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Mi Frío Exmarido Capítulo 705

Capítulo 705

No estoy flaca, estoy bien, no te preocupes madrina.”

Amelia respondió con una sonrisa incomoda, no muy acostumbrada a ese tipo de atención en público Pero Miranda era extremadamente cariñosa y espontánea, tomó su mano y la miró de arriba abajo: “Yo te veo más delgada, tú siempre escondiendo las cosas, ¿eh?”

“No, de verdad, estoy bien, no te preocupes.”

Amelia solo podía sonreír para calmarla y su mirada se desvió involuntariamente hacia Dorian.

Él fruncía el ceño, sus ojos negros vigilaban a Miranda con cautela, parecía una gallina protegiendo a sus polluelos de un águila invasora.

Ella le sonrió para tranquilizarlo.

Dorian le devolvió la mirada, pero la tensión en su cuerpo no desapareció, seguía observando a Miranda con recelo.

Para Miranda, parecía que solo existía Amelia, después de asegurarse de que estaba bien, finalmente se volvió hacia Fabiana y Otto, dándoles apenas un vistazo.

Ambos la estaban examinando.

Fabiana la miraba con curiosidad y confusión, no reconocía a la mujer.

Se sorprendía por el afecto y el cuidado que esa mujer mostraba hacia Amelia.

Otto sí conocía a Miranda, de hecho tenían cierto trato.

Pero no recordaba que Miranda tuviera alguna relación con Amelia. Su confusión se mezclaba con pensamientos profundos.

Desde el borde de la multitud, Cintia también fruncía el ceño, no se le había escapado que Amelia llamó a la mujer “madrina“. Recordó que en los informes de investigación de Eduardo se mencionaba a esa mujer, supuso que debía ser la madre de Alejandro Terrén.

Obviamente Miranda adoraba a Amelia y Cintia no creía que una familia como esa fuera a consentir tanto a una chica que fuese una extraña para ellos, a menos que no fuera la verdadera Amelia.

Cintia miraba a Amelia con ojos analíticos, aunque no podía deducir nada de ella.

Amelia también fruncía ligeramente el ceño, observando a Miranda con cautela.

No estaba segura de qué iba a hacer.

Miranda simplemente miró a Fabiana y Otto con indiferencia, luego preguntó: “¿Y estos quiénes son? Haciendo tanto escándalo en público, qué mal se ve.”

Luego se volvió hacia Amelia: “Vámonos, te voy a llevar a comer algo rico.”

Tomó a Amelia para irse.

Dorian extendió su brazo para detenerla: “Disculpe, Sra. Terrén, mi esposa aún tiene compromisos, no puede irse con usted ahora.”

Amelia asintió: “Madrina, estoy atendiendo a un cliente ahora, después tengo que volver, ¿qué tal si te contacto luego?”

Miranda se giro hacia ella: “¿Qué cliente ni que nada? Acabas de recuperarte de una enfermedad, se te ha dicho muchas veces que no debes sobreexigirte. ¿Ni siquiera tú misma te tomas en serio tu salud?”

“Si, le sé, no te preocupes.” Amelia la calmó con voz suave, “Solo voy a comer con el cliente, no es nada agotador”

“Entonces yo entro contigo.” Dijo Miranda, “Si estoy frente a ti, estaré más tranquila. Te salvé la vida con mucho esfuerzo, no puedo permitir que la pierdas así como así.”

Amelia se quedó sin palabras.

Involuntariamente, levantó la mirada hacia Dorian.

Él miró a Miranda con calma: “Sra. Terrén, le agradezco mucho por haber salvado a Amelia. De hecho, planeabamos ir a su casa esta tarde para darle las gracias personalmente, pero ya que nos encontramos por casualidad, por qué no entramos y nos sentamos juntos.”

Miranda lo miró fríamente.

*No hace falta agradecer.” Dijo secamente, “No tengo ningún trato contigo y no quiero esa comida, solo quiero sentarme con mi ahijada y ponernos al día.”

Miranda ya se había volteado hacia Amelia, suavizando su voz en una súplica: “Meli, cambié todos mis planes por ti. He estado aguantando estos días sin venir a verte, porque no quería molestarte, pero no he podido dejar de preocuparme. ¿Me acompañas un ratito, por favor?”

“Yo…”

Frente a la mujer que le había salvado la vida y se había ocupado de ella hasta su recuperación con tanto cuidado, negarse le provocaba una fuerte sensación de culpa, como si fuera una ingrata.

“Está bien.” Asintió suavemente, pero aun así incluyó a Dorian, “Él también podría venir con nosotras, quiero presentárselo formalmente.”

Inicialmente, Amelia había pensado en llamarlo “Sr. Ferrer“, pero recordando la hostilidad de Miranda hacia Dorian, se forzó a cambiar y llamarlo de forma informal.

Dorian le echó un vistazo, sin decir nada y sin esperar que Miranda hablara, ya estaba señalando la entrada del restaurante contiguo: “Sra. Terrén, por aquí, por favor.”

Miranda frunció el ceño con desagrado, estaba a punto de decir algo, pero Amelia ya la había enganchado del brazo, empujándola hacia el lado con una semi–forzada determinación: “Vamos, madrina.”

La mujer no tuvo más remedio que seguirla.

Al girarse, Amelia miró instintivamente hacia donde estaban Fabiana y Otto, solo para darse cuenta de que ya no estaban allí; obviamente habían aprovechado el momento de distracción con Miranda para irse sin decir una palabra.

Dorian también miró hacia donde habían estado parados, su expresión no cambió, pero ya estaba levantando la vista hacia el borde de la multitud.

Era alto y su mirada fácilmente se abría paso a través de la gente, luego, en la entrada de la escalera mecánica que bajaba a otro piso, vio a Fabiana empujando desesperadamente a Otto escaleras abajo, apurándolo hacia adelante y evitando que mirara hacia atrás.

Dorian retiró su mirada fríamente, pero al hacerlo, vio a Cintia subiendo por la escalera mecánica.

Frunció el ceño involuntariamente.

Cintia parecia nerviosa y no podía evitar mirar hacia atrás de vez en cuando, con una alerta que denotaba inseguridad. Bajo esa sensación de culpabilidad, su mirada accidentalmente se encontró con la de Dorian.

Cintia retiró su mirada abruptamente, su apuro hizo que Dorian frunciera el ceño de nuevo, pero la situación actual no le permitía distraerse para investigar más.

Miranda ya había llegado a la entrada del restaurante, hablando cariñosamente y sin parar, sosteniendo la mano de Amelia, aislando a Dorian de manera intencionada.

Él no dejó que su molestia se mostrara y pidió a un mesero que les preparara una mesa. Después de que las mujeres se sentaron, se dirigió a Amelia: “Quédate aquí un rato con la Sra. Terrén, voy a hablar un momento con Jacinto y vuelvo enseguida.”

“Mejor voy contigo.”

Amelia también se levantó. “Jacinto es mi invitado, no puedo descuidarlo.”

Dijo eso y se volvió hacia Miranda, disculpándose: “Madrina, mi cliente todavía está esperando en el restaurante de al lado, voy a despedirme rápido. Usted quédese aquí un momento y pida algo para comer, nosotros volveremos pronto.”

Le pasó el menú: “Vea qué le gustaría comer, pida lo que quiera, no sea tímida con nosotros. Ya volvemos.”

Con esas palabras y sin darle a Miranda la oportunidad de hablar, tomó a Dorian de la mano y se apresuraron a salir.

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