Capítulo 342
Dorian miró hacia Amelia.
Con el corazón a mil, Amelia miró su celular y con una voz suave le dijo: “Mami ya va para allá.”
Al instante, Serena se calmó: “Está bien, aquí estaré esperándote, mamd.”
Hasta su voz scaó mucho más relajada.
“Está bien.”
Dijo Amelia en voz baja y colgó el teléfono,
Dorian soltó la mano que la retenía y la ayudó a sentarse bien, luego abrió la puerta del coche y juntos se dirigieron hacia el auto de Yael.
Yael también había abierto la puerta y junto con Frida, ayudaban a Serena a bajar del coche.
Serena se acurruco en los brazos de Frida y al verlos acercarse, llamó a Amelia con inquietud: “Mamita“, luego miró a Dorian con nerviosismo, dudando antes de llamarlo: “Señor.”
Dorian le regalo una sonrisa y le extendió los brazos: “Serena ven, déjame darte un abrazo”
Tal vez porque cuando él la había cargado antes, su mamá lloró, Serena estaba un poco reticente, miró a Amelia buscando su aprobación.
Amelia haciendo un esfuerzo por sonreír, le dijo con voz cálida: “Él no es un hombre malo, si quieres que te abrace, está bien.”
Serena, como si entendiera, asintió lentamente y después de echarle otro vistazo a Dorian, extendió sus brazos hacia
él
Él la tomó en sus brazos.
Frida miraba a Amelia con preocupación.
Los ojos de Amelia aún estaban algo hinchados, no sabia si era por haber llorado en el aeropuerto o en el coche.
Ella solo le lanzó una mirada de disculpa a Frida y le hizo una seña de que no se preocupara.
La culpa que sentía hacia su amiga era grande.
Al principio, Frida había venido especialmente a cuidar de Serena y ella, siendo su compañia durante esos tiempos tan duros.
Le habla prometido a Frida que adonde fuera, Serena y ella la acompañarian.
Esta vez no solo se trataba de que ella no quería seguir en Arbolada, sino que Frida, debido a que su hermano la encontró y la golpeó, tampoco queria seguir en esa ciudad.
Pero ahora no podian irse, ni ella ni Serena podian hacerlo.
El gran
sentimiento de culpa la hacía sentirse muy mal.
Frida, viendo el sentimiento de culpa en sus ojos, le sonrió de manera reconfortante e hizo un gesto para que no se
culpara.
Dorian no se perdia ningún detalle de la expresión de ambas.
Él entendía la culpa de Amelia y la decepción de Frida, pero en este mundo, muchas veces no se puede tener todo.
Suspiró profundamente y la miró: “Frida, estos dos años han sido duros para ti, te lo agradezco mucho,”
La repentina formalidad de Dorian tomó por sorpresa a Frida, que siempre se mostraba despreocupada, especialmente al ser llamada por su nombre asi, como si fuera algo muy serio.
“Es lo que toca,” dijo con una risa forzada, “solo estaba acompañando a mi hermana del alma y a mi ahijada.” No tenia nada que ver con nadie más.
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Eso último no se atrevió a decirlo en voz alta.
“Lamento mucho no poder dejar que sigas con ellas,” dijo Dorian, “quiero cuidarlas personalmente, asi que tal vez tengamos que vivir juntos.”
Amelia lo miró sorprendida.
La sonrisa en los labios de Frida empezó a desvanecerse.
“No quiero que te sientas expulsada, continuó Dorian, “pero vivir juntos también seria incómodo. Así que estaba pensando que, te compraré una casa al lado donde viviremos. Puedes venir a ver a Serena y Amelia cuando quieras.
ellas también pueden ir a visitarte.”
“Eso si que no,” se apresuro Frida a rechazar, “vivir al lado está bien, pero yo puedo alquilar algo.”
No le parecía mal vivir separadas; vivir al lado significaba poder ser parte de la vida de Serena siempre que quisiera y aun asi tener su espacio privado, solo separadas por una puerta.
Pero que Dorian le comprara una casa era algo que no podía aceptar.
