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Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 354

Capítulo 0354

Cira pensó en lo absurdo de la situación y le preguntó a Isabel:-Instigar a otros a cometer violación, y más aún siendo dos personas, aunque no se haya

consumado, la condena es bastante severa, ¿verdad?

Isabel respondió: -Si las pruebas son concluyentes, de tres a diez años.

La tez de Cira palideció aún más, no es de extrañar que Estela dijera que quería que ella fuera a prisión.

Un viento invernal sopló la noche anterior, haciendo que la temperatura bajara bruscamente. Incluso en la sala de visitas sin ventanas, se podía sentir el frío colándose hasta los huesos.

Isabel, cuando manejaba casos, tenía la costumbre de hablar claro y directo, pero viendo el estado de Cira, suavizó su tono: -Lo que dije es bajo la circunstancia de que las pruebas sean concluyentes.

-Aunque tu huella esté en el dinero, en nuestro país, la ley valora más las pruebas que los testimonios, y una sola prueba no constituye crimen. Esto significa que sus acusaciones, el tribunal las considerará con precaución. Si solo hay una prueba, entonces no es válida. No te preocupes demasiado por ahora.

¿Una sola prueba no constituye crimen? Cira alzó la cabeza, su rostro todavía pálido, pero sus ojos estaban claros y agudos: -Ellos seguramente saben esto también, seguramente traerán más pruebas a la policía, intentando sellar mi destino.

Isabel entendió inmediatamente lo que ella quería decir: -Correcto, lo falso siempre será falso, cuanto más hagan, más errores cometerán.

Y cuantos más errores cometieran, ya sea para revertir el caso de Cira o para contraatacar y enviarlos a prisión, sería ventajoso.

Isabel dijo: La presión de la familia Zavala me impide sacarte bajo fianza, pero seguiré intentándolo. Tranquila, déjame esto a mí.

Cira solo pudo decir: No dejes que mis padres sepan lo que me está pasando.

-Lo sé.

La visita terminó y Cira fue llevada de vuelta al centro de detención.

El centro de detención tenía literas comunes grandes, y su lugar estaba en la

esquina. Se apoyó en la pared, enterrando su rostro en sus rodillas.

Ella confiaba en la habilidad de Isabel y también en la de la policía.

Estela seguramente lanzaría más pruebas, pero seguramente encontrarán las inconsistencias, y al final, ella saldría.

Pero una cosa es confiar, y otra es estar asustada y nerviosa.

No podía calmarse.

Hacía mucho frío aquí.

Estela, Estela…

¿Por qué no se había dado cuenta antes de que era un montaje de ella?

Cira pensó que había subestimado a Estela.

Pensó que solo jugaría trucos sucios para fastidiarla, nunca imaginó que Estela sería capaz de hacer algo tan extremo.

Y pensar que esa mañana, al ver esas fotos, todavía estaba preocupada por ella, temiendo que si las fotos se hacían públicas, cómo iba a manejarlo.

Qué irónico.

Cira levantó la cabeza, sus ojos estaban rojos y húmedos, su corazón, sumido en la oscuridad.

La comida en el centro de detención es notoriamente mala.

Tanto el almuerzo como la cena eran bollos y sopa de col. Los bollos no eran como los que se venden afuera, los de aquí parecían hechos con masa cruda, secos y duros, imposibles de tragar sin agua.

Cira no tenía ganas de comer al mediodía, y para la noche, ya sentía dolor en el estómago y tuvo que tomar su ración.

Pero había algo en la sopa de col, un sabor indescriptible, como agua estancada, tomó un sorbo y no pudo evitar escupirlo.

No podía comer, ni quería hacerlo, pero su cuerpo no resistía, y no sabía cuántos días estaría detenida, no podía simplemente dejar de comer.

Forzó otro bocado, pero no pudo tragarlo, se quedó atascado en su garganta, y el sabor subió directamente a sus papilas gustativas y su nariz, no pudo resistir y vomitó de nuevo.

El centro de detención era un lugar compartido, si ella no comía, otros todavía tenían que hacerlo, y no podían soportar que ella siguiera vomitando.

-Si no puedes comer, ¡no comas! ¿Qué te piensas que es este lugar? ¿Quieres manjares y delicias?

Cira no quería discutir con ellas, ni tenía la energía para hacerlo. Su estómago le dolía, su rostro estaba pálido, sus labios sin color, y la frente le sudaba frío.

Alguien dijo: Parece que algo no va bien con ella, ¿deberíamos decirle al guardia?

-¡Seguro que está fingiendo! ¡Déjala!

Cira sentía como si sus entrañas estuvieran siendo arrancadas y retorcidas, todo un revuelo de dolor insoportable.

Inhaló aire bruscamente y se tumbó en la litera, enrollándose sobre sí misma, la manta sobre ella era fría y dura, no retenía el calor y olía a humedad.

Siempre había sido una luchadora solitaria, manejando sus propios asuntos, pero en ese momento, una débil idea cruzó su mente, ¿por qué nadie venía a salvarla…? Su jefe, Osiel, debía haber oído hablar de su situación, ¿no iba a preguntar? ¿Qué pasó con Fermín, quien dijo que creía en ella? ¿No la estaba cortejando?

¿Y Morgan? ¿No le había traído comida la noche anterior?

¿Por qué ahora, nadie se ocupaba de ella?

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