Capítulo 340
El carro de Dorian estaba estacionado en el estacionamiento subterráneo.
Ambos se subieron en el asiento trasero del vehículo.
Cuando se cerraron las puertas del coche, ninguno de los dos habló.
El silencio se extendió por el reducido espacio.
Después de un rato, la voz fría de Dorian finalmente rompió el silencio del interior: “¿No tienes nada que explicarme?”
Amelia apretó ligeramente los labios, se quedó callada por un buen rato antes de decir suavemente: “Pregunta lo que quieras saber, pregúntalo directamente.”
Dorian la miró: “En el Hospital de Zúrich, me hiciste creer a propósito que habías perdido a nuestro bebé“, afirmó más que preguntar.
Ella presionó sus labios aún más fuerte, pero asintió levemente: “Si.”
Él continuó: “Tu supuesta ‘pausa académica‘ también fue un paso atrás para ganar impulso.”
“SI“, admitió Amelia con los labios apretados, “si no me dejabas en paz, no tenía otra opción que tomar un descanso.”
Dorian siguió: “La primera vez que me encontré con Serena en Zürich, te diste cuenta de que sospechaba de su identidad, así que armaste el teatro con una desconocida haciéndose pasar por su madre.”
Amelia desvió la cabeza ligeramente: “Si.”
El prosiguió: “Luego, cuando quise regresar a tu apartamento, intuiste que aún tenia dudas y me llevaste a un lugar falso.”
*Si“, murmuró ella, “ese era mi oficina. Serena vivia en el piso de arriba.”
Dorian recordó: “En junio, cuando estuviste hospitalizada, pusiste el informe de ‘interrupción del embarazo en tu bolso, para que yo lo viera a propósito.”
Los dientes de Amelia ya mordian su labio inferior, su cabeza se inclinó hacia la ventana, pero aun asi asintió levemente: “Si.”
Él ya conocía las respuestas pero queria su confirmación: “Esa noche me agregaste a WhatsApp solo para enviarme ese informe. Sabias que había preguntado sobre ti a tus compañeros de clase.”
Ella asintió una vez más: “SI.”
Dorian seguia insistiendo: “Yael se encontró con Frida en Bariloche y ustedes volaron allá para evitar ser descubiertas, ¿no es asi?”
Hubo una ligera vacilación, pero la respuesta fue tranquila y firme: “Si”
Dorian, con los ojos oscuros enfriándose gradualmente, dijo: “En el centro comercial de Bariloche, viste que yo te había seguido.”
Dudó un momento, pero luego asintió: “Sí.”
Él interrogó: “¿Y las cámaras de seguridad? ¿Quién te ayudó a engañarme? ¿Rafael? ¿El te ayudó a confundirme paral mantenerme alejado?”
“No“, dijo Amelia suavemente, “él estaba alli por casualidad y organizó todo por su cuenta.”
“¿Él sabla sobre la existencia de Serena?“, preguntó Dorian, su voz era helada.
Amelia asintió suavemente: “Si.”
Él esbozó una sonrisa que no llegó a sus ojos.
¿Y después? La miro, “¿Me hiciste creer que estabas con él solo para ocultar a Serena?”
Ella solo asentia: “SI,”
da contra ti. Y para entonces ya te habrías llevado a Serena lejos de Arbolada y no tendría manera de obtener pruebas. ¿Es así?”
Amelia, cuyos labios ya casi sangraban de morderlos tanto, asintió levemente: “SI.”
Dorian prosiguió: “Has estado fingiendo cooperar estos últimos días, pretendiendo estar dispuesta a empezar de nuevo conmigo para que bajara la guardia.”
Amelia se mordia el labio sin decir palabra, pero su expresión ya había revelado la respuesta.
“¿Cómo pudiste?“, Con los dedos temblando de ira, apretó la barbilla de Amelia, sus ojos ya enrojecidos por la furla “¿Cómo te atreves? Una y otra vez, Amelia, ¿cómo te atreves?”
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