Capítulo 337
el apenas alcanzaba a distinguir la escena cuando Dorian se grò para observar a Amelia y a su hija Semena, quienes acababan de entrar a la tienda
Había un pequeño escalón en la entrada que Serena no habla notado y sin querer, tropezó con el tambaleándose un poco Por suerte, no cayó y su madre, la sostuvo a tiempo
Pero la niña parecia asustada y se quedó paralizada en el lugar.
Amalia se agachó frente a ella y la abrazo diciendo:
“No te preocupes, Serena, no pasa nada, mamá está aquí.”
Su voz era tan suave y dulce que parecia casi tangible.
La pequeña se calmó al instante, pero en su apuro por no caer habia agarrado sin querer uno de los maniquíes en la entrada, dejando una marca de agua en la bufanda que adoraba al modelo.
Serena tambien lo noto.
“Mamá, esto se ensució, dijo en voz baja señalando la marca en la bufanda, visiblemente preocupada.
“No importa, mi amor Amelia la consoló suavemente mientras acariciaba su cabello, “no lo hiciste a propósito, no tienes que sentirte culpable.”
La niña asintió, aunque no parecia entender del todo.
“Pero sabes,” continuó Amelia, mirando la marca en la bufanda y luego a Serena, “si ensuciamos algo sin querer, no podemos dejar que la vendedora se haga cargo de nuestro error, asi que ¿qué te parece si lo compramos?”
Serena asintió seriamente: “Está bien.”
Y se sintió un poco más feliz, la culpa y la ansiedad en su rostro desaparecieron al instante.
Amelia sonrió y acarició de nuevo su cabello, aprovechando para enseñarle una lección: “Entonces, ¿prometes tener más cuidado al caminar? Si te caes, podrías golpearte la cabeza como cuando chocaste con la señorita maniqui, y eso me haria sentir mal y preocupada.”
Serena asintió con convicción: “Está bien.”
Su voz infantil y sincera hizo que Amelia sonriera y la abrazara de nuevo.
Las miradas de las dos personas detrás de ellas seguían fijas en la escena, intensas e imposibles de ignorar. Amelia
forzó una sonrisa.
Dorian no se acercó, solo se quedó alli, observando con una mirada compleja como Amelia consolaba y educaba a
Serena con paciencia y ternura.
Nunca imaginó que esa imagen que había visitado sus sueños incontables veces, un dia se materializaria.
Dorian sintió un nudo en la garganta, pero no podia apartar la vista de las dos caras frente a él.
Por separado, no parecían tener mucho en común, pero juntas, cada gesto y sonrisa revelaban una similitud innegable.
Contornos parecidos, la misma quietud y dulzura, ese mismo sonreir gentil. Asi, el rostro de madre e hija, contra ell bullicio de la tienda, emanaba una serenidad y belleza conmovedoras.
Yael observando la escena, también sentia una emoción indescriptible, como si la belleza de la vida se revelara de improviso ante sus ojos, con Amelia educando a su hija tan bien,
Con lágrimas asomándose a sus ojos, miró hacia Dorian.
Su jefe seguia inmovil, observando a Amelia y Serena como si no pudiera tener suficiente.
Amelia ya se había puesto de pie y pidió a la vendedora que empaquetara la bufanda que Serena habia mojado accidentalmente.
La niña observaba con suma atención a la empleada y no fue hasta que vio la bufanda en la bolsa que respiró aliviada,
possesseવve) – elis