Capítulo 130
Natalie se quedó de piedra, creía que Leonardo había tirado el collar, no esperaba que lo guardaba.
Cogió el collar, miró a Natalie y dijo: -Te lo pondré.
Sí.
Natalie se recogió el pelo y Leonardo se inclinó para ponerle el collar, los dos estaban tan cerca que casi podían oírse respirar.
Ya habían estado así de cerca, pero la cara de Natalie se calentó sin motivo.
Pronto sintió frío en el cuello y el respiro de Leonardo se desvaneció.
-Vaya.
Su mirada se posó en el cuello esbelto y blanco de Natalie, que el collar alargaba como un cisne
blanco.
Natalie miró hacia abajo y le hizo un sincero cumplido:
-Entonces, ¿por qué lo tiraste cuando te lo regalé?
–
Este collar es precioso.
Tras un momento de silencio, Natalie dijo lentamente: -Porque estaba pensando en divorciarme y no quería involucrarme de nuevo.
Leonardo dijo fríamente: -Te lo presté para que te lo pusierás esta noche, ya lo rechazaste antes, no te lo daré otra vez.
Natalie se sintió aliviada al oír eso: -Vale, ya lo sé.
Al ver que ella lo agradecía, Leonardo empezó a enfadarse y Carlos parecía serio pero en realidad no paraba de reírse.
«Si Leonardo no fuera tan terco, tal vez la señorita López no trataría de divorciarse de él todos
los días.>>
Carlos colocó la silla de ruedas a un lado del coche y Leonardo se apoyó para sentarse en ella.
Natalie echó un vistazo y apretó ligeramente el bolso.
Era capaz de sostener su cuerpo apoyándose únicamente en los brazos, por lo que debía hacer ejercicio con regularidad.
Sin embargo, al pensar en sus abdominales que había tocado antes al limpiarle el cuerpo, Natalie se sonrojó.
Leonardo dijo fríamente: -En qué estás pensando, empújame a entrar.
+15 BONUS
Natalie se encontró con la mirada de Leonardo y se apresuró a salir del coche para coger la silla de ruedas de Carlos y empujó a Leonardo hacia la casa de la familia Sánchez.
La sala de banquetes estaba lleno de gente enjoyada.
Los invitados por Hernández estaban un poco desconcertados, sin saber qué pretendía
Hernández.
El Grupo Sánchez tenía un alto estatus en Monteflor, por lo que la gente estaba dispuesta a respetar a Hernández.
En el primer piso, Gisela estaba sentada en la cama de su habitación, y llorando a Matilda por su agresividad y rabia.
-¡Mi padre dijo que si no me disculpo con la zorra Natalie, me va a echar de casa!
Matilda suspiró sorprendida: -Gisela, tienes que tener paciencia, esta vez Natalie sí tiene pruebas y manda la orientación, no sé qué éxtasis le habrá puesto Natalie a Leo, últimamente Leo es muy frío conmigo.
–
Dijo Gisela enfadada, Natalie no sólo me hizo perder mi papel, sino que además hizo que mi padre me obligara a pedirle perdón delante de todos los conocidos, ¡nunca la dejaré pasar!
-Vamos a superar esto, no puedes dejar que Natalie afecte a la relación con tu padre.
-Bueno, Mati, baja al salón, quiero estar sola un rato.
-Vale, si sigues molesta, mándame un mensaje y subiré en cuanto te vea.
Al salir de la habitación de Gisela, Matilde se encontró con Eugenia en la esquina, que venía a llevarle sopa a Gisela.
-¡Buenas! Señora Peña.
Al ver a Matilda, Eugenia se mostraba disgustada y no tan contenta como antes, mirándola con
una sonrisa burlona.