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Mi Frío Exmarido Capítulo 362

Capítulo 362

Amelia no dijo nada.

Rufino no pudo evitar mirar a Dorian y le dio unas palmaditas consoladoras en el hombro.

Él lo miró de reojo: “Tú también eres cómplice”

Si no hubiera sido por él, que trajo a Amelia expresamente para corroborar su historia, Dorian no habría dejado de lado sus sospechas tan rápido.

“¿Quién iba a pensar que ustedes dos saben divertirse tanto?” Dijo Rufino, y no pudo evitar lanzar una mirada de súplica a Amelia.

Amelia fingió no verlo, afortunadamente el ascensor ya habia llegado al sótano y con un “ding“, las puertas se abrieron. Ella fue la primera en salir.

Rufino y Dorian la siguieron.

Alver a Serena aún con sus grandes ojos llenos de curiosidad Rufino no pudo resistirse a querer pellizcar sus mejillas regordetas, pero antes de que pudiera tocarla, Dorian le dio un manotazo

“Están llenos de gérmenes!”

Rufino se quedó sin palabras.

“¡Qué tacañol” Murmuro Rufino, pero no pudo resistirse a mirar la cara tranquila y guapa de Dorian. “Dime, ¿cómo se siente tener una hija? ¿No es una sensación increible?

Dorian lo miró con indiferencia: “Claro. ¿Por qué no te apuras y tienes una?”

Rufino replico: “No te pases!”

Dorian lo ignoró y siguió a Amelia con Serena en brazos hacia el restaurante.

Era la hora del almuerzo, y ya había mucha gente en el restaurante.

Todos venian de sus oficinas, con los dulces de celebración aún en sus escritorios y la noticia de “El presidente feliz con su nueva hija se difundía como un virus por la empresa.

Después de todo, eran empleados veteranos de la compañía y durante años no habian escuchado un chisme de amor sobre Dorian, por lo que la llegada repentina de esa gran noticia los tomó por sorpresa, hasta comian discutiendo y chismorreando al respecto.

Amelia, que iba delante, escuchó a todos hablando sobre quién podria ser la esposa del presidente e incluso algunos ya estaban inventando una historia de amor de cuento de hadas entre el presidente y su esposa, con tonos de envidia y anhelo.

Se sintió extremadamente incómoda y buscó a Dorian con la mirada, pensando en ir a comer afuera.

Pero ya era demasiado tarde, Dorian ya había entrado con Serena en brazos

La mayoría lo reconocía y cuando el centro de atención apareció de repente cargando a una hermosa niña, la gente de inmediato se emociono, como reporteros que olfatean una noticia, avisándose unos a otros con ojos brillantes; solo faltaba que sacaran sus teléfonos para capturar el momento y compartirlo con otros.

Amelia, al ver la emoción de la multitud como si estuviera ante una celebridad, se sintió aún más incómoda, sin saber si quedarse o irse.

Nunca habia sido el centro de atención en su vida, no estaba acostumbrada y tampoco le gustaba.

En su oficina habia sido un accidente, con Serena llegando de repente y sabiendo que no tendría tanto impacto con los colegas, ya que el trabajo seguiria siendo el mismo, pero ahora que estaba en el comedor y la gente hablaba de ella, sentia que el titulo de “esposa del presidente” se había fijado en su cabeza y no se lo podría quitar, temiendo que incluso caminando por la calle la gente la saludarla con respeto como “la esposa del presidente“, y entonces seria aún más difícil aclarar la situación o dejarla asi

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Donan también noto su incomodidad.

Habia decidido revelar la identidad de Serena sin pensar demasiado, simplemente para cortar de raiz las esperanzas de gente como Julia.

Pero no había considerado que Amelia podria verse afectada.

Después de un momento de reflexión, se inclino hacia Serena y le dijo: “¿Qué tal si comemos afuera, te parece?”

La niña asintió: “Si”

Antes de llamar a Amelia, Dorian la detuvo y le susurró al oido: “Vamos a salir y luego llamamos a mama.”

Serena lo miró confundida, pero aun asi asintió.

Luego le dijo a Rufino: “Vamos a comer afuera.”

Sosteniendo a Serena, salió y sacó su teléfono móvil para llamar a Amelia.

“Vamos a comer afuera,” dijo.

Ella asintió: “Está bien.”

Al ver que se habian alejado lo suficiente, salió de su escondite.

Dorian había reservado un salón privado en un restaurante cerca de la empresa. Cuando Amelia llegó, él ya estaba alli abrazando a Serena, ambos sentados frente a la mesa.

Pero no había rastro de Rufino.

Amelia miró a su alrededor instintivamente: “El Sr. Rufino no ha venido?”

“Está afuera hablando por teléfono, respondió Dorian con una sonrisa picara. “Dice que ver a nuestra pequeña familia le da envidia por ser soltero y que va a llamar a Yael para que le haga compañia.”

Amelia no pudo evitar soltar una risita ante el comentario.

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