Capítulo 0319
Cuando él mencionó el asunto de la Villa Lofey, Cira sintió como si el viento frío que entraba por una ventana no cerrada penetrara en sus huesos, causándole dolor y sufrimiento.
Esa fue otra ocasión en la que presenció el desprecio y la crueldad de Morgan hacia ella, lo que incluso le provocó una pesadilla
posteriormente.
Soñó que Morgan le reclamaba una cuenta pendiente, exigiéndole que se desnudara… Se despertó sobresaltada de ese sueño, y aunque solo eran las tres de la madrugada, ya no pudo volver a dormir, sintiendo un dolor inquietante en el pecho.
Su enfermedad llegó de manera tan repentina que, además de la aclimatación y la presión laboral, no podía negar que el exceso de preocupaciones también había contribuido.
Con la garganta aún doliéndole, habló con dificultad: -¿…se pued comparar estas dos situaciones?
Morgan, al ver que su rostro estaba incluso más pálido que la noche anterior, no dijo nada.
Cira, conteniendo la respiración, retiró con fuerza su mano, completó la contraseña y envió los siete mil.
Con la voz entrecortada, dijo: -Asegúrate de recibirlo, Señor Vega.
Morgan todavía permanecía en silencio.
Cira no sabía qué más decirle a él, sintiéndose débil y exhausta.
Su estómago empezó a rugir de hambre, pero ella no tenía intención de prestarle atención a Morgan y decidió comerse los bollos que había en la mesa.
Finalmente, Morgan habló: -¿No ibas a volver a la empresa? Vamos ahora, yo te llevo.
Cira sabía demasiado bien qué sucedía cuando se oponía a él, así que, si él quería llevarla, dejaría que lo hiciera.
Además, una vez que llegara a la empresa, él no podría seguir molestándola.
Cira guardó los bollos en su bolso para comerlos en la empresa y luego se levantó de la cama para seguirlo.
…
Marcelo llegó al hospital y, antes de estacionar, vio a Cira subirse al coche de Morgan.
Frente a Osiel, había dicho que no quería molestar a Cira, pero aun así no pudo dejar de preocuparse y decidió ir a verla en secreto.
No esperaba, sin embargo, que Cira volviera a estar con Morgan.
Se quedó sentado en el coche fumando un cigarrillo y luego sacó s teléfono, buscando durante un buen rato hasta encontrar un número de Whatsapp con el que no había contactado en mucho tiempo.
Marcelo: [Voy a ir a La Capital a dar clases. No podré cuidar de ella desde aquí.]
Marcelo: [Deberías volver al país pronto. La gente a su alrededor últimamente no parece muy confiable, y no sé si tiene algo que ver con lo que te preocupaba.]
No mucho después, Gerardo respondió: [Está bien.]
Helena conducía al frente, mientras los dos en el asiento trasero no intercambiaban palabra alguna.
Incluso entre Cira y Morgan podría haber cabido otra persona.
Ella miraba por la ventana, notando que no estaban en la ruta habitual hacia la empresa.
Pero como acababa de llegar a la ciudad de Xoán y solía ir al trabajo en metro, no reconocía bien las calles y supuso que Helena simplemente estaba tomando una ruta diferente, así que no dijo nada.
Al final, el coche se detuvo frente a una cafetería.
¿Morgan quería que lo acompañara a desayunar?
Cira no se movió, pero Morgan ya estaba abriendo la puerta del coche: -Baja, te invito a desayunar.
Cira lo miró, preguntándose si estaba pensando demasiado, pero… ¿ no le parecía que Morgan últimamente estaba intentando imitar a Fermín?
Fermín enviaba flores, él también; Fermín era un charlatán, él tam bromeaba; Fermín le enviaba el desayuno, y ahora él también la invitaba a desayunar.
Estas asociaciones parecían algo forzadas, incluso ridículas.
¿Quién era ese hombre? Era el Morgan Vega.
Siempre altivo, despreciativo, arrogante y orgulloso, ¿cómo podría imitar a alguien más?
Era demasiado único, hasta el punto de que incluso si otros intentaban imitarlo, sería un insulto para él, y no al revés.
Sin embargo, Cira no podía evitar tener esa sensación.
Y esa sensación se confirmaría más tarde esa noche.
Cira había estado en Grupo Sánchez solo por medio mes, y ya había escuchado que había una tradición en Grupo Sánchez de que los
nuevos invitaran a sus colegas de departamento a tomar té con
leche.
Ella tenía planeado hacerlo ese día, pero la asistente Eva Aravena dijo que, siendo la secretaria principal y la persona más importante al lado del señor Sánchez, solo invitar té con leche no estaba a la altura de su posición.
Aunque Cira sentía que, como cualquier otro empleado, no había razón para ser tratada de manera especial.
Pero como Eva lo había mencionado, Cira preguntó: -Entonces, ¿qué crées que debería hacer?