle la vida.
Fermín suspiró: -Señor Guzmán, me gustaría presentarle a la Doctora Luna, pero ella es excéntrica y no quiere ver a nadie que no quiera ver.
-¿Cómo sabes que la Doctora Luna no quiere vermé si no se lo has preguntado? ¿ No quieres ayudarme? -Ginés entrecerró los ojos.
Para él, la familia Rojos era una familia farmacéutica, aunque tenía contactos en Imperialia, si quería derrocar a la familia Rojos, tenía muchos remedios de hacerlo.