Capítulo 146
Natalie frunció el ceño y guardó silencio por un momento antes de decir: -Voy para allá después de trabajar.
Eso mejor, gracias.
Carlos esperaba que, al llegar Natalie, pudiera resolver los desacuerdos entre ellos dos, y así todos los empleados no tendrían que trabajar con miedo y tensión.
Apenas llegó la hora de salida, Natalie dejó la empresa y se dirigió en coche hacia el Grupo Ramos.
La verdad, era la primera vez que visitaba ese lugar. Antes, cuando aún no habían anunciado su matrimonio, Leonardo había dejado en claro que no quería que ella fuera a la empresa a buscarlo, y ella tampoco quería hacer el ridículo.
Carlos bajó a recibirla, explicando mientras caminaban: -El señor Ramos está en una reunión. Ahora la llevo a su oficina.
Natalie rechazó con indiferencia: -No hace falta. Llévame a la sala de espera.
Ante su insistencia, a Carlos no le quedó más opción que conducirla hasta la sala de espera.
-Señorita López, ¿quiere tomar algo de beber?
Natalie hizo un ademán con la mano y respondió: -No, gracias. Ocúpate de tus asuntos, no te preocupes por mí.
-De acuerdo, pero si necesita algo, llámeme directamente.
Ya había pasado una hora cuando Leonardo terminó la conferencia. Justo cuando salió de la sala de reuniones, Carlos se le acercó e indicó: -Señor, la señorita López ha llegado.
-¿A quién dijiste?
-A Natalie López.
-¿Y dónde está ahora?
-En la sala de espera.
Al escuchar eso, Leonardo se apresuró a ir hacia el lugar, y en el momento en que abrió la puerta, se quedó paralizado,
¡Porque Natalie estaba pegada a la mesa, dormida!
-Señor…
-¡Cállate!
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Se volvió a Carlos y le ordenó en voz baja: -Ve y trae una manta.
Cinco minutos más tarde, Leonardo manejó su silla de ruedas a Natalie y llegó despacio junto a Natalie, cubriéndola con la manta en sus manos.
Sin embargo, ella no estaba profundamente dormida y se despertó al sentir el contacto,
Al ver a Leonardo, su expresión cambió a una de cierta sorpresa. Con los ojos encerrados, se veía un poco confundida, dándose a entender que aún no estaba completamente despierta.
-¿La reunión ya terminó?
Leonardo respondió con indiferencia: -Sí. ¿Qué necesitas?
Natalie, completamente despierta en ese momento, lo miró y preguntó: -Escuché del doctor Rojos que le dijiste que ya no necesitarías más acupuntura. ¿Por qué?
-No hay por qué. Sólo no quiero seguir tratándome.
Natalie frunció el ceño, con la perplejidad reflejada en su rostro. -¿Es que acaso quieres volver a vivir lo mismo que hace tres años?
Hace tres años, cuando Leonardo tuvo un accidente automovilístico y estaba demasiado herido para levantarse de la cama, los accionistas del Grupo Ramos empezaron a aprovechar la situación para quitarle el poder. Finalmente, su tío le arrebató la presidencia de la empresa.
En aquel entonces, a Ramón también le habían tenido una trampa y estaba demasiado ocupado para ayudarlo. A raíz de eso, Leonardo estuvo deprimido por mucho tiempo, y sólo después de que sus piernas se recuperaron poco a poco logró recuperar el control del Grupo Ramos de su tío.
Leonardo, sin mostrar emoción, respondió con voz fría pero llena de firmeza: -Lo que pasó hace tres años ya fue, las cosas son diferentes ahora. No permitiré que lo que sucedió en ese momento se repita.
-Entonces, ¿por qué no quieres tratarte las piernas?
La mano de Leonardo en el reposabrazos de la silla de ruedas se tensó sin darse cuenta mientras replicaba fríamente: -¡No tiene nada que ver contigo!
Natalie, irritada, le preguntó: ¿Cómo es que no tiene nada que ver conmigo? Acordamos que, una vez que te recuperaras de las piernas, nos divorciaríamos. Ahora si no quieres tratarte, ¿ acaso vamos a estar juntos para siempre?
Leonardo la miró fijamente y, de la nada, se rio sarcásticamente. -Finalmente muestras tu verdadera cara. ¡Quieres que mis piernas sanen sólo para escapar de mí!
Natalie, con resignación, frunció el ceño al mirarlo.
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-¿No estás enfermo o algo así?