Capítulo 0414
La pared de cemento gris estaba iluminada por el sol, desprendiendo un leve calor que, a través de la ropa, planchaba suavemente a ella. Cira empezó con una frase que desviaba el tema: -No prometí nada, no te adelantes.
Morgan simplemente seguía haciendo planes por su cuenta: Para la primera visita, no está bien ir con las manos vacías. Llévame al centro comercial de tui pueblo, escoge algunos regalos adecuados para tus padres.
Cira se quedó sin palabras.
-Cariño, es la primera vez que voy a conocer a tus padres, necesito tu ayuda.
Cira frotó el anillo, sin saber si se había entumecido por su llamado cariñoso o por la manera en que bajaba la cabeza, de manera confusa, lo llevó al centro comercial.
A fin de cuentas, era una zona turística, así que había centros comerciales que vendían marcas de lujo.
Sin embargo, antes de entrar, Morgan recibió una llamada. Miró la pantalla del teléfono con el ceño ligeramente fruncido, su expresión no era tan relajada como cuando estaba con ella.
Cira, por instinto, trató de ver la pantalla de su teléfono, pero él ya había colgado y, en cambio, le transfirió 40 mil: Cariño, escoge tú, voy a atender una llamada.
-Yo…Cira se giró para entrar al centro comercial cuando lo escuchó llamar papá, resultó ser una llamada de su padre.
Cira entró al centro comercial sin rumbo, sin saber qué escoger, y también intentó quitarse el anillo, pero no pudo.
Fue a una tienda de lujo y compró una pequeña cartera para su madre, y de paso preguntó a la vendedora, ¿cómo se quita este anillo?
Para su sorpresa, la vendédora al ver el anillo exclamó: -¡Ay! ¡Ese es el Eros que estuvo en tendencias hace unos días, vendido a un alto precio!
Cira se quedó atónita, ¿qué?
La vendedora, viendo por primera vez el objeto legendario y notando que Cira parecía no conocer su valor, no pudo evitar comentar con admiración: -¿No lo sabes? Este es el Eros, se vendió por 50 millones dólares en una subasta en
Christie en Hong Kong hace unos días, fue tendencia, mucha gente lo vio, todos decían que el comprador era un misterio, ¡resulta que eras tú!
Cira no podía creerlo:
¿Este anillo, 50 millones?
Ella pensé que, dada la posición de Morgan, un anillo valorado en unos pocos millones o decenas de millones ya sería exagerado.
¿50 millones?
¿Seis apartamentos?
Un anillo valorado en seis apartamentos, y Morgan se lo había puesto tan casualmente, sin ningún preámbulo… bueno, no del todo sin preámbulo.
Esa noche, cuando se perdió en ella, había dicho: Te compraré un anillo para que lo uses.
En ese momento, ella pensó que solo era la pasión del momento, que las palabras dichas en esas circunstancias eran como las de un borracho, emocionalmente impulsivas, y no se podía confiar en una sola palabra.
Quién hubiera pensado que él iría a comprar un anillo de 50 millones…
Cira había vivido veinticinco años, y por primera vez se dio cuenta del peso de su dedo, no pudo evitar decir: -¿Estás seguro, no te has confundido?
-Yo tampoco estaba muy segura, pero cuando dijiste que no podías quitártelo, entonces no hay duda, Eros es un diamante antiguo, se dice que un príncipe europeo lo diseñó para su princesa, no sé por qué, pero es fácil de poner y una vez puesto, no se puede quitar.
Media hora después, Cira salió del centro comercial, arrastrando los pies.
Al levantar la vista, vio a Morgan bajo el sol, mirándola, esos ojos de un negro profundo, coino las luces titilantes en la neblina de un bosque, era difícil discernir sus verdaderas emociones.
Pero cuando se acercó, vio solo una ligera sonrisa en sus ojos: -¿Solo compraste esto?
Cira primero levantó la mano, mostrando el anillo: -¿Este es Eros?
Morgan asintió casualmente: -Si.
-¿50 millones?
del comprador, impuestos, propinas y seguro, incluso es más.
Cira ya pensaba que casarse era apresurado, ahora aún más, se sentía como una papa caliente: -Entonces, ¿qué hacemos? Dicen que no se puede quitar.
-¿Para qué quitarlo? -Morgan apretó su mano. Te lo puse, es para que seas la señora Vega de por vida.
En ese momento, cuando la garganta de Cira se apretó, él se acercó, su fragancia a nieve fresca la envolvió completamente.
¿No te he llamado Señora Vega antes?
Cira recordó aquella carta de amor, recordó lo que Estela había dicho, y realmente comenzó a creer que él la había querido desde hace muchos años.
Levantó la vista para mirar el perfil del hombre, una nervadura vibrando, pero al final, no pudo evitar sonreír.
Antes, siempre quería ver cómo este hombre se enamoraba de alguien. Nunca imaginó que al final, vería cómo se enamoraba de ella.