Capítulo 110
-Digo la verdad, sabes que nunca miento.
Elián la fulminó con la mirada, -Me mientes todos los días, si no tuvieras que volver a curarle la pierna a Leonardo, ¿habrías vuelto?
Natalie escupió la lengua, ¡Tenía miedo de volver porque no heredé sus virtudes!
-¡Ya lo sabes! Entonces, ¿cuándo vas a volver a heredarlas?
Natalie: -…
-Maestro, no hablemos de cosas desgraciadas. ¿Qué cenamos esta noche?
—¡Nosotros comeremos estofado de pollo con setas de montaña, tú verduras!
-¡No querrás que coma sólo verduras!
-¡Deja las tonterías y enciende el fuego!
-¡Ya voy!
Al ver Natalie irse feliz a la cocina, Elián suspiró y miró a Fermín: -¿Cómo está la niña?
Cuando su familia llegó hacía siete años, Natalie estaba aprendiendo medicina con Elián, era la más talentosa y trabajadora de todos los discípulos de Elián, y como era la menor, todos la mimaban.
Fermín susurró: -Creo que no va muy bien, y ahora ni siquiera está tan sonriente como antes.
Elián gruñó y dijo fríamente: -No hay gente buena en la familia López, porque dejaron a Natalie en la puerta del orfanato por la profecía de un sacerdote taoísta nariz de toro.
-¡Luego la buscaron por su donación de médula ósea a la hija que criaron! ¡Un puñado de brutos sin corazón!
-Maestro, se acabó.
-Olvídalo. ¡Alguien se ocupará de la familia López!
Fermín se sorprendió. -¿Quién?
-¡Familia Silva de Greeley!
Si la familia Silva supiera lo que Natalie ha sufrido estos años, ¡pondría hacer girar a Monteflor!
Fermín se quedó de piedra, ¿cómo podía Natalie tener relación con la familia Silva de Greeley?
Viendo que Elián no ibá a continuar, Fermín dejó de preguntar.
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-Maestro, yo también he apuntado muchos casos difíciles en los últimos años, así que me gustaría pedirle consejo.
Sacó el libro en el que había anotado los casos difíciles y se lo entregó a Elián, temiendo que éste le rompiera el libro en la cabeza después de leerlo y le preguntara dónde dejó todos los conocimientos que había aprendido a lo largo de los años.
Sin embargo, Elián hoy estaba de buen humor y no le regañó, eligiendo algunos típicos y explicándoselos, le devolvió el libro.
-¡Los demás los encontrarás en mi estudio, tú vete a buscar el libro!
Fermín dijo: -¡De acuerdo, gracias Maestro!
En la cocina, Natalie y Silvia charlaban mientras cocinaban.
Silvia miró a Natalie con envidia, – ¡Natalie, yo también quiero salir! Pero el abuelo dice que tengo que esperar a cumplir veinte años para dejarme salir.
Natalie sonrió, -Maestro lo hace por tu bien, es divertido salir pero hay mucha gente mala, Maestro tiene miedo de que sufras.
-Puedo buscarles, ¿no? Si ustedes me protegen, ¡quién se atrevería a jugar conmigo!
Natalie se tocó la nariz y dijo: -Todavía quedan dos años, se acabará pronto, además, ahora que Maestro ya no acepta discípulos, Maestro se sentirá solo si no te quedas aquí con él.
-¡Él no se siente solo! ¡Dice que podrá vivir una vida libre cuando me vaya!
-Maestro te mintió, estará solo sin siquiera una persona con quien hablar, ¡qué pobre será!
Silvia frunció el ceño con amargura, -Entonces el abuelo puede volver a Greeley, mucha gente quiere que el abuelo vuelva.
-Algunos quieren que vuelva y otros no.
Silvia se quedó confundida, —¿Por qué? El abuelo siempre ha sido un curandero, debería la gente respetarlo, ¿no?