Capítulo 2
Con cara inexpresiva, Natalie asintió suavemente.—El hecho de que te haya llamado demuestra que estoy muy decidida.
Tina sonrió y, al tiempo que arrancaba el auto, dijo: —Hace tiempo que quería decirte que te divorcies de Leonardo. Te esforzaste tanto en cuidar su lesión en la pierna, pero él sólo estaba liado con tu hermana que se encontraba en el extranjero. ¡Es un completo patán! Deberías dejar de preocuparte tanto por el amor y enfocarte en ganar dinero, ¡sería mucho mejor!
Al ver que su amiga se enfadaba cada vez más y que el coche aceleraba, Natalie no pudo evitar reírse.
—Oye, cálmate tú. No quiero ir del altar de un matrimonio a la tumba de verdad.
Notando que todavía estaba de humor para bromear, Tina por fin se sintió aliviada y preguntó tentativamente: —¿Entonces qué es lo siguiente para ti?
De hecho, incluso si Natalie no se hubiera puesto en contacto con ella esta vez, era de esperar que fuera a buscarla en poco tiempo.
—Quiero descansar primero. Bueno, ¿cómo va la empresa estos días?
En los últimos años, debido a que Natalie había puesto todas sus energías en Leonardo, había entregado MY, la empresa de ropa que había fundado, a los accionistas para que la gestionaran en su nombre. Durante tres años, no se preocupó de nada más que de cobrar dividendos.
No había comprobado especialmente cuánto dinero tenía en su cuenta en ese momento, pero supuso que, mientras siguieran administrando la empresa de acuerdo con el plan de negocios que ella había establecido antes de marcharse, las ganancias no deberían ser muy malas.
Ante eso, la cara de Tina cambió y suspiró antes de responder: —Hablemos de eso cuando te estés de humor…
Natalie levantó las cejas, y conforme a la expresión de Tina, adivinó que la situación actual de la compañía no era favorable.
Pero en esos momentos, no tenía ánimos para hacerse cargo de nada, así que sólo asintió y dijo: —De acuerdo, ahora llévame al aeropuerto.
—¿A dónde pretendes ir?
—No lo sé, a cualquier lugar está bien.
Natalie se apoyó en la puerta mientras sus dedos golpeaban suavemente la ventanilla con una expresión tranquila, pero el cansancio que irradiaba era evidente.
Al ver eso, Tina suspiró para sus adentros. Al parecer, incluso las personas más sobresalientes perdían la cabeza cuando se trataba de amor.
Cuando llegaron al aeropuerto, Natalie salió del auto y le dijo: —Lleva mi maleta a la villa en Bahía de los Olmos, en el norte de la ciudad.
—Claro. ¿Cuándo volverás?
—En un mes, más o menos.
—¡Bien, estaré esperando!
Natalie saludó con la mano y se volvió para entrar en el aeropuerto.
***
Un mes después.
La sucursal del Grupo Ramos en Seattle.
En la sala de conferencias…
Leonardo discutía con el director del departamento la orientación de la sucursal para el siguiente trimestre cuando, de repente, sonó su celular.
Al descubrir que era de su madre, Antonia Guerrero, frunció el ceño y se levantó, anunciando: —Tomémonos un descanso de cinco minutos.
Con eso, salió de la sala de reuniones y, justo al contestar la llamada, escuchó la voz molesta de Antonia.
—Leo, fue a tu villa varias veces buscando a Natalie, pero nunca la encontré. ¿Es que ustedes tuvieron una pelea y ella me está tratando con frialdad a propósito?
Su tono de voz reflejaba queja y enfado. Natalie ya le caía mal, y ahora tenía una impresión aún peor de ella.
Leonardo frunció el ceño. Estaba trabajando a marchas forzadas durante ese tiempo. Al principio, pensó que Natalie lo llamaría para disculparse, pero luego se puso tan ocupado que dejó el asunto atrás.
Ahora que su madre lo llamó, se percató de que Natalie no se había puesto en contacto con él en todo un mes, algo que era imposible en el pasado.
—La llamaré más tarde. ¿Qué quieres de ella?
Antonia respondió con impaciencia: —Se acerca el cumpleaños de tu abuela, así que quería que me acompañara a escogerle un regalo, pero ni la vi por ningún lado. Si tan sólo te hubieras casado con Mati, al menos ahora no me…
Leonardo frunció el ceño y la interrumpió: —Ya veo, mamá. Ahora la llamo y luego hablamos.
Tras colgar, encontró el número de Natalie y lo marcó.
Sin embargo, llamó varias veces seguidas y le informaron de que la otra parte estaba en la línea.
El semblante de Leonardo se ensombreció súbitamente, pues era obvio que Natalie lo había bloqueado en su celular.
Reprimiendo su ira, se dirigió a su asistente, Carlos Juárez, y ordenó: —¡Llama a Natalie!
—De acuerdo.
Carlos hizo rápidamente lo que le dijeron, y aunque la llamada se conectó, nadie contestó.
Observando el rostro cada vez más sombrío de su jefe, se armó de valor y dijo: —Señor… la señorita López no contestó…
Leonardo respondió con expresión gélida: —Entiendo. Ahora continuaré con la reunión, tú ponte en contacto con el personal de la villa.
Una hora más tarde, Leonardo acababa de retirarse de la sala de conferencias cuando Carlos se acercó con cautela.
—Señor, dijeron que al día siguiente de su viaje de negocios, la señorita López se fue con una maleta.
Como Leonardo y Natalie no habían hecho público su matrimonio, Carlos siempre se había dirigido a ella como señorita López.
A Leonardo no le había parecido mal, pero al oír las dos palabras en ese momento, frunció el ceño inconscientemente.
Apenas capaz de contener la irritación en su corazón, él dijo fríamente: —Ve a averiguar dónde está ahora y reserva el vuelo más rápido de regreso.
—De acuerdo, ¿y la señorita Matilda va a volver con nosotros?