Capítulo 427
Ella sólo tenía un corazón, que había tendido cuidadosamente a Leonardo, pero él lo había
destrozado, y había perdido la capacidad de amar a los demás.
Natalie sonrió y cogió el cuenco que él sostenía, -Bien:
Tomó la medicina, pero demasiada amarga le hizo arrugarse la cara inconscientemente.
Fausto cogió una fruta confitada y se la llevó a la boca a Natalie.
Natalie se quedó helada, Fausto había mantenido las distancias con ella durante el último medio
mes y, de repente, un gesto tan íntimo la dejó un poco atónita.
Sin esperar a que Natalie se negara, una voz helada llegó de repente desde el exterior de la
puerta principal.
-Fausto, te pedí que me ayudaras a averiguar dónde está Natalie. ¿Así me ayudaste?
Ambos se congelaron ante el repentino sonido de la voz de Leonardo.
Las manos de Natalie sobre la mesa se enroscaron inconscientemente, y pasaron varios segundos antes de que levantara lentamente la vista hacia la puerta.
El rostro de Leonardo estaba tenso, sus ojos llenos de ira, y con sólo levantar la mirada para encontrarse con la de él, ella podía sentir la opresión de su entorno, que le hacía casi imposible
respirar.
Fausto reaccionó con rapidez e hizo un gesto a la criada para que abriera la puerta.
Leonardo se acercó lentamente a los dos y, a medida que la distancia se acortaba, su aura áspera envolvió a Natalie y Fausto.
Cuando estuvo junto a ellos, Leonardo miró a Fausto y le dijo: -¿No crees que deberías
explicarte?
Fausto respiró hondo y cuando estaba a punto de hablar, Natalie dijo.
-Señor Ramos, el señor Ruiz y yo somos solteros, ¿qué tengo que explicar? La verdad es lo que
ves.
Leonardo giró la cabeza para mirar a Natalie, sus ojos eran como hielo, la frialdad que emanaba de ellos era casi suficiente para congelar a la gente.
-Después de que tú y la abuela desaparecieron, he estado buscándolas, y la noticia que recibí fue que te quedaste aquí medio mes, ¿sabes cómo me sentí en ese momento?
+15 BONOS
Natalie sonrió, -La abuela está bien y debería volver a Monteflor dentro de medio mes. Estoy bien, Señor Ramos, ya no tienes que buscarme.
Leonardo frunció el ceño y alargó la mano para tirar de Natalie, pero ella lo evitó enseguida.
Al notar su resistencia, Leonardo reprimió su enojo y le dijo con calma: -Natalie, si hay algo, lo
resolveremos en Monteflor.
Natalie guardó silencio unos segundos y miró a Leonardo.
Quería preguntarle por qué actuaba tan bien, enredando con Matilda cuando desapareció, y
ahora actuando tan cariñoso delante de ella.
-Leonardo, ¿no estás cansado?
Las pupilas de Leonardo se encogieron, -¿Qué quieres decir?
-Evidentemente no te gusto tanto, pero finges ser muy cariñoso, ¿no estás cansado?
La cara de Leonardo cambió y sus ojos se volvieron fríos, -¿Ha pasado algo durante este periodo de tiempo? Si hay algún malentendido, puedes…
Natalie le interrumpió fríamente antes de que pudiera terminar la frase.
-No hay ningún malentendido. Hace medio mes te llamé, contestó Matilda, dijo que estabas en la ducha. ¿En qué circunstancias podría una mujer contestar al teléfono de un hombre y que ese
hombre estuviera en la ducha?
Leonardo frunció el ceño, -Puedo explicar.
Natalie parecía indiferente, -No hace falta que me lo expliques, ya no me importa. Iba a hablarte de ello, pero ya que estás aquí hoy, vamos a aclararlo todo.
-Este asunto no es lo que tú crees. Estábamos cenando juntos, y me manchó la ropa el camarero, y el hotel de arriba era del Grupo López, y me fui a duchar y se me olvidó el móvil.
Escuchándole sin expresión, Natalie le miró y le dijo: -Leonardo, ¿a qué vienen tantas coincidencias? ¿Me tomas por tonta?
Leonardo se mostró indiferente, -Si no me crees, puedes pedir pruebas.
-¡No hace falta, ya terminamos!