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Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 280

Capítulo 0280

Frente a la actitud sincera de Lidia, los implicados no tenían más palabras que decir.

Fermín dijo: -Todos somos amigos, este asunto ya está resuelto. La cena está lista, bajemos a comer.

Todos, de común acuerdo, dejaron de lado ese asunto y se

levantaron.

Lidia no miró a nadie, se fue sola, pero no a la cena.

Cira no estaba muy tranquila, quería seguir a Lidia, pero fue detenida por Morgan: -¿A dónde vas? ¿No me has visto en toda la tarde, no me extrañas?

Estas palabras podrían hacer que alguien que no estuviera al tanto pensara que estaba coqueteando con ella.

Pero Cira no se atrevió a pensar así. Solo sentía que, al hablar sin cuidado antes, lo había ofendido, y él estaba considerando alg forma de enseñarle una lección.

Él y Fermín eran socios, y ella, para liberar a Lidia, insinuó públicamente sobre la prima de Fermín, no disculpándose como Li lo hizo con Fermín y Estela. Si Fermín se resentía por esto, afecta

sus intereses.

Morgan detestaba especialmente que las mujeres le causaran problemas.

En este aspecto, ella lo había manejado muy bien en los últimos tres años, por eso ni siquiera eligió contarle cosas como el aborto

involuntario.

Cira habló en voz baja: -Señor Vega, quiero ir a ver a Lidia, ha bebido

bastante.

-Su capacidad para beber es comparable a la tuya -respondió él. Una copa de whisky no la derribaría.

Pero como Lidia era su prima, Morgan todavía se preocupaba un poco por ella. Soltó su mano y le dijo con indiferencia: -Llévala de vuelta a su habitación y luego ven a buscarme.

Cira asintió y luego se dirigió hacia la dirección en la que Lidia se

había ido.

La mayoría de las personas en la habitación ya se habían ido, y Morgan también se estaba preparando para bajar. Notó que Estela aún estaba de pie en su lugar.

Estela parecía estar esperando a que su mirada se dirigiera hacia ella y preguntó: -Señor Vega, parece que la señorita López nos malinterpretó. ¿Debería explicarle?

Morgan se detuvo ligeramente, preguntándole de manera enigmática: -He escuchado que esta tarde, ustedes se encontraron en la piscina de aguas termales, ¿es eso cierto?

Estela se quedó atónita por un momento y luego dijo: -Sí, nos encontramos, hablamos un poco, pero no le mencioné nuestra ép

de secundaria.

Morgan parecía despreocupado: ¿Nuestra época de secundar

Estela apretó los labios suavemente y, al hablar de nuevo, ya no fu cortés al llamar a “señor Vega”.

Morgan, me arrepiento. En aquel entonces, fue un impulso momentáneo decirte que termináramos. Todavía me gustas. En realidad, volví esta vez por ti.

Morgan, escuchando esto, curvó ligeramente los labios con una sonrisa burlona: -Así que ella no malinterpretó nada.

No la malinterpretó porque ella sí que quería estar con él.

Estela dio un paso adelante, agarró la manga de la ropa de Morgan. Su voz era ligera y suave, delicada como la lluvia de marzo que

flotaba en el aire.

-Entonces, ¿vas a estar conmigo?

Cira bajó las escaleras y se sentó en los escalones frente a la puerta, viendo a Lidia. Parecía que la embriaguez la estaba afectando, incómoda, enterró la cabeza en sus rodillas.

Cira vio los hombros temblorosos de Lidia en el viento, suspiró y se quitó la chaqueta, se acercó y se la puso sobre sus hombros.

Lidia levantó bruscamente la cabeza.

En ese instante, hubo un destello de sorpresa en sus ojos.

Pero al ver que era Cira, esa luz se apagó.

Cira comprendió: -¿Pensaste que era el señor Sánchez?

Lidia sonrió con ironía: -Supongo que me hice demasiadas ilusiones. Él ni siquiera dijo una palabra por mí, ¿cómo podría perseguirme?

Cira no tenía palabras de consuelo, simplemente se sentó a su lado, acompañándola.

Lidia no sabía si era debido a sus emociones o al efecto del alcohol. En la impresión de Cira, ella no parecía ser alguien que compartiera sus sentimientos con otros. Sin embargo, en ese momento, comenzó

a murmurar.

-Con Osiel, al principio, fui yo quien cometió un error.

Cira no entendía muy bien: -¿Cometiste un error?

Lidia bajó la cabeza y buscó en su bolso, sacó cigarrillos de mujer y un mechero, preguntándole si le importaba.

Cira negó con la cabeza: -Fuma si quieres.

La llama parpadeó y se apagó al instante, una espiral de humo salió de los labios rojos de Lidia.

-En realidad, no me llamo Lidia, mi apellido es Suárez, soy Carmen

Suárez.

-Las familias Sánchez y Suárez tienen una colaboración profunda, ya tenían la idea de un matrimonio concertado. Soy la única hija de la familia Suárez, así que esta responsabilidad recae en mí. Después de graduarme de la universidad, cuando regresé a casa, organizaron una fiesta para mí. En realidad, querían que conociera al joven señor

Sánchez.

-Ese día, pensé que Osiel era el joven que mi familia había elegido para mí.

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