Capítulo 638
Frida estaba en casa acompañando a Serena.
Serena jugaba con los bloques de construcción en el tapete de la sala, en silencio, sin energia y desanimada mientras Frida la observaba.
Aunque Frida miraba a Serena, su mente estaba llena de recuerdos de los dos años que pasaron en Zúrich, cuidando de Serena junto a Amelia. No podia evitar sentir un nudo en la garganta y las lágrimas brotaban sin control.
El hallazgo de un cuerpo en el mar por parte de la policia la habia dejado con un peso en el corazón, imposibilitándola de trabajar o llevar una vida normal. Cada vez que pensaba en Amelia, no podia contener el llanto.
Creia que después de tanto tiempo, había aprendido a aceptar la ausencia de su amiga, pero ahora se daba cuenta de que solo se habia estado engañando.
La confirmación de su muerte era mucho más devastadora que la falta de noticias.
Solo de pensar que Amelia ya no estaba en este mundo, hacia que sus lágrimas fluyeran sin control imposibles de detener.
En los últimos dias, a menudo se preguntaba si hubiera podido evitar que Amelia regresara, ¿habría podido prevenir lo que pasó?
Habian sido felices los dos años en Zúrich y Serena también era feliz.
Pero ahora su amiga no estaba.
Involuntariamente, miró hacia Serena, quien aún abrazaba fuertemente el osito de peluche que Amelia le habia regalado. sin querer soltarlo, sin mostrar la alegria y felicidad que debería tener una niña de su edad.
Frida recordó que hacia mucho tiempo que no veia sonreír a la niña.
Siempre era tranquila y obediente, como había sido Amelia, pero su madurez hacia que a Frida le doliera el corazón.
Al darse cuenta de que Frida la miraba, Serena pausó su juego con los bloques y lentamente volteó hacia ella, con una mirada algo confusa y perdida.
Frida no pudo evitarlo, Serena vio sus ojos rojos y las lágrimas.
“¿Madrina?” La niña la llamó con voz suave, llena de desconcierto.
“¿Qué te pasa?”
Preguntó, dejando los bloques a un lado, pero sin soltar el osito de peluche, se puso de pie temblorosa para ofrecerle a Frida algunos pañuelos de papel que habia tomado de la mesa.
“Gracias, Serena.” Frida la abrazó con un sollozo, “no me pasa nada, solo fue que me entró una basurita en el ojo.”
“Ah.” Serena asintió, sin entender del todo, pero sin hacer más preguntas.
Marta limpiaba los muebles cerca de alli y también notó los ojos enrojecidos de Frida, sintiéndose igualmente afectada.
Ella había observado las reacciones de Dorian y Frida esos dias, compartiendo su tristeza.
El cuerpo encontrado en el mar también la había hecho enfrentar la realidad de que Amelia nunca regresaria.
Si ella, siendo una extraña, se sentía tan afectada, ¿qué sería para toda la familia?
Entendia su dolor y no quiso interrumpirla, hasta que vio que el celular de Frida en el tapete se ilumino y le avisó: “Frida, tu teléfono.”
Siguiendo el sonido, Frida se giró y vio que era Yael quien llamaba. Se sonó la nariz y trató de recomponerse antes de contestar la llamada.
“¿Dónde estás ahorita?”
Apenas contestó, la voz emocionada de Yael sono al otro lado del teléfono.
“Estoy en casa.” Comparada con la evidente alegria de Yael, la voz de Frida sonaba tranquila, casi sombria, “¿Pasa algo?”
“Ven rápido al hospital y trae a Serena contigo, apúrate.” Dijo Yael. ”
Frida trunció el ceño: “¿Ir al hospital? ¿Para qué? ¿Quién puede estar tan feliz en un hospital?”
Luego, al recordar que le habla dicho que llevara a Serena, pensó instintivamente en Dorian y su tono de voz se tensó de preocupación: “¿Le pasó algo a Dorian? No, espera, ¿por qué estarias feliz si le pasó algo a tu jefe?”
“No es eso, el Sr. Ferrer está bien.” La voz de Yael seguia rebosante de alegría y urgencia. “Solo hazme caso. Ven ahora. mismo con Serena al Hospital del Puerto, en la zona de observación de la Alameda, habitación 302. Te espero abajo.” “Pero está muy lejos.” Frida no pudo evitar fruncir el ceño de nuevo, sin tener ni idea de que sorpresa le tenia preparada Yael
“No te preocupes, le dije al chofer que las pase a buscar, llega en cinco minutos, dijo Yael. “Arregla rápido a Serena y ven, ¡tienen que venir! Hay una noticia increible esperándolas.”
Frida se quedó sin palabras.
Desde el otro lado de la línea, Yael ya estaba diciendo: “Bueno, no te entretengo más, para que no te pierdas la llamada de Luis. Apúrate en arreglarte y no te olvides de traer a Serena.”
“Ah.”
Frida respondió confundida, sin poder descifrar cuál era la gran noticia que mencionaba Yael, pero igual miró a Serena y le dijo que tendrian que salir un momento, preguntándole si queria ir.
Ella no se atrevió a decir directamente que iban al hospital, temiendo que Dorian hubiera tenido otro percance.
No habia olvidado que la última vez Dorian vomitó sangre, Serena no se despegó de su cama en el hospital, temiendo que algo le pasara.
Pero la alegria de Yael y un problema con Dorian no parecían tener lógica.
Serena tampoco preguntó a dónde iban, pero ya estaba asintiendo con obediencia: “Está bien.”
“Entonces, vamos a cambiarnos.”
Frida se levantó con Serena y volvieron a la habitación a cambiarse. Justo en ese momento sono el teléfono, era el chofer.
Ya estaba abajo del edificio esperando.
Frida llevó a Serena al auto y se dirigieron rápidamente hacia el Hospital del Puerto en las afueras de la ciudad.
En la habitación del hospital.
La ausencia de Yael dejo la habitación en un breve silencio.
Amelia no sabia si era porque Dorian todavia le resultaba desconocido, pero aún no se acostumbraba a estar a solas con él
El tema interrumpido anteriormente se había vuelto un poco incómodo para retomar después de la pausa emocional. Él, notando su cansancio, le habló con suavidad: “Duerme un poco más.”
Amelia asintió: “Vale.”
Se acurrucó entre las mantas y Dorian se acercó para acomodarlas alrededor de ella.
La proximidad entre ellos disminuyó por el gesto, pero Amelia todavia no estaba acostumbrada a esa cercania.
“Esto…” Sin poder evitarlo, apretó un poco la manta, bajando la mirada y preguntándole en voz baja, ¿puedo ver una foto de la bebé?”
Era demasiado extraño para ella llamarla “nuestra hija” directamente, asi que optó por decir “la bebé“.