Capítulo 718
“Claro que es raro ¿Cómo es tu suegra, eh? Esa mujer tiene la mirada puesta en las estrellas. Todos sus amigos son de alta alcurnia y mi tía, siendo simplemente una profesora universitaria, ¿cómo va a estar a la altura de las expectativas de tu suegra?”
Frida continuó, “Pero no solo tienen una relación, sino que parece bastante cercana. Hasta se citan en restaurantes de lujo, usando esos con salones especiales para no ser molestadas.”
Yael la miró: “¿Tienes que ir a un restaurante exclusivo y con privacidad solo para una
cita?”
Frida se quedó sin palabras.
Amelia le lanzó una mirada a Yael y volvió a encaminar la conversación: “Ser profesora universitaria tampoco está mal visto socialmente, ¿eh? Y siendo de edades similares, quizás fueron compañeras en el pasado.”
Dorian también echó un vistazo a Frida, pero no intervino, no le parecía algo fuera de lo común.
Antes de que Cintia se convirtiera en su madrastra, provenía de una familia ordinaria, así que no era extraño que tuviera amigos de la clase social de la tía de Frida.
El círculo actual de amigos influyentes de Cintia se había formado gracias a su ascenso social a través del matrimonio.
La hipótesis de Amelia dejó a Frida sin respuesta; teóricamente, tenia sentido. Pero algo. en la forma en que Cintia manejaba las cosas en privado, con tanto cuidado y secreto, hacía que Frida sospechara.
Lo que más le importaba era el comportamiento inusual de su tía Patricia.
Ella recordaba a su tía como una persona alegre y amable con todos, nunca había mostrado esa frialdad despectiva que tenía hoy.
Yael seguía concentrado en el tema de la cita de Frida en el restaurante de lujo.
“Oye,” la llamó, “¿qué tal fue la cita? ¿Hay expectativas de futuro?”
Frida tuvo que distraerse para responderle: “Por supuesto que sí.”
“Pues felicidades,” dijo Yael, levantando su bebida para brindar.
Frida también levantó su copa con confianza y respondió al brindis.
Excepto por los ojos de Amelia, que estaban abiertos de par en par observando el
intercambio de felicitaciones, nadie más parecía poder decir algo.
Dorian se mantuvo al margen despreocupado, mirando ocasionalmente a los demás con desinterés, enfocándose más en Amelia y Serena, sin prestar atención al intercambio entre Frida y Yael.
Serena, que no entendía las conversaciones de los adultos, estaba concentrada en su
comida.
Frida estaba tan enfocada en su duelo verbal con Yael que se olvidó del propósito de su
visita.
Yael, que podía hacer dos cosas a la vez, recordó a Dorian al final de la comida: “Sr. Ferrer, el contrato de colaboración con el Sr. Terrén ya está preparado según sus indicaciones. Ya envié el contrato a su correo electrónico, recuerde revisarlo.”
Dorian pausó su comida y lo miró con indiferencia: “No se habla de trabajo durante la comida, ¿no te he recordado eso antes?”
Sin embargo, Amelia lo miraba confundida: “¿Vas a colaborar con Alejandro Terrén?”
“Si,” respondió Dorian con calma, “Tenemos algunos asuntos de negocios.”
Amelia asintió, sin encontrar nada extraño en ello.
Pero Yael, que no podía mantener la boca cerrada ni quería hacerlo, dijo: “Sr. Ferrer creo que en este negocio, debería…”
Antes de que pudiera terminar, Frida le dio una patada sutil debajo de la mesa, recordándole que mirara a Dorian.
Yael inconscientemente levantó la vista hacia su jefe, quién lo miraba con una expresión serena pero con un toque de frialdad distante.
Era una mirada que Yael había visto antes durante su trato con él y tragó en seco, reprimiendo las palabras que estaba a punto de decir.
Si hubiera tenido la oportunidad de estar a solas con Amelia, nunca se habría arriesgado a hablar delante de Dorian sobre el negocio con Alejandro.
Desde que Amelia había regresado, Dorian prácticamente no se separaba de ella y Yael no había tenido la oportunidad de hablar con ella sobre este asunto.
Amelia claramente notó las diversas expresiones en los rostros de los tres, no era lat primera vez, pero también sabía que preguntar no sacaría nada en claro, así que con buen tino evitó indagar y los apuró a comer antes de que los platillos se enfriaran.
A pesar de todo, la comida transcurrió en un ambiente bastante armonioso.
Amelia pensó en aprovechar el momento después de la cena, cuando Dorian llevaría a Serena a lavarse, para preguntarle a Yael. Sin embargo, para su sorpresa, en estal ocasión Dorian no tomó la iniciativa de llevar a Serena, sino que fue ella misma quien la acompañó.
Cuando Amelia salió del baño con Serena, ya había echado a Yael y Frida.
“¿Y los demás?“, preguntó levantando la vista y buscando a sus amigos sin encontrarlos, sin poder ocultar su confusión.
“Se fueron a resolver sus asuntos“, respondió Dorian con un semblante tranquilo, acercándose a ella y a Serena de manera natural, tomando de la mano a la niña, le dijo:
“Yo me encargo de secarle el pelo a Serena, tú descansa un poco.”
Amelia lo miró fijamente y asintió, pero después de pensar un poco, no pudo resistirse a preguntarle: “¿Ustedes tres están escondiéndome algo?”