“Por supuesto que si, dijo él, “En cuanto al trabajo, si quieres, siempre eres bienvenida en el Hotel Esencia para trabajar o si prefieres buscar algo por fuera, está bien, como tú quieras. Y sobre lo de tu familia, le pediré a Yael que te ayude a resolverlo. No tienes que preocuparte por nada mientras te quedes en Arbolada.”
“Gracias, señor Ferrer.”
Frida sonrió con timidez, sintiendo una mezcla de emociones al igual que Amelia.
No era que realmente no pudiera quedarse en la ciudad; después de todo, allí fue donde creció, con tantos recuerdos y cariño. Si no fuera porque no tenía otra opción, ¿quién querría dejar la ciudad que la vio nacer y crecer?
Solo que ya tenia planeada una vida nómada, con muchas expectativas y sueños para el próximo año y medio, asi que el no poder irse le dejaba un sabor agridulce.
No pudo evitar mirar a Amelia.
Los ojos de Amelia estaban llenos de una profunda culpabilidad y disculpa.
Frida le sonrio tranquilizándola, diciéndole que no se preocupara, luego se dirigió a Dorian con una sonrisa: “Dorian, creo que deberias considerar más los sentimientos de Meli. Lo que yo sienta es secundario.”
“Lo sé,” dijo él, mirándola con sinceridad, “Gracias.”
Frida sonrió sin decir nada más y se volteó hacia su amiga: “Voy a ir con Marta a recoger nuestras maletas.”
“Yo iré con ustedes,” dijo Amelia en voz baja, lista para acompañar a Frida.
Dorian la detuvo: “Yo también iré.”
Frida sonrió: “Solo son dos maletas, no necesitamos a tantas personas.”
Yael muy atento, intervino: “Yo iré con la señorita Frida a buscarlas. Ustedes pueden irse a casa y no más tarde.”
y nos encontramos
“Está bien,” Frida asintió con franqueza, “Marta, ven también. Meli, el señor Ferrer y tú lleven a Serena a casa.”
Amelia asintió suavemente: “Los esperaremos aqui.”
Frida hizo el gesto de “OK” con la mano. Aunque no pudo realizar su viaje, su rostro no mostraba demasiada tristeza. Después de todo, era solo un plan temporal, no algo planeado con mucha antelación, asi que no estaba tan decepcionada.
Amelia se sentia más confundida, mirando a Frida y los demás alejarse, estuvo en silencio durante un largo decir una palabra.
go rato sin
Dorian también observaba en silencio, podía ver la tristeza en sus ojos y le pesaba en el corazón.
El deseo de Amelia de irse superaba todo lo demás.
Esa conocimienta pesaba en su corazón como una piedra, haciéndolo sentir incómodo.
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Pero Donan sabia muy bien que la única manera de mantener a Amelia era ser firme
No funcionaban los juegos emocionales ni la táctica de dar un paso atrás para avanzar, con ella no funcionaban esas estrategias
Frida. Marta y Yael regresaron pronto con el equipaje, luego se fueron en el auto de Yael
Amelia y Serena se fueron con Dorian
Durante el via de regreso, ambos estaban algo callados, sin haber tenido tiempo para procesar completamente sus emociones tras la explosión de sentimientos. El trayecto les ofrecía un tiempo para reflexionar.
Serena, que no entendia las complicaciones entre adultos, estaba emocionada de estar por primera vez con el señor bonito y su mamá juntos, pero también se veia afectada por la atmósfera de silencio. Su sensibilidad infantil a las emociones la llevó a elegir el silencio también, observando curiosamente a su madre, luego a Dorian
Dorian, viendo su mirada inquisitiva en el espejo retrovisor, le preguntó con suavidad: “¿Qué te pasa, Serena?”
Ella sacudió la cabeza, no sabia exactamente cómo sentirse, le gustaba estar con su mamá y el Señor, pero también se sentia un poco inquieta
Amelia también noto su inquietud y la ajustó en sus brazos, preguntándole en voz baja: “Serena, ¿extrañas a tú papá?” La niña parecia confundida, negó con la cabeza, luego asintió y después le preguntó en voz baja: “Mamá, ¿qué es un papa?”