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Sr. Ramos su multimillonaria osa quere el divorcio Capítulo 141

Capítulo 141

Después de la marcha de Carlos, Leonardo estaba a punto de revisar unos documentos cuando un dolor repentino le atravesó la pierna, y se intensificó a medida que aumentata su frequencia,

So rostro fue palideciendo cada vez más y comenzó a sudar frio. Tras flamar a Natalie con esfuerzo, de repente todo se tornó negro ante sus ojos y luego perdió el conocimiento,

Cuando se despertó, ya pasaban las diez de la noche, Se encontraba de vuelta en la habitacióm de la villa y Natalie estaba a su lado, usando un pañuelo para limpiarle el sudor.

-Por fin estás despierto. ¿Todavía te duele la pierna?

Leonardo negó con la cabeza, tratando de incorporarse en la cama, pero se dio cuenta de que se sentía completamente débil.

Natalie dejó el pañuelo a un lado y lo ayudó a levantarse mientras decía, –Déjame ayudarte, Sudaste mucho. Fermín vino a hacerte una sesión de acupuntura, así que es normal que te sientas sin energía.

Una vez sentado, Leonardo la miró y preguntó: -¿Qué le pasó a mi pierna? ¿Por qué tuve esos espasmos repentinos? Y el dolor era casi insoportable.

-Bueno, eso debe ser una secuela del accidente pasado. Y, sumado al esfuerzo que has hecho para caminar después de cada vez que te han hecho la acupuntura, tu cuerpo está casi a su

límite.

-¿Qué me recomendó hacer Fermín si vuelve a suceder esto?

Él sugirió que deberías descansar en cama por un tiempo. Después de todo, estar sentado todo el día no favorece la circulación en tus piernas.

Leonardo asintió. -Entiendo.

Al ver que su aspecto había vuelto a la normalidad, Natalie pensó que ya estaba bien y le preguntó qué quería para cenar.

-Lo que sea. Algo sencillo, como pasta.

Ese día, como la niñera que se encargaba de la comida tuvo una emergencia de família, se tomó una licencia temporal.

-Okay,

Inmediatamente después de preparar la cena para Leonardo, Natalie recibió una llamada desconocida.

-Natalie, jayúdame!

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Al segundo siguiente, salieron maldiciones del auricular, acompañadas por los gritos de Tína.

El semblante de Natalie cambió de inmediato. Se disponía a decir algo, pero la llamada se cortó, y cuando intentó devolver la llamada, el celular del otro lado ya estaba apagado.

¡Algo le había sucedido a Tina!

Llevó a toda prisa la comida a la habitación de Leonardo y dijo: -Tengo que salir un momento. Come tu pasta y descansa.

-¿A dónde vas a esta hora?

Pero Natalie se fue tan apresuradamente que no tenía tiempo para responder.

Leonardo llamó de inmediato a Carlos y, con tono frío, indicó: -Natalie acaba de salir. ¡Ve rápido tras ella y protégela!

Fuera de la villa, Natalie ordenó averiguar la ubicación del número de teléfono desde el que

Tina llamó, mientras conducía hacia las afueras de la ciudad.

Tina era una nativa de Monteflor, pero su hogar estaba en las áreas más remotas de la ciudad, lo que requería varias horas en coche para llegar allí.

Pronto, Natalie recibió la respuesta.

Al echar un vistazo al mensaje, frenó de repente y dio vuelta su auto, acelerando de regreso a la

ciudad.

Treinta minutos después, el coche se detuvo bruscamente frente a Divertia, el mayor club

nocturno de Monteflor.

Natalie se bajó y se dirigió rápidamente hacia el interior.

Sin perder el tiempo, subió en el ascensor hasta el octavo piso y abrió de una patada la puerta

de la sala donde estaba Tina.

Al ver la escena lasciva en la penumbra, Natalie se puso extremadamente sombría y, llena de furia, encendió las luces.

De inmediato, la habitación se iluminó como si fuera pleno día y todos se detuvieron en seco.

-¡Qué chingados! ¿Quién chingaos prendió la luz?

Los ojos de Natalie recorrieron rápidamente la sala hasta que vio a Tina en un rincón, desaliñada, con un hombre encima de ella, ¡y en ese momento, su mirada mostró una

intención asesina!

Apresuradamente se acercó a su lado, tiró al hombre al suelo y le propinó un golpe en la cara.

-¡Ay!

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Con el grito de dolor, el resto de la gente en la sala reaccionó y se adelantó para rodear a Natalie.

El que encabezaba el grupo era un hombre con un solo ojo y un rostro rechoncho,

Se rio fríamente mientras miraba a Natalie, y escupió: Nena, ¡la puerca paríó, y los cochinos

a chillar! Tú irrumpiste sin razón y le diste una paliza a mi hombre, dudo que salgas de esta habitación con facilidad hoy.

Natalie lo miró inexpresiva, sin el mínimo miedo en sus ojos,

—Menos palabras. ¿Vienen de uno en uno o todos juntos?

La sonrisa del hombre estaba llena de desdén, y su tono se volvió más frívolo,

Si vamos juntos, me temo que no puedes soportarlo,

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