Capitulo 713
Amelia encontró los ojos de Dorian y en ellos, la expectativa.
Ella recordó aquel dia en el centro comercial cuando el dijo que le habia regalado la pulsera con su nombre grabado a mano.
Pero no habia rastro de ese recuerdo en su memoria.
Ella no podia cumplir con esa expectativa.
“No lo se.” dijo con dificultad, negando con la cabeza, solo recuerdo que arrastraba a una niñia casi de mi edad, corriendo desesperadamente en la nieve, con alguien persiguiéndonos. Ella se cayó y no podia dejarla sola, intenté cargarla pero no pude. Apenas dimos unos pasos antes de caer y rodar por la ladera. Me golpeé la pierna contra una roca y no pude levantarme, pero vi una cabaña y por alguna razón crei que mis padres y mi hermanito estarian alli. Asi que le di la pulsera y le pedi que los buscara. Por alguna razón, después de que ella se fue, nunca volvió. Solo recuerdo esperar sola en la nieve, la oscuridad y luego la luz. una y otra vez, luego…”
Amelia frunció el ceño, forzándose a recordar, pero no venía nada más a su mente, solo el miedo y la desesperación de ver pasar los dias y las noches en soledad.
“Si no puedes recordar, no te fuerces,” Dorian tomó su mano suavemente, impidiéndole pensar demasiado.
Eso le causaba dolor de cabeza.
Amelia lo miró y asintió levemente, aunque su preocupación era evidente. No podía evitar intentar recordar, pero su mente seguía en blanco.
El también estaba preocupado.
¿Quién las estaba persiguiendo?
¿Cómo se encontró Amelia con Fabiana?
Amelia y Fabiana no se conocian de niñas.
Se encontraron con traficantes de personas?
Amelia se habia perdido en un viaje con su familia en el campo.
No se descartó la posibilidad de un secuestro, pero las pistas solo mostraban huellas de Amelia, desapareciendo en un pantano cubierto por una fina capa de hielo.
Era como un abismo negro capaz de engullir a cualquiera.
Por eso, la conclusión de la investigación fue que probablemente se habia caido en el pantano y habia sido tragada por el lodo, no que la hubieran secuestrado.
Pero como nunca se encontró un cuerpo y confiaban en que Amandita no se habría alejado de su familia sin motivo, tanto Dorian como Manuel se negaron a creer que habia muerto en el pantano. Siempre mantuvieron la esperanza de encontrarla.
“¿Y sobre lo que pasó antes de eso?”
Dorian lo pensó y le preguntó suavemente. “¿tampoco puedes recordarlo?”
Amelia negó con la cabeza: “No puedo.”
“No importa,” le sonrió, “lo importante es que has regresado.”
Luego, con un gesto afectuoso y habitual, le despeinó el cabello: “Debió haber sido aterrador en aquel momento.”
Ella sonrio y negó con la cabeza: “No lo recuerdo bien, fue hace mucho.”
El hombre sonrió, sin presionar más.
Una niña de menos de seis años, cansada, hambrienta, herida y dolorida, abandonada en un paraje desolado, ¿cómo no iba a tener miedo? ¿Cómo podria olvidar esa sombra?
La mirada de Amelia ya se había desplazado hacia la pulsera que Dorian sostenia con la punta de sus dedos. No pudo resistir y toco la pulsera, mirándolo: “¿De verdad me la regalaste tú?”
“Si,” Dorian asintió levemente.
“Entonces déjame verla.” dijo Amelia, extendiendo la mano para tomarla.
Él apartó su mano sutilmente, esquivándola
“Está sucia, olvidala,” dijo, “luego te daré una nueva.”
“Pero no es lo mismo,” insistió ella, sin importarle, tomando la pulsera para examinarla de cerca, “para mí, es como recuperar algo perdido, quiero quedarmela.”
Dorian la miró sin decir palabra.
Amelia examinó la pulsera y como si tuviera un sexto sentido, encontró las letras “AM” grabadas en su interior, quedándose perpleja por un momento.
“¿Amelia?“, murmuró, dudando del significado de esas letras.
Dorian la observó y después de un breve silencio, la corrigió: “Amanda.”
Amelia se sobresaltó, mirándolo inconscientemente.
No supo por qué, pero sintió un dolor agudo y constante en el corazón, como si la pincharan con agujas y hasta la cabeza, que solía dolerle de vez en cuando por una vieja herida, empezó a doler también.
Dorian observaba detenidamente su expresión, con voz suave y pausada, le dijo: “Cuando eras pequeña, te llamabas Amanda, ¿te acuerdas?”
Amelia solo sacudió la cabeza con una mirada perdida, su rostro comenzando a mostrar signos de dolor. Él apretó su mano con fuerza y mirándola a los ojos, le dijo lentamente pero con convicción: “Eres Amanda y también Amelia. Solo que en ese lapso de tiempo cuando te perdiste, no pudimos encontrarte y tú tampoco pudiste encontrarnos, olvidaste quién era yo y también te olvidaste de ti misma. Fuiste rescatada y adoptada por otra familia, te convertiste en Amelia. Pero desde el principio hasta el final, has sido Amanda. No importa si eras Amanda o ahora eres Amelia, la persona que he estado buscando siempre has sido tu.”