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Sr. Ramos su multimillonaria osa quere el divorcio Capítulo 506

Capítulo 506

Cuando Tadeo estaba a punto de hablar, la puerta del asiento trasero se abrió de golpe y, antes de que pudiera reaccionar, lo sacaron del coche.

-Qué…

Al instante sintió un dolor agudo y se desmayó.

Cogieron la caja fuerte del coche y se marcharon en la moto.

Cuando el chófer quería llamar a la policía, ya habían desaparecido.

Tadeo se despertó con un chorro de agua fría y abrió los ojos de golpe. Se horrorizó al ver a Kalor de

pie frente a él.

-Señor…Señor Kalor…

Kalor le miró con indiferencia, como si estuviera mirando a un mue

-¿Dónde está la clave secreta?

Tadeo se apresuró a explicar: -Yo… No sé, tuve un accidente de coche cuando venía a traerla, y… Luego me quedé inconsciente, no sé nada más…

-¡Inútil!

Los ojos de Kalor se llenaron de ira. Si hubiera sabido que Tadeo era tan inútil, habría mandado a alguien a buscar la clave secreta.

-Señor Kalor, los dos hombres que robaron la clave secreta abandonaron el coche en un tramo donde no hay cámara de seguridad. Aún nó los hemos encontrado.

Por otro lado, su hombre se acercó y dijo con cautela.

El aura de Kalor a su alrededor se volvió repentinamente fría e intimidatoria.

-¡Sigue buscando y recupera la clave secreta!

-¡Sí! ¿Y Tadeo?

Al oírle mencionar su nombre, Tadeo tembló y suplicó clemencia: -Señor Kalor, no era mi intención. Déjeme marchar. Yo también buscaré la clave secreta… ¡Le prometo que no cometeré más errores!

Kalor le miró fríamente. -Desde que supiste donde estaba la clave secreta hasta que la conseguiste no pasaron más de dos horas. Los extraños no pueden saber la información tan rápido. Tienes espías a tu alrededor.

Al notar la mirada cada vez más fría de Kalor, Tadeo se apresuró a decir: -Señor Kalor, deme otra oportunidad. ¡Encontraré al espía lo antes posible!

-¡Si no puedes descubrir quién es el espía en una semana, te mataré!

Kalor se dio la vuelta y se marchó.

Cuando se quedó solo, Tadeo se relajó por fin.

Apretó los dientes, cuando atrapara al que le había arrebatado la clave secreta, ¡seguro que se lo haría

pasar muy mal!

Por otro lado, cuando Leonardo irrumpió en el chalet de Tadeo con sus hombres, Antonia estaba pálida

como si estuviera aturdida. Estaba cubierta con una chaqueta de Matilda y con aspecto desdichado.

Después de enterarse de lo sucedido a Antonia, Leonardo se paró en la puerta del sótano con los puños

cerrados y una intención asesina en los ojos.

Matilda no se atrevió a avanzar y se paró a unos pasos de él y le dijo con cautela: -Leo…Leo, pedí a

alguien que los impidiera cuando Tadeo se fue… La señora Guerrero solo estaba en shock y no sufrió la violación…

Matilda consiguió a un par de criadas para llevar a Antonia y Josefina al hospital. Al ver que Leonardo no quería irse, corrió al dormitorio y cerró la puerta, sin atreverse a salir.

La mirada de Leonardo era tan fría como si pudiera morir congelado. Ahora Matilda se sentía mal por él y no se atrevía a acercarse.

Abajo, en el salón, los hombres de Leonardo habían detenido a los dos hombres que habían intentado violar a Antonia y los habían encerrado en el sótano.

-Señor Ramos, ¿qué hacemos con esos dos hombres?

Leonardo dijo fríamente, palabra por palabra: -Déjalos que sólo puedan respirar.

-Está bien.

Leonardo pasó la noche sentado en el chalet de Tadeo, y en el momento en que Tadeo entró en el chalet, su rostro se tornó repentinamente temeroso.

-Leonardo, ¿qué haces aquí?

Leonardo levantó los ojos para mirarle, Tadeo vio la intención asesina en sus ojos y tembló mientras se daba la vuelta e intentaba salir corriendo.

Sin embargo, justo después de correr no muy lejos, los hombres de Leonardo lo volvieron a agarrar.

Mirando a los frios y oscuros ojos de Leonardo, Tadeo sintió entumecimiento y miedo.

-Leonardo, tú…

Antes de que pudiera terminar la frase, recibió un navajazo en su lugar más vulnerable.

-¡Ah!

El grito resonó por todo el chalet, el cuerpo de Tadeo se arqueó involuntariamente de dolor, deseando morir inmediatamente.

Sin embargo, además del dolor físico, la humillación le hacía sufrir mucho.

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