Capítulo 270
-Leonardo, ¡suéltame!
Su voz estaba un poco exasperada y alargó la mano para empujarle, sin esperar apartarle al
instante.
Y vio a Leonardo caer directamente hacia el suelo, y ella inconscientemente estiró la mano para
retenerlo.
¡Qué calor!
Natalie se quedó helada un instante al ver que Leonardo tenía los ojos cerrados con fuerza y la cara enrojecida de una forma inusual… ¿tenia fiebre?
-Leonardo, despierta. ¡No creas que voy a compadecerme de ti porque te finjes así!
Sin embargo, aunque lo despertó, Leonardo seguía inconsciente.
Frunció el ceño y pensó un momento antes de arrastrar a Leonardo al sofá y buscar un termómetro para tomarle la temperatura.
Treinta y nueve grados tres.
Natalie tomó una pastilla para la fiebre y se la dio, luego llamó a Carlos para que viniera a recoger a Leonardo.
-Señorita López, ahora mismo estoy fuera por un viaje de negocios, lleva al señor Ramos al hospital y luego informa a su familia, ¿te parece bien?
Natalie guardó silencio unos segundos y dijo: -Lo sé, te dejo.
Al colgar el teléfono, Natalie miró a Leonardo, que seguía inconsciente.
¡Lo debo!
Llevarlo al hospital definitivamente no era buena opción, si informaba a Antonia o Josefina, no podría explicar bien, ahora solo esperaba que Leonardo despertara.
Dos horas más tarde, Natalie tocó la frente de Leonardo, por fin le habia bajado la fiebre, fue a la cocina a preparar la sopa.
Leonardo se despertó con el olor de la sopa. Abrió los ojos y miró a su alrededor, se levantó y se dirigió hacia la cocina.
Sonrió al ver a la figura cortando verduras en la cocina y se apoyó en la puerta para observarla.
Sabía que ella no le dejaria alli fuera.
Después de la sopa preparada y estaba a punto de hacer las verduras, Natalie se dio cuenta de
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observándola.
A causa de la fiebre, tenia los labios un poco blancos, pero su rostro seguía siendo apuesto, ent cambio, añadia una belleza enfermiza.
Tu descansa un rato en el salón. Yo preparo dos platos.
–No, me quedaré aquí contigo.
Natalie no dijo nada más y se dio la vuelta para empezar a freír los platos.
Pronto la comida estuvo lista y Leonardo tomó la iniciativa de ir a la cocina para ayudar a Natalie.
Natalie llevó la sopa fria al comedor y se sentó frente a Leonardo
-Gracias por lo de hoy.
para tomarsela.
Natalie no levantó la cabeza y dijo en tono indiferente: -No aparecerás a mi puerta cuando estés enfermo, te dejaré así la próxima vez.
Los ojos de Leonardo se oscurecieron, mirando a Natalie, dijo: -¿Todavía estás enfadada por
que pasó antes?
lo
-No, no tengo por qué estar enfadada. Sólo espero que no vuelvas a molestarme.
Lo que pasó entre él y Matilde era asunto suyo, ahora que estaban divorciados, ella no tenía derecho a entrometerse
Después de comer la sopa, Natalie recogió la mesa y miró a Leonardo.
-He llamado a un chófer para ti, puedes volver cuando el chófer venga.
Leonardo sonrió embarazosamente, -¿Tanto me odias?
Natalie frunció el ceño, -Señor Ramos, no te odio. Sólo trato de decirte que realmente no hay necesidad de que sigamos enredados, no nos hará bien a ninguno de nosotros.
Tras un largo silencio, Leonardo dijo: -Acabas de volver de un viaje de negocios, debes de estar cansada. Descansa bien, te voy a ver otro día.
-No hace falta que vengas, no quiero verte.
Leonardo se quedó paralizado y se marchó sin decir nada.
La lluvia era intensa, y su espalda pronto quedó difuminada por la cortina de lluvia.
Natalie sintió un persistente fastidio y cerró las cortinas.
Leonardo no volvió a verla en los días siguientes.
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Se encontraron de nuevo en una fiesta de negocios.
Natalie no quería ir, pero Tina le dijo que asistirían un par de clientes importantes para hacer
contactos.
En esas fiestas no podía faltar la bebida alcohólica, por lo que a Natalie nunca le habia gustado
mucho.