Capítulo 282
Natalie no pudo empujarlo y frunció el ceño, -¡Me voy a enfadar mucho si no me sueltas!
Al verla sonrojada hasta las orejas, Leonardo supo que era realmente tímida y no la forzó más.
En cuanto la soltó, Natalie salió de la cama y huyó tapándose la cara, sin siquiera saludarles.
Emiliano sonrió, -Vinimos a verte cuando supimos que estabas herido, y ahora parece que no nos necesitas.
Leonardo se puso pálido, -Bueno, ya puedes irte.
Emiliano se paralizó y luego sonrió, -Bien, ahora quieres a esa mujer y no a nosotros.
Fausto, que había permanecido en silencio desde que entró en la habitación, dijo de repente: Leo, ¿te has reconciliado con Natalie?
-Sí.
Miró a Fausto, sus ojos se llenaron inconscientemente de frialdad.
A Fausto se le atragantó el corazón y bajó los ojos sin decir nada.
Pensó
que tenía una oportunidad, pero no esperaba que sólo era una broma que Dios.
Al notar cierta incomodidad entre ambos, Emiliano enarcó una ceja.
-Ya que Leo está bien, vámonos.
Cuando se fueron, Leonardo sacó su celular y marcó el número de Carlos.
-¡Averigua quién le manda a Manuel!
—
El abogado concertó rápidamente una cita entre Enrique y Manuel. Cuando vio a Enrique, Manuel se tranquilizó.
Cuando vio explotar la dinamita, supo que ahora Enrique ni siquiera le consideraba como su
hermano.
Pero pensando en que Enrique había pagado sus deudas por él, no renunció a Enrique, de lo contrario no habría nadie que le ayudara, y Tina definitivamente no se preocuparía por él.
-Enrique, por fin estás aquí. Te estaba esperando.
Hablaron un rato y llegaron al acuerdo de que Enrique intentaría encontrar una forma de salvar a Manuel, mientras que Manuel no podría renunciar a él.
Al salir de la comisaría, Enrique se sintió por fin aliviado. En tanto Manuel no lo delatara, aún
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Llamó a Tina y le dijo fríamente: -Tina, acabo de reunirme con tu padre, ven a mi casa, tengo algo que decirte.
Tina no tardó en llegar.
-T’ío, ¿para qué quieres verme?
-Tú siéntate.
Enrique suspiró y dijo: -Tina, sé que tu padre está hecho un lío desde que la empresa quebró y que ha hecho muchas cosas cabronas, pero al fin y al cabo es tu padre.
Los ojos de Tina no tenían temperatura, -Tío, ¿qué vas a decir? Dilo directamente, no hace falta andarse con rodeos.
-He oído que tu padre fue a MY a causar problemas, pero por suerte nadie murió por su culpa.
-Eres bastante cercana a la señorita López, acude a ella por tu papá y pídele que lo perdone. Ya tiene más de cincuenta años y, si va a la cárcel, puede que no sobreviva al día en que salga.
Al oír esto, Tina se burló.
-Yo cómo hacerlo, la señorita López y el señor Ramos casi murieron, y me pidiste que les rogara. No soy tan descarada.
Al ver que Tina se levantaba para marcharse, Enrique se apresuró a decir: -Tina, ¿de verdad no te importa a tu padre?
Tina puso cara fría y dijo palabra por palabra: -Desde el día en que él empezó a beber y a ejercer violencia contra mi madre y contra mí, y a pedir dinero prestado para jugar, ya no era mi padre.
Manuel se pasaba el día jugando, bebiendo y pegando a su madre cada vez que perdía, hasta que su madre no pudo soportarlo más y saltó y se mató.
Cuando Manuel fue a MY con explosivos y amenazó a Natalie para que le diera todo el dinero, se esfumó lo último que Tina le tenía.
-¡También es tu padre!
Tina no dijo ni una palabra más, dio vuelta y se marchó enseguida.
Mirando a su espalda, el rostro de Enrique se llenó de melancolía, sacando la grabadora de debajo de la mesa.
En realidad no quería salvar a Manuel, y cuando saliera Manuel, apostaría más, así que más le valía que lo metieran en la cárcel. Al menos viviría unos años en paz, pero Enrique no podría ser el malo.
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Mientras Manuel supiera que ya no le importaría a nadie más que a Enrique, no debía atreverse
a contar esas, cosas.