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Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 247

Capítulo 0247

-La cocina privada del señor Chaves está justo aquí -dijo Morgan en voz baja. Sin embargo, por alguna razón, todavía no habían llegado.

Cira revisó rápidamente los recuerdos en su mente: -¿Es e dijiste que hacía un buen cangrejo?

-Sí.

Cira no pudo contenerse más y le preguntó: -¿Por qué estás tomando este camino? ¿Esperas que la Tierra sea redonda y que puedas volver si das toda la vuelta?

Morgan entendió su desafío y su rostro se volvió oscuro.

Cualquier persona se pondría de mal humor después de caminar varios metros en un camino embarrado y equivocarse: -La tienda del señor Chaves no está en esta dirección. Si lo hubieras dicho antes, te habría llevado allí.

-¿Me equivoqué? -Morgan frunció el ceño.

Obviamente.

Volviendo por el mismo camino embarrado, Cira estaba bastante molesta. Mirando hacia abajo, mientras cruzaba un charco de agua,” accidentalmente” pateó una piedra.

La piedra salpicó pequeñas gotas de agua, salpicando la parte inferior de los pantalones de Morgan.

Morgan sintió que sus calcetines también se mojaron. El barro, a través de la tela, alcanzó sus tobillos. Frunció el ceño, incapaz de

soportarlo, y agarró la parte posterior del cuello de Cira.

-¿Lo hiciste a propósito?

Cira lo miró perpleja y le preguntó: ¿De qué hablas?

Morgan entrecerró los ojos, observando el rostro de ella que parecía realmente no saber lo que estaba sucediendo. Después d segundos, soltó su agarre y le dijo con impaciencia: -0

-¿No es porque te equivocaste primero? ¿Y aún así te atreve enojarte… no trajiste a clientes aquí antes?

Este hombre tenía un paladar exigente y rara vez encontraba restaurantes que le gustaran. La tienda del señor Chaves era una excepción, así que venía con bastante frecuencia. ¿Cómo podía equivocarse de camino?

Morgan respondió: -Normalmente, solo vengo con el coche y no presto atención al camino.

-El coche solo llega hasta la esquina, aún tienes que caminar un poco. Allá hay una carretera de losa de piedra, ¿cuándo caminabas por este camino embarrado no te diste cuenta de que te equivocaba?

Morgan se quedó sin palabras por un momento.

Cira lo miró y comentó: -Eres un desorientado, ¿por qué discutes?

Morgan:-…

Finalmente, salieron del camino embarrado y Morgan la volvió a abrazar bajo su paraguas. Con naturalidad, dijo: -Mi mente solo recuerda cosas de valor. Eso deberías recordarlo tú, secretaria López.

Cira no respondió y lo llevó a la tienda del señor Chaves.

Al enterarse de que Morgan estaba allí, el señor Chaves salió personalmente con el menú, sonriendo al preguntar: -Señor Vega, ¿ cómo es que tiene tiempo hoy?

Morgan no se molestó en las formalidades y fue directo al grano: – Solo quiero comer algo. Haz lo que quieras.

Dijo “lo que quieras”, pero ¿cómo podía Morgan llevar su vida de manera casual?

El señor Chaves lo había tratado muchas veces, por supue también lo entendía, no se atrevía a engañarlo, rápidam seis platos bien elaborados en cuanto a sabor, aroma y pres

-Lo siento, nos hemos quedado sin cangr

enor Vega, hoy disculpó el señor Chaves, y Morgan le respondió con indifer No importa.

-Disfruten su comida -asintió el señor Chaves y se retiró.

Cira tomó tenedor. Ya había comido pan y leche en las últimas tres o cuatro comidas, realmente tenía hambre, no se preocupó y empezó a comer directamente.

Cuando llegó a las costillas agridulces, dijo casualmente: -No comas este plato.

Morgan levantó la mirada: -¿Por qué?

-Es un poco picante, probablemente agregaron chiles cuando lo marinaron -recordaba Cira-, eres alérgico al extracto de chile.

La vez que usó spray para enfrentarse a él, él terminó en el hospital.

Al ver que ella se “preocupaba” por él de esta manera, Morgan sonrió ligeramente: -Prueba los otros platos también.

La estaba tomando como “probadora de venenos”.

Cira probó uno por uno.

-Estos no pican, pero por precaución, mejor llamemos al señor Chaves para preguntar.

-Está bien-asintió Morgan.

El señor Chaves fue llamado nuevamente y Cira le preguntó qué platos tenían chiles. El señor Chaves solo mencionó que al marinar las costillas, agregaron un poco de pimientos, pero los demás platos no tenían.

Él, con aprensión, preguntó: -¿El Señor Vega no come ch

Morgan le respondió: -Soy alérgico.

El rostro del señor Chaves cambió de inmediato, y rápidamen Lo siento mucho, señor Vega. Lo recordaré y seré más cuidal el futuro. ¿Debo retirar este plato y reemplazarlo…?

-No es necesario -dijo Morgan mirando a Cira al otro lado-, a e le gusta, déjala comer.

El señor Chaves instintivamente miró a Cira, quien simplemente pensó que las últimas comidas habían sido insípidas y quería algo más sabroso para complementar.

El señor Chaves se retiró comprensiblemente, y solo entonces Morgan tomó el tenedor y dijo: -Termina de comer, y luego vuelve conmigo a Costa Bella.

Cira tomó una costilla, pero al escuchar sus palabras, la volvió a poner en el plato.

Él estaba nuevamente buscando su “recompensa”.

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