Capítulo 422
Leonardo con calma, -La creo, mi abuela está bien.
Antonia apretó los dientes enfadada.
-¿La crees? Leonardo, ¿te ciega el amor? Ahora Tadeo te robó el Grupo Ramos y tu abuela está desaparecida, ¡tal vez Natalie y Tadeo estén confabulados!
Ante esas palabras, el rostro de Leonardo se tornó frío de repente, como si una capa de hielo
cubriera su cuerpo.
-Mamá, no quiero volver a oírte decir eso.
Al ver que Leonardo estaba realmente enfadado, Antonia se inquietó, porque tenía un poco de
miedo de su hijo.
-¡Sólo te lo recuerdo, lo hago por tu bien!
Leonardo se mostraba indiferente, -No hace falta.
-¡Tú!
Antonia estaba tan enfadada que su cara se puso azul y se fue con rabia.
Ramón frunció el ceño mirando a Leonardo y le susurró, -Leo, la seguridad de tu abuela es un tema importante, debes encontrarla a ella y a Natalie lo antes posible. si algo le pasa a tu abuela, no sólo tu madre, ¡tampoco dejaré ir a Natalie!
Tras decir esto, Ramón se levantó para alcanzar a Antonia.
En menos de una hora, Tadeo se enteró del regreso de Ramón y Antonia.
Estaba sentado en el salón y sonreía mientras saboreaba el vino tinto que le acababan de enviar del extranjero, diciendo: -¡Ya que están todos aquí, es hora de saldar lo que me deben!
La criada bajó los ojos y dijo: -Señor Ramos, ¿y la señora Chávez?
-Sigue investigando. ¡No puedo creer que dos personas vivas hayan desaparecido!
-¡Sí!
Cuando la criada se fue, Matilde salió del dormitorio y fue a la cocina a servirse un vaso de agua,
y al pasar por la sala, Tadeo la llamó.
-¡Ven aquí!
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Matilda se detuvo y giró la cabeza para mirarlo, pero no se movió.
-¿Qué quieres?
Al notar la cautela en los ojos de Matilda, Tadeo se burló: -Si de verdad quiero hacerle daño a tu bebé, ¿crees que puedes escapar?
Matilda guardó silencio unos segundos y se acercó lentamente a Tadeo.
Justo cuando caminaba hacia el sofá, fue directamente abrazada por la cintura de Tadeo.
-¡Ah!
Matilda se sobresaltó e inconscientemente alargó la mano para protegerse la barriga, aterrorizada.
-No tengas miedo.
Al instante, la gran palma de la mano de Tadeo acarició su vientre plano y dijo con cierto disgusto: -¿Por qué no hay ninguna reacción?
Matilda miró a Tadeo con asombro, como si hubiera visto un fantasma.
-El niño sólo tiene un mes, y ahora sólo tiene el tamaño de una soja, ¿cómo es posible que
reaccione?
Tadeo enarcó una ceja, -¿Tan pequeño?
-Sí.
Matilda retiró la mano de Tadeo de su vientre y dijo: -Si no tienes nada más que decir, me voy a
la cama.
Tadeo no se enfadó, le rodeó la cintura con el brazo y dijo: -Cuando nazca el bebé, nos
casaremos.
Para entonces, su venganza estará casi cumplida.
Matilda frunció el ceño: -Tadeo, ¿te has tomado mal la medicina hoy?
Si no, ¿por qué dijo de repente que quería casarse con ella?
Tadeo sonrió y dijo lentamente: -Ahora creo que tener un hijo también está muy bien.
Los ojos de Matilda se llenaron de sorpresa, le apartó de un empujón y se levantó: -Voy a
+15 BONOS
Tadeo no la detuvo, pero Matilda pudo sentir sus ojos clavados en ella hasta que entró en el dormitorio y cerró la puerta, esa sensación incómoda desapareció.