Capítulo 532
-Señorita…Señorita López, ¿la ofendió el señor Guzmán?
Natalie le miró con el ceño fruncido, -Ruyman, hoy estás muy hablador.
Ruyman bajó rápidamente la cabeza, -No, ahora mismo le envío la dirección.
-Si.
Tras conseguir la dirección, Natalie se lo pensó un momento y decidió buscar a Ginés.
En menos de una hora, el coche de Natalie se detuvo frente al Hotel de Monteflor.
Justo cuando salía del coche, vio a Carlos saliendo del vestíbulo del hotel con cara seria.
Ambos estaban un poco sorprendidos.
Carlos fue el primero en decir, -Señorita López, ¿qué hace usted aquí?
Natalie sonrió, -He venido a ver a alguien, ¿y tú?
Carlos había venido a decirle a Ginés que el compañero de la Doctora Luna podría salvar a Bryan, pero Ginés no lo aceptó e hizo que sus hombres lo echaran.
-He venido al hotel por negocios.
Natalie asintió y no continuó preguntando, -De acuerdo, voy a entrar, nos vemos otro día.
Hasta que la figura de Natalie entró en el hotel, Carlos llamó a Leonardo.
-Señor Ramos, me encontré con la señorita López en el Hotel de Monteflor, me dijo que vino a buscar a
alguien, ¿podría saber algo?
Tras un momento de silencio, Leonardo preguntó con indiferencia: -¡Averigua con quién va a reunirse al
hotel!
Natalie ya estaba delante de la habitación de Ginés cuando Carlos fue a revisar los vídeos de cámaras
de seguridad.
Llamó a la puerta y pronto se abrió.
Abrió la puerta un hombre mayor, de unos 60 años, cuya cara cambió al verla, -Tú…
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Natalie con indiferencia, -Soy Natalie, he venido a ver al señor Guzmán por un asunto. Por favor,
digaselo al señor Guzmán.
El hombre mayor reaccionó rápidamente y dijo fríamente: -¡No conozco al señor Guzmán del que
hablas!
La expresión de la cara de Natalie no cambió, y dijo palabra por palabra: -Tengo las pruebas de que el señor Guzmán pidió a alguien que me secuestrara esta mañana. Si no conoce al señor Guzmán, tendré
que entregar estas pruebas a la policía.
El hombre mayor apretó los dientes y dijo: -Espera aquí un rato.
Pronto el hombre mayor regresó.
-Señor te pide entrar.
Natalie entró en la suite presidencial, y junto a la ventana del salón, un hombre en silla de ruedas, con un traje gris y el pelo ligeramente canoso, estaba de espaldas a ella.
Paró a un metro detrás de él, Natalie dijo en tono gélido: -Señor Guzmán, ¿se atreve a buscar a alguien para secuestrarme? ¿Ni siquiera tiene el valor de verme?
Ginés maniobró la silla de ruedas, con una sonrisa hipócrita en el rostro.
-Señorita López, no sé de qué me estás hablando, ¿cuál es el propósito de que me busques aquí?
En cuanto le vio la carą, Natalie notó que se parecía a Bryan, ambos con cejas espesas y ojos grandes, salvo que el rostro de Ginés tenía los signos de la edad.
Natalie sonrió y sacó una grabación para ponerla de la conversación que le había preguntado a los
hombres que la seguían esta mañana.
Ginés seguía sonriendo, -Señorita López, no te conozco, ¿por qué te secuestraría? Puede que alguien me haya tendido una trampa, será mejor que lo averigües.
Natalie se mofó, -No me conoce, ¿por qué me llama Señorita López? Señor Guzmán, no tengo mucha paciencia, aquí no es Imperialia, y conmigo no se juega.
Ginés la miró fijamente por un momento y su voz se enfrió, -Eres la dueña de una pequeña empresa de ropa, y para ti es un honor que le gustes a mi hijo. Será mejor que tomes la iniciativa y te metas en la cama de Bryan, y si consigues darle un hijo a la familia Guzmán, ¡te regalaré cien empresas del tamaño de la que tienes ahora!