Capitulo 514
“Ah, ya llegué, dijo Amelia. Estoy a punto de registrarme en el hotel.”
Aún se podian escuchar los pasos y el sonido de las maletas siendo arrastradas al fondo.
“Oye,” Amelia continuo, Marta te llamo? ¿Cómo está Serena ahora, sigue llorando?”
“Ya no llora, acaba de comer y se durmió, respondió Dorian en voz baja
“Menos mal” ella suspiro aliviada. “No sé qué le pasa estos días, nunca había sido tan pegajosa conmigo, siempre se portaba bien cuando yo viajaba.”
“Ella dijo que tú no la abandonarias, comento Dorian, su voz era tranquila, pero al decir esas palabras, su respiración se detuvo por un momento, atento a la reacción al otro lado del teléfono.
Amelia se sorprendió: “¿Por qué pensaría eso? Nunca había sido asi, alguien le metió esas ideas en la cabeza? Siempre fue segura de si misma.”
“Después hablare con Marta, dijo Dorian, encontrando un extraño consuelo en sus propias palabras. Amelia, sin saber lo que Dorian pensaba, asintió en acuerdo: “Si, pregúntale.”
“Vale, Dorian contestó, y sin prisa por colgar, le preguntó suavemente, “¿Tienes más trabajo por allá esta noche?”
Ella respondió: “Solo voy a revisar los preparativos en el lugar y si no hay problemas, regresaré al hotel a descansar. Tengo que volver mañana temprano.”
“Yael pasará por allá más tarde, si hay algún problema, déjaselo a él, mencionó Dorian. “No te exijas demasiado, recuerda descansar”
“Está bien,” dijo Amelia y al fondo se escuchó cómo llamaba un taxi.
Dorian no quiso distraerlo más, asi que después de algunas palabras de cuidado, colgó el teléfono.
Marta estaba ocupada en la cocina.
Dorian se acercó y le preguntó si alguien habia molestado a Serena en esos días o le habia dicho que su mamá no la queria.
Después de pensar un rato, Marta negó con la cabeza: “No.”
“¿Han visto a algún desconocido últimamente?“, preguntó Dorian.
Marta reflexionó y luego, como si recordara algo, dijo: “Ah, si, hace un par de dias, cuando estábamos cerca del centro comercial de su empresa, nos encontramos con uno, pero no era un extraño. Fue el mismo señor que fue a su oficinal la primera vez que Serena lo visitó.”
La frente de Dorian se frunció al instante, ¿Eduardo?
“¿Habló con Serena?, preguntó Dorian.
Marta nego: “No, solo la miraba fijamente. Pero ella parecia tenerle miedo, se agarraba de mi mano y se escondía
detrás de mi”
Dorian inquirió: “¿Y luego?”
La niñera continuó: “El señor pareció molesto y le dijo de manera brusca ‘¿por qué te escondes?, pero no se acercó, solo murmuro algo…
Marta vaciló al mirar a Dorian, dudando si continuar.
El la miró: “¿Qué dijo?”
“Comentó que las mujeres sin gracia no pueden criar hijos animados y extrovertidos, que mejor los dejaran a su familia
sy para que los educaran, la voz de Marta se apagó, y no pudo evitar echarle un vistazo a Dorian mientras hablaba, “parecia ocupado y se fue con alguien que parecia su asistente después de decir eso. No he tenido la oportunidad de mencionárselo a Amelia.”
“Mejor no le digas por ahora,” sugirió Dorian, su rostro sereno no revelaba lo que pensaba.
Marta asintió: “Vale. Después de que se fueron, Serena también me pidió volver a casa, no parecia fuera de lo común y no pidió ver a su mamá.”
“Entendido, dijo Dorian asintiendo, “si lo vuelves a ver a él o a alguien que no sea amable con Serena, llámame.”
“Por supuesto,” respondió la niñera con respeto.
El giro para mirar a Serena, que seguía dormida en la cama, preguntándose si su reciente comportamiento se debía al encuentro con Eduardo o si habla tenido una pesadilla que la llevó a actuar de manera tan inusual.
Bajo esos ojos oscuros y serenos se escondia un atisbo de frialdad. Dorian echó un vistazo a su reloj y tras encargarle a Marta que cuidara bien de Serena, salió de casa.
Se dirigió a la residencia actual de Eduardo y Cintia.
Apenas cruzó el umbral de la puerta, se encontró con el asistente de su padre, quien estaba empacando las pertenencias de Eduardo.
Con una ligera arruga en su frente, Dorian preguntó con curiosidad: “¿A dónde van?”
