Capítulo 540
Durante varios dias, a excepción de aquella bufanda que quedó enredada en las ramas, Amelia parecía haber desaparecido por completo de este mundo, sin dejar rastro alguno.
Dorian recorrió personalmente todos los pueblos cercanos, pero nadie habla rescatado a nadie del río y no habia ninguna información sobre Amella.
Frente a una recompensa de diez millones de dólares, todos estaban tentados, pero nadie podía proporcionar una pista valida.
Amelia tampoco habla llamado.
Si ella estuviera viva, habría hecho una llamada.
Durante esos dias, Dorian no se separaba de su celular ni un momento y no dejaba que la bateria bajara del cincuenta por ciento; respondia a cualquier llamada con desesperación, temiendo perder la llamada de Amelia.
Pero no hubo ninguna.
La voz familiar de Amelia nunca volvió a sonar en su teléfono.
Se habla evaporado de este mundo en completo silencio, sin dejar ni una palabra atrás.
Podia no quererlo a él, pero no podía abandonar a su hija.
Serena era su vida.
Por lo tanto, si no fuera porque no podia, ella no habría dejado a su hija,
Serena, al parecer, también sentia que algo sucedia. Esos dias estaba inusualmente callada, aferrándose al osito de peluche que Amelia le habia regalado sin soltarlo y ni siquiera habia preguntado cuándo volvería su mamá. Solo abrazaba su juguete en silencio, hablando con él en su habitación.
Solo por las noches, cuando las pesadillas la despertaban, lloraba buscando a su mamá.
Cada noche despertaba llorando y entre sollozos, pedia a su mamá.
Dorian solo podia abrazarla y consolarla una y otra vez, con el corazón desgarrado de dolor.
Desde que Amelia se fue, él también comenzó a pasar noches en vela, incapaz de dormir. Cada vez que cerraba los ojos,
la imagen de Amelia llenaba su mente: tranquila, dulce, trabajando seriamente. Cada aspecto de ella era vivo y vibrante, como si estuviera justo frente a él. Pero al abrir los ojos, solo quedaba el frio aire y nada más.
Ese sentimiento se intensificó al volver a la casa que compartia con Amelia.
En cada rincón de la habitación había huellas de ella, su esencia estaba arraigada, pero ella ya no estaba.
Dorian no podia soportar estar en esa habitación ni un segundo más, la sensación de que las cosas seguian alli pero ella no, era demasiado dolorosa, tanto que casi le impedia respirar.
Pero no podía soportar dejar esa casa que aún guardaba su presencia y su esencia.
Casi como un masoquista, se movía por la habitación y el tiempo comenzaba a sentirse largo y tortuoso.
Serena probablemente sentia lo mismo.
Al volver a casa y abrir la puerta, se detuvo en la entrada, mirando la habitación vacia, luego se giro lentamente para preguntarle con voz suave: “Papá, ¿crees que mamá ya estará en casa esperándonos?”
Las palabras inocentes hicieron que los ojos de Dorian se llenaran de lágrimas nuevamente.
Él no dijo nada, no podia.
La habitación seguia siendo la misma, tal como Amelia la habla dejado, pero ella ya no estaba.
Por la noche, Dorian baño a Serena casi mecánicamente, le lavó el cabello y la acostó a dormir.
Esas tareas, que habia aprendido recientemente, se volvieron mecánicas y tediosas.
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Capitulo 540
No era la primera vez que hacia estas cosas sin Amelia en casa; cuando ella viajó por trabajo, él se las arreglo de la misma manera, pero aun cuando pensaba que se iría, en su corazón sabia que ella volveria.
No entendia, ¿por qué no había sido más amable con ella en ese momento?
¿Por qué se había enojado porque insistia en irse?
Habria sido mejor dejarla ir en ese momento.
Al menos ella podria estar en otro rincón del mundo, viviendo sin ser molestada.
Él podría haberla buscado lentamente para encontrarla de nuevo.
Pero ahora no tenia esa oportunidad.
Cuando el familiar y agudo dolor volvió a atacar, Dorian se obligó a desviar la mirada de la cara dormida de Serena, tan parecida a la de Amelia, se levantó y se dirigió al armario para tomar un pijama y asearse.
Al abrir la puerta del armario, la caja fuerte familiar también apareció ante sus ojos.
De repente, recordó a Amelia parada frente a la caja fuerte la noche antes de irse, perdida en sus pensamientos.
Él también se quedó mirando la caja fuerte por un momento, luego extendió lentamente la mano hacia ella.
Nunca habia abierto la caja fuerte de Amelia, igual que nunca había husmeado en su celular.
Pero conocía la contraseña.
Introdujo la combinación y la puerta de la caja fuerte se abrió.
Un joyero antiguo capturó su atención.
Dorian lo miró ensimismado por un momento, luego extendió su mano lentamente, sacó el joyero y lo abrió.
sus ojos. El colgante algo antiguo de la Virgen María apareció ante sus o
Se quedó petrificado.
“Hermanito. Si me lo regalas, ¿qué vas a hacer sin la bendición de la Virgen Maria protegiéndote?”
Las palabras suaves y juveniles de Amandita atravesaron los años, resonando suavemente en sus oidos.