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Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 219

Capítulo 0219

Joaquín intentó levantarse, pero Iván le pisó fuertemente el pecho con un pie. Joaquín, adolorido, mostró los dientes y frunció el ceño, sintiendo como si todas, sus costillas estuvieran a punto de

romperse.

Joaquín dijo: -¡Ustedes… al menos tengan el coraje de decir sus

nombres!

-¿Crees que puedes hacer lo que quieras, llamar al viento y a la lluvia, simplemente porque has sido arrogante en tu pequeño mundo? -Marcelo habló con calma, colocando un extremo del tubo de acero debajo de una piedra.

-Como un sapo en un pozo, piensas que posees todo el cielo azul, atreviéndote a hacer cualquier cosa, a molestar a cualquiera, sin

conocer tus límites.

Joaquín sintió que, comparado con el hombre que lo pisaba, el hablaba con calma era aún más aterrador.

Su rostro se volvió pálido y su voz temblaba: -Si te atreves a tocarme… ¡Te aseguro que te arrepentirás de haber venido a este mundo, tú! ¡Tú! ¡Tú!

-¡Ah!

Iván empujó su pierna debajo del tubo de acero y la piedra, formando un ángulo. Marcelo, sin dudarlo, piso el tubo de acero, rompiendo instantáneamente la espinilla de Joaquín. ¡Sus gritos resonaron por todo el callejón!

Marcelo lo observó fríamente.

Desde que se enteró de que Joaquín había secuestrado a Cira, quería

jana.

ado de ánimo no era buenoabuscababuscaba dónde desahogarse.

se inclino, su rostro normat mento alejente gentil ahora parecía el imo diablo, una contraposiciomatacadoterradora.-Fui moderado, tu efinitivamente está perdida perdida

déralo una lección gratuita. En el futuro,pfuturo, piensa bien antes de

No te metas con quienes no debeso debes

bito la pierna, señalando a Iván que era horaeta hora de irse.

tó a Joaquín, quien ya no podía levantarsevantarse.

uió a Marcelo fuera del callejón.calledn

había pensado que Marcelo era duro. Aunque parecie parecía un

vo profesor universitario, era más feroz que ét, unue él, un spaldas profesional.

de extrañar que su jefe dijera que en la familia Sánchez, bachez

ble.

pregun

dalen

ánchez, que estaba en los negocios; Fernando Sánchez, enche

a; Julio Sánchez, que había ido al extranjero; y Marcelo Julio, lo Jutic esor, todos eran destacados.

Joaqui

su hermana menor, Emilia, parecía dermasiado inocente parente ptenía q ja familia.

Varios

halycochery salieron dei pueblo. Marcelo limpiaba sus gafas y gafapronto oroasualmente: ¿Por qué Gerardo no vino al hospital a

diferer

Antes,

tagunto asentos regresó a Suiza anteayer.

ningur

olasuo desdgafas de nuevo, su aura hostil desapareció, elansofealsivofensivo profesor Sánchez.

Entrar

luzy, c

-Oh, ya veo.

Joaquín salió sin su teléfono móvil y yacía en el callejón durante más de una hora antes de ser encontrado por sus subordinados, quienes lo llevaron rápidamente al hospital.

Como un pájaro asustado, Joaquín sintió que el hospital no era seguro y, una vez vendado, exigió que sus subordinados lo llevaran a

casa.

En el camino a casa, maldijo constantemente, ordenando a sus subordinados que identificaran a los dos hombres.

Uno de los subordinados, confundido, preguntó: -¿Pero cómo vamos a averiguar quiénes son?

-ildiota! -Joaquín le dio una bofetada en la cabeza. —¡Eso ni se pregunta! Seguro que son hombres de Morgan.

Recientemente, sólo había tenido problemas con Morgan.

Un subordinado recordó: -Antes investigamos a una testigo, Cira López. Descubrimos que su padre está en la cárcel en la ciud de Sherón, curiosamente en la misma cárcel que Mario.

Joaquín entrecerró los ojos con una expresión siniestra. ¡Alguien tenía que pagar por su pierna!

Varios subordinados lo llevaron a un edificio de dos pisos, pero tan pronto como entraron en su casa, se dieron cuenta de que algo era

diferente.

Antes, su patio estaba lleno de subordinados. Ahora no había

minguno.

Entraron en la casa con dudas, extendieron la mano para encender la Nuzzyy,coontuneclic…

Joaquin se quedó atónito al ver que todos sus subordinados estaban arrodillados en una esquina de la sala de estar, abrazando sus cabezas y sin atreverse a moverse, rodeados por un grupo de hombres de negro.

Y en el sofá de su sala, un joven se sentaba despreocupadamente.

El joven tenía un lunar bajo el ojo, arrogante y desafiante, con las piernas sobre la mesa. Al ver a Joaquín ser llevado adentro, rió con desdén: ¿Llegué tarde? ¿Tu pierna ya está rota?

-¿Quién… quién eres tú?

El hombre respondió con calma: -Luis Rivera,

Bajó las piernas y levantó la mirada, revelando un brillo afilado en sus ojos, -Vengo a ajustar cuentas por mi hermano, Morgan Vega,

El nombre de Luís no solo era conocido en la ciudad de Sherón, sino

en todo el mundo del hampa.

Joaquín palideció, finalmente dándose cuenta de que Morgan más peligroso de lo que había imaginado.

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