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Mi Frío Exmarido Capítulo 519

Capítulo 519

Queria ser duro y entregarla a Marta, pero al ver su carita Horosa casi sin aliento, se detuvo en seco

La levantó en brazos y le ordenó a Marta: “Ven tú también.”

“Está bien.” Marta asintió y se levantó para recoger su ropa.

“No hace falta recoger nada, no hay tiempo.” Dorian salió con Serena en brazos.

Al pasar por la entrada, Serena vio el muñeco de tela que Amelia le había regalado, lo agarró rápidamente y lo abrazo, bajando las escaleras junto a Dorian.

Frida acababa de regresar de un compromiso y se encontró en el estacionamiento subterráneo con Dorian, Serena y Marta, que estaban a punto de subirse al auto.

“¿A dónde van tan tarde?”

Frida preguntó sorprendida, sin poder evitar mirar su reloj. Ya pasaba de la medianoche.

Dorian se giro al escucharla y vio que era Frida.

“Vamos a Valverde.”

Dijo, mientras abría la puerta del coche y ponía a Serena adentro, intentó llamar a Amelia otra vez con su celular, pero seguia fuera de servicio.

El ceño de Dorian estaba casi enredado en un nudo.

Aunque el proyecto del resort de estilo tradicional estaba ubicado en las afueras, había torres de señal cerca y la cobertura de celular siempre habia sido buena.

Frida también notó que Dorian estaba intentando llamar a Amelia y que la llamada no se conectaba

Ella frunció el ceño: “¿Qué pasa? ¿No puedes comunicarte?”

Intentó misma llamar a Amelia desde su móvil, pero tampoco pudo

Dorian abrió con fuerza la puerta del conductor y llamó a Yael.

El teléfono de Yael sono una vez antes de ser contestado.

“Sr. Ferrer, no sé qué pasa, no puedo contactar a nadie en la obra.”

Antes de que Dorian pudiera hablar, la voz ansiosa de Yael ya resonaba, “He estado buscando a varias personas y todos sus teléfonos están fuera de servicio o temporalmente inaccesibles, no sé qué está pasando.”

El rostro apuesto de Dorian se volvió frio de repente: “Alguien puso un inhibidor de señal en la obra.”

Frida también comenzó a sospechar que algo andaba mal. Al ver que Dorian ya se había puesto el cinturón de seguridad y estaba a punto de arrancar el coche, se apresuró a tocar la ventana.

“Espera, yo también iré con ustedes.” Dijo apresuradamente.

Dorian no la miró, pero ya habia bajado el seguro central.

La puerta bloqueada se abrió con un clic y Frida rápidamente subió al coche. Antes de que pudiera acomodarse, el coche ya estaba en marcha..

“Reporta a la policia ahora, ide inmediatol, ordenó Dorian con calma, “diles que la obra está operando ilegalmente fuera del horario permitido, causando molestias, que la policia se haga cargo.”

“De acuerdo.”

Frida colgó el teléfono y Dorian, liberando una mano del volante, presionó el acelerador más a fondo.

El paisaje de la carretera pasaba zumbando por la ventana.

Frida no pudo evitar mirar el perfil de Dorian.

Él estaba tenso, más tenso que nunca, con un rostro apuesto tan frio como solemne.

Las venas de la mano sobre el volante se marcaban y su mano temblaba ligeramente.

En la oscuridad del coche, Frida no podia verlo claramente.

Pero aun así se sentia asustada por la reacción de Dorian y miró su tenso rostro, preguntándole ansiosamente: “¿Qué está pasando? ¿Por qué alguien pondría un inhibidor de señal? ¿Corre peligro Meli?”

Dorian no respondió, pero sus palmas ya estaban agarrando firmemente el volante.

Las venas del dorso de su mano latian bajo la luz de la calle.

Serena, quizás asustada por la tensa atmósfera del coche, ya estaba agarrando fuertemente la mano de Frida con su pequeña mano, sus uñas casi se clavaban en su piel.

“Mamá,” La voz ronca de Serena, con un tono lloroso, resonó bajo en el silencio del coche, “Quiero a mamá,” Frida rápidamente la abrazó y la consoló en voz baja: “Serena, querida, pronto veremos a mamá.”

Dorian miró a Serena a través del espejo retrovisor del coche.

A pesar de los esfuerzos consoladores de Frida, la pequeña todavía tenia lágrimas y ansiedad en su rostro.

Al igual que él, llevaba el corazón colgado en alto, sin poder asentarlo en tierra firme.

Dorian jamás imaginó que Eduardo se iba a meter de sopetón en el asunto.

Sin su respaldo, nadie se atrevería a tomar el riesgo de empezar el trabajo.

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