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Reconquistando a Mi Encantadora Secretaria Capítulo 150

Capítulo 0150

-Es solo una forma de hablar, no da importancia -dijo Isabel

mientras levantaba el teléfono y pedía a su secretaria que le

comprara una nueva ropa.

La mano de Enrique volvió a rodear su cintura: -Intenta decirlo la próxima vez, te aseguro que si lo haces, te haré sentir aún mejor.

Isabel apartó su mano, ordenándole: -Si no tienes nada más que

decir, vete de inmediato.

Enrique sonrió irónicamente, se levantó y se vistió, arreglando su

cuello frente al espejo de cuerpo entero. De repente, comentó: Acabo de encontrarme con la secretaria López en la planta baja. ¿ Qué le pasó a ella y a su amiga? Parece que están desorientadas.

-No es nada como abogada, no podía revelar la privacidad de sus

clientes. 2

-Hace un momento revisé tu teléfono y vi las fotos de su amiga que

fueron enviadas al grupo de la empresa. ¡Eso es realmente vergonzoso! -al mencionarlo, la cara ya fría de Isabel se v más sombría: ¿Revisaste mi teléfono? ¿Necesito recordarte

el derecho a la privacidad?

Enrique la miró perezosamente: -Solo lo confundí, nuestros teléfonos son idénticos, no tienen contraseña y tampoco usan fundas protectoras.

Las últimas palabras las dijo mordiendo intencionalmente,

insinuando lo que habían hecho hace poco.

Isabel estaba claramente tratando de contener su enojo.

Enrique no la provocó más, tomó su propio teléfono: -Nos vemos, mi

Isabel le dijo fríamente: -Lo repetiré una vez más, no vengas aquí a buscarme.

Enrique levantó una ceja, pero también perdió su sonrisa.

Estaba siendo indiferente porque no quería discutir con Isabel, pero ese tono de hablar demasiado familiar estaba empezando a cansarlo.

-No, no puede ser. Ahora somos marido y mujer. No has vuelto a casa en estos días, te extraño y quiero disfrutar de tu compañía. Solo puedo encontrarte en el bufete. Isabel, recuerda volver a casa esta noche, de lo contrario, vendré a buscarte mañana.

Desde el día en que vio a Enrique con esa pequeña estrella de Internet, Isabel se había quedado en hoteles.

A Enrique le gustaba bromear con su edad: -Quizás no entiendas, tienes más años que yo. A mi edad, necesito hacer este tipo de

cosas.

Luego la miró de arriba a abajo: -Pero tampoco debería ser así. Dicen que las mujeres a los treinta son como lobas y a los cuanta, como tigresas. Isabel, tienes treinta y dos, también debes ned ¿no?

Isabel no reaccionó ante sus bromas y le dijo: -Estos días, est redactando un acuerdo de propiedad postmatrimonial. Te envia detalles a tu abogado. En resumen, si una de las partes es infiel, perderá automáticamente todos sus bienes y será desalojada sin nada.

Enrique la miró durante unos segundos, aparentemente amigable: Está bien, envíamelo a mi abogado.

Pero la siguiente frase fue: -Veremos si lo firmo o no.

Y luego se fue.

0,

Isabel suspiró profundamente.

Pero lo que recordó fue ese momento de su juventud, cuando aprovechó que ella estaba dormida para darle un beso en la mejilla. Cuando ella lo descubrió, Enrique se sonrojó, pero su expresión era muy seria.

-Isabel, me gustas. No tengas miedo, te protegeré. Voy a crecer, me volveré fuerte y velaré por todo lo que te importa.

Sin embargo, ahora, entre las personas que codiciaban su considerable herencia, había un Enrique.

Enrique salió del bufete y no fue a casa, sino que se dirigió al Palacio del Oeste.

Lo inusual fue que hoy también estaba Morgan.

Enrique mencionó casualmente haber visto a la secretaria López en la oficina de Isabel.

Luis le preguntó: -¿Qué le pasó a la secretaria López esta vez? Acabo de manejar la situación en línea.

Enrique le contó lo que vio y, mirando alrededor de la sala, le dijo pensativamente: -La decoración del cuarto en las fotos se ve un poco como la del Palacio del Oeste.

Luis entrecerró los ojos y miró a Morgan: -Hermano Morgan, ¿tiene que ver con lo que pasó esa vez? Nunca he entregado las

grabaciones de las cámaras de seguridad, las borré como me lo dijiste.

Morgan levantó el párpado: -¿Has mencionado ese asunto a alguien?

-No soy tan chismoso -frunció el ceño Luis-. Pero tengo un subordinado que estuvo involucrado en ese asunto y tiene una

Lo puoipic you luyu u ci

quien lo mencionó.

Él nunca impuso un juramento de silencio, y sus subordinados a veces divagaban, así que era posible.

Morgan tomó la copa de licor que estaba a punto de beber, frunció el ceño, la dejó a un lado y se levantó para salir.

Enrique y Luis se miraron, y Enrique bromeó: -¿Crees que Morgan está yendo a ver a la secretaria López o a la señorita Molina?

Luis se recostó despreocupadamente en el sofá: -Apuesto por la secretaria López. Después de un gran problema con su buena amiga, la secretaria López debe estar de mal humor. Morgan está aprovechando la oportunidad para consolarla.

Media hora después.

El coche de Morgan se detuvo en la entrada del complejo residencial de Keyla.

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