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Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 87

Capítulo 87

-Señor García, me está elogiando demasiado. Sólo tengo mucha práctica. En realidad, antes no le sabía tanto al Fucho, pero como soy la secretaria principal del Grupo Nube Celeste, tengo que mantener contactos con los socios y sus señoras en nombre de la empresa. Y cuando nos juntamos, jugamos cartas, así que poco a poco le fui agarrando el modo.

Fermín se detuvo brevemente mientras tomaba una carta.

Secretaria principal…

Mantener contactos con los socios y sus señoras…

Reflexionando en su mente sobre aquello, él murmuró: -Ya veo.

Morgan, debido a las significativas palabras de Cira, la miró de reojo y jugó una

carta.

Sin el mínimo temor, Cira le devolvió la mirada. Sus palabras eran para Fermín, pero también para él.

¿Morgan de verdad estaba decidido a usarla como moneda de cambio?

Ella ocupaba el cargo de secretaria principal en el Grupo Nube Celeste y tenía acceso a una gran cantidad de recursos de clientes. Si Morgan se atrevía a hacerlo, ella podría no tener control sobre lo que revelaría. Si mencionara sin querer las preferencias o hábitos de clientes importantes a Fermín y estos fueran luego atraídos por otros, no sería su responsabilidad.

Además, no sería considerado una traición a secretos comerciales de la empresa; simplemente sería charla informal durante un juego de cartas sobre las anécdotas de los clientes.

Cira sonrió dulcemente y continuó: -La que más me ha enseñado es la señora Aravena, pero la más divertida en los juegos es la señora Reyes. Ella es

estadounidense y le encanta jugar al Gold Rummy. Es un juego muy interesante. Señor García, ¿usted juega?

Fermín respondió pensativo: He oído hablar de él, pero nunca lo he jugado. Sin embargo, suena interesante según lo que dices. ¿Por qué no me enseñas esta noche?

A pesar del asco que sentía, Cira mantuvo su sonrisa en su rostro. Claro. Más tarde le diré qué es lo que les gusta jugar al señor Muñoz y al señor Molares.

Mientras hablaban, ella volvió a ganar la partida. -¡Por Dios, Fucho! Señor

Morgan soltó una risa sarcástica. Había subestimado a esa mujer.

No esperaba que ella se atreviera a amenazarlo.

Cira apretó los labios y preguntó: -¿Continuamos?

Morgan arrojó todas las cartas sobre la mesa y replicó fríamente: -¿Crees que estamos aquí para jugar contigo? ¿Quién te crees que eres? -le pidió que se retirara de la mess

Se acabó el alcohol. Ve a buscar más.

Cira bajó la mirada, sin mostrar emoción, y se puso de pie. Por supuesto, señor Vega.

Cuando se volteó, asintió ligeramente hacia Ošiel. -Señor Sánchez, gracias por permitirme jugar un rato.

Osiel la miró seriamente y respondió con doble sentido: Manejaste bien un juego con malas cartas. No es nada fácil.

No hay de qué.

Cira salió rápidamente de la habitación y no fue hasta que se alejó lo suficiente que finalmente dejó escapar un suspiro de alivio.

Morgan probablemente no la entregaría a Fermín…

A menos que realmente quisiera apostar si ella mantendría la boca cerrada y si Fermín podría arrebatarle sus clientes.

Pero definitivamente, él no lo haría.

Morgan sólo hacía cosas en las que tenía confianza, y él siempre estaba seguro. Su vida iba sobre ruedas, era el orgullo de los cielos. Sólo las personas sin poder ni confianza necesitaban depender de la suerte.

Y él nunca lo necesitaría.

De repente, a Cira se le ocurrió un pensamiento.

Esperaba que algún día Morgan se encontrara sin poder ni confianza, incluso sin nada. Y cuando eso sucediera, se aseguraría de que él experimentara esa sensación de caminar al borde del abismo y luchar desesperadamente por salvarse.

Cira bajó las escaleras, sin ganas de volver a la habitación, y encontró un rincón tranquilo donde sentarse. En realidad, sintió que sus piernas se debilitaban.

Mientras tanto, en la habitación de arriba, habían dejado de jugar cartas y estaban recostados, en sus sillas, charlando relajadamente.

Fermín comentó despreocupado:

buenas, pero a veces pueden ser complicadas. Por eso, criar un perro es mejor que criar un gato. Un perro con el tiempo se vuelve más cariñoso y obediente. Pero los gatos son algo distantes, a veces se olvidan de ser mascotas. No resulta muy entretenido.

-Las mujeres, intelige con carácter, son

Por su parte, Lidia estaba pelando una lichí para Osiel, coqueteando con ternura: -Señor Sánchez, no quiero seguir pelando. Mire, mi manicura recién hecha está agrietada.

Osiel le acarició la cabeza. -Entonces déjalo, no sigas pelando.

En ese momento, la voz fría de Morgan resonó: -Siempre hay gente que no pregunta lo que realmente quiere saber ni dice lo que debería decir. Se creen muy listos y les gusta aparentarlo. En realidad, sí resulta aburrido.

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