Capítulo 0232
Helena trajo ropa, y Cira la cambió de inmediato, ni siquiera tuvo tiempo de evitar a Morgan. Luego abrió la puerta de la habitación y rápidamente bajó las escaleras para salir del hotel.
La noche ya había caído..
Mientras se apresuraba, sacó su teléfono para reservar un boleto de avión.
El vuelo más temprano estaba programado para dentro de una hora y media, pero tomaría una hora llegar al aeropuerto desde aquí.
Cira respiró profundamente, manteniéndose calmada. Mientras reservaba el boleto, también solicitó un Uber en línea.
En este momento, era la hora pico de la noche, era difícil reservar un Uber, y tampoco podía encontrar un taxi en la carretera.
Cira se quedó sola en el borde de la carretera en una ciudad desconocida, con la noche cayendo pesadamente, y las luces de neón de las tiendas a lo largo de la calle iluminaban su rostro confundido.
Un automóvil se detuvo frente a ella
-Sube.
Era Morgan.
En este momento, Cira no podía preocuparse por nada más. Abrió rápidamente la puerta del coche y se subió.
El coche se dirigió rápidamente hacia el aeropuerto.
Morgan miró su mandíbula tensa y le preguntó: -¿Qué le pasó a tu papá?
Cira, sin pensarlo, le respondió: -¡No me hables!
La conductora, Helena, no pudo evitar echar un vistazo al asiento trasero a través del espejo retrovisor. La secretaria López renovó una vez más su comprensión… algo extraordinaria.
Incluso se atrevía a regañar al gerente Vega.
Cira reservó un billete temporalmente, pero solo quedaban asientos de negocios.
Al subir al avión, Morgan se sentó a su lado.
Ella lo ignoró, cerró los ojos y ordenó sus pensamientos en su mente.
Tres horas después, a las nueve y media, el avión aterrizó en el aeropuerto de la ciudad de Sherón. Cira fue la primera en bajar del avión, con un objetivo claro dirigiéndose hacia la planta baja, donde estaban los taxis.
A mitad de camino, Morgan le agarró la mano y la arrastró: -Sul mi coche. ¿Quieres que, en esta situación, te confundan con forastera y te den vueltas por toda la ciudad en esos taxis?
Cira apretó los labios.
El conductor de Morgan ya esperaba en la puerta del aeropuerto. Subieron al coche y Helena preguntó: -¿A dónde quiere ir la secretaria López?
-Al bufete de abogados Las Estrellas.
La conductora ingresó el nombre en el sistema de navegación y poco después la llevó a la puerta del bufete. Cira abrió la puerta, bajó del coche y corrió directamente hacia adentro.
Morgan observó su figura mientras se alejaba en el coche, giró el
puño de la manga y dijo con calma: -Ve y pregunta, ¿qué le pasó de nuevo a su padre?
Helena: -Entendido, señor Vega.
El coche se alejó.
Eran más de las diez de la noche y el bufete ya había cerrado. Isabel sabía que Cira iba a venir, la estaba esperando especialmente.
Al ver que el rostro de Cira estaba pálido y que parecía tensa, con frío, le ofreció un vaso de leche recién calentada.
-Toma unos sorbos primero, calienta tu cuerpo.
Cira sostenía la taza de vidrio con ambas manos, sintiendo el calor que le quemaba las palmas. Preguntó: -… ¿Cómo pudo pasar esto?
Isabel le dijo por teléfono que su padre se peleó con otro recluso en la cárcel, ambos resultaron heridos y fueron llevados al hospital de urgencia.
-No estoy segura de por qué pelearon, pero en resumen, las lesione actuales son: tu padre tiene la pierna izquierda fracturada, y el ot tiene la cabeza rota. Ambos ya han sido atendidos en el hospital. Pero lo más importante es que los reclusos que pelean durante período de cumplimiento de la condena, especialmente si la pelea e grave, se considerará que no han aprendido la lección, lo que podrí resultar en un aumento en la duración de la condena.
Después de que Isabel terminó de hablar, la mano de Cira tembló.
La leche se derramó por el borde de la taza, quemando su piel, pero ella parecía no sentirlo.
El padre de Cira… su temperamento era realmente explosivo. De lo contrario, no habría llevado a cabo ese incidente médico impulsivo antes.
Pero nunca imaginó que algo así sucedería cuando solo quedaban unos pocos días de su condena.
Pelear con un compañero de prisión, fracturarse la pierna en el proceso… Cira se sintió enfadada y apenada al mismo tiempo. Un anciano que ya había pasado tres meses en prisión, y ahora esto…
Su pecho le dolía, y apretaba la taza con fuerza.
Isabel le quitó la taza, tomó un pañuelo y limpió la leche derramada en la parte posterior de la mano de Cira. La piel clara se volvía roja por la quemadura.
Isabel la instó suavemente: -No te preocupes por ahora. Cuando me informaron, ya era hora de cerrar la oficina, así que no pude obtener más información. Esperemos hasta mañana.
Cira frunció el ceño: -¿Está en el hospital ahora? ¿Puedo visitarlo?
Isabel asintió: -Sí, puedo hacer los trámites mañana. Con la supervisión de los guardias de la prisión, no será difícil tener un encuentro.
Cira asintió: -Gracias.
Viendo que Cira estaba visiblemente afectada, Isabel pensó po momento y luego dijo: -¿Por qué no vienes a quedarte en mi ca esta noche?