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Mi Frío Exmarido Capítulo 449

apítulo 449

Capítulo 449

Amelia se detuvo instintivamente, echando una mirada hacia Dorian.

Él también hizo una pausa breve, dirigiendo su vista hacia los hombres de espalda en la mesa cercana.

La voz de Rufino seguía fluyendo: “Ustedes con sus verdades a medias, me tienen todo confundido, mejor dime de una

vez.”

“Es verdad.” Dijo Lorenzo, su voz sonaba algo distante, “Fuimos a hacernos la prueba de paternidad juntos al hospital.”

Rufino se sorprendió: “¿Qué?”

Amelia también miró hacia Dorian.

Ella vio que la calma en el apuesto rostro de Dorian se desvanecía, su expresión se atenuó, pero solo por un instante. Al ver la mirada de Amelia, su expresión pareció congelarse por un momento.

Ella simplemente presionó sus labios en una cortesía, esbozando una sonrisa leve, sin decir una palabra.

El camarero, viendo que ambos se habían detenido, se giró confundido y les llamó: “¿Señora? ¿Señor?”

Serena también miró confundida hacia ellos: “¿Papá? ¿Mamá?”

La voz familiar que entraba desde la puerta resonó en los oídos de los dos, Rufino reconoció la voz de Serena y se detuvo en seco.

Lorenzo miró confundido: “¿Qué sucede?”

Rufino sacudió la cabeza, pero su expresión era más sombría que antes. No dijo nada, se levantó y se volteó, viendo a Dorian, Amelia y Serena que ya habían pasado.

Les sonrió a los tres y les saludó: “Dori, Amelia, ¿también vinieron a comer aquí?”

Ella se giró para mirarlo y asintió con una sonrisa: “Sí, la pequeña quería probar los antojitos de aquí, así que vinimos a

echar un vistazo.”

Rufino señaló hacia su mesa con la mano: “Entonces vengan, siéntense con nosotros, comamos juntos.”

Dorian se giró hacia él y rechazó la invitación: “No hace falta.”

Mientras hablaba, su mirada ya se había posado en Lorenzo, que también se había volteado.

Lorenzo también echó un vistazo a Dorian, pero no dijo nada.

Él supuso había escuchado la conversación anterior y no había necesidad de más explicaciones, los hechos eran los

hechos.

Dorian tampoco lo saludó, simplemente se despidió de Rufino y fue a su mesa con Amelia y Serena.

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Rufino no pudo discernir el estado de ánimo de Dorian por su calma, pero no era apropiado preguntar, especialmente con Amelia presente.

De hecho, no importaba que Dorian hubiera escuchado, lo importante era que Amelia también lo había hecho.

Entre los dos siempre había estado la sombra de Amanda.

Tampoco podía descifrar nada del rostro sereno de Amelia.

De vuelta en su mesa, Amelia y Dorian no parecían haber sido afectados por el incidente y como siempre, se dedicaron de lleno a acompañar a su hija.

La niñita, joven e ingenua, no entendía las conversaciones profundas de los adultos.

La simple compañía de sus padres ya la hacía inmensamente feliz.

Después de la comida, ambos llevaron a Serena al parque de diversiones del centro comercial, donde se divirtió hasta cansarse. No fue sino hasta las nueve y algo, cuando empezó a bostezar, que regresaron a casa, como cualquier otra familia típica.

12.22

Al llegar a casa, Amelia como de costumbre, llevó a Serena a bañarse, mientras Dorian atendia una llamado en el balcón, ocupándose de asuntos de trabajo.

Luego, cada uno se duchó y se fue a la cama a descansar

Ninguno habló del asunto.

Debido a que no habia dormido bien la noche anterior, Amelia se quedó dormida rápidamente.

Dorian en cambio, no lograba conciliar el sueño, con los ojos abiertos en la oscuridad, mirando fijamente el techo. Su mente repetía la frase de Lorenzo, “Es verdad, fuimos a hacernos la prueba de paternidad juntos al hospital Senila una mezcla de emociones, en su cabeza pasaban Imágenes de una joven Amanda consolándolo después de la muerte de su madre, de Amelia de diecisiete años con un toque juguetón en su seriedad y de la Amelia actual, siempre tranquila y de pocas palabras. Por primera vez, tuvo que separar con claridad y lógica a ambas mujeres en su corazón.

La prueba de paternidad de Lorenzo y Fabiana destrozó todas sus fantasias, obligándolo a enfrentar todas esas realidades que no quería ni siquiera considerar.

Ambos ya habían ido personalmente al hospital, y con los resultados previos de las muestras de cabello, era evidente que tendrían que hacerse una prueba de sangre para confirmar.

Esa dura verdad dejó a Dorian sintiendo un vacío por dentro, acompañado de un ligero pesar

Su mirada se desvió involuntariamente hacia Amelia, que ya estaba dormida. Los recuerdos de esa niña tranquila y encantadora se desvanecían poco a poco, como si los arrancaran de ella.

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