Capítulo 314
El hombre continuó: “O acaso el niño es fruto de tus andanzas con otro?”
Amelia se recompuso se levantó para cerrar la puerta de la oficina y luego se dirigió a la ventana panorámica más alejada de la entrada. Con voz serena le preguntó: “¿Y eso qué tiene que ver contigo?”
“Tiene que ver con el honor de la familia Ferrer, con la próxima generación de los Ferrer. ¿Me dirás si me incumbe o no?” Eduardo también habló con frialdad.
Amelia no podia adivinar el significado detrás de sus palabras. Sostenia su celular con una mano cada vez más tensa, sin decir nada, esperando a que Eduardo continuara.
“No importa si esa niña es de Dorian o no, nuestra familia no lo reconocerá. Los Ferrer no permitimos la existencia de hijos ilegitimos.” El hombre siguió, “Y no te hagas ilusiones con lo de obtener beneficios por medio de tu hija. Ya que te divorciaste, deberias alejarte. Dorian se casará, tendrá su propia familia, sus propios hijos, y los niños que la familia reconozca solo pueden ser legitimos. Tú también eres mujer, eres madre. Si un dia tu esposo apareciera con una hija llegitima, ¿cómo te sentirias?”
Amelia se rio de la indignación: “Y si asi fuera, ¿qué piensas hacer? ¿Y si quiero obtener beneficios por medio de mi hija? Eduardo, es tu hijo el que no me deja en paz.”
La voz de Eduardo se alzó involuntariamente, y luego la reprimió con esfuerzo: “Mientras yo viva, nunca les permitiré entrar a nuestra casa. Ni a ti ni a tu hija. A menos que yo muera, no volverás.”
Amelia sonrió levemente, sin entrar en su juego.
*Sr. Eduardo.” Amelia lo llamó “señor por última vez, con mucha calma le preguntó, “¿Me podrías decir por qué me odias tanto?”
Eduardo se quedó sin palabras.
Nunca había reflexionado sobre esa pregunta. Probablemente era por su origen humilde, la gran diferencia entre su estatus y el de su familia, además de la codicia desmedida de sus padres fue lo que lo había llevado a asumir que ella estaba detrás del dinero y el poder de su familia.
Y el hecho de que ella se embarazara antes de casarse, asi como su comportamiento tranquilo y sumiso después de casarse, lo hacian ubicarla inconscientemente en la categoria de una mujer calculadora que habia soportado en silencio durante años con el fin de estar con Dorian.
Después de todo, ella era la única chica que había hecho que Dorian dejara a un lado su búsqueda de Amanda.
“Dorian y tú no son del mismo mundo. Al final, solo pudo responder eso, “Él no debería ser alguien con quien tu familia aspire a vincularse.”
Amelia sonrió y no dijo más
“No te preocupes, mi hija no tiene nada que ver con tu familia.” Dijo Amelia, “No tienes que preocuparte por lo de obtener beneficios a través de mi hija, ni por futuras hijas ilegitimas de tu hijo. Eso nunca sucederà, nunca.”
Después de colgar el teléfono y guardar el móvil en su bolsillo, recogió rápidamente los documentos de la mesa, abrió la puerta de la oficina y salió.
“A la reunión!”
Con esa orden, Amelia ya había dejado la oficina atrás.
Los demás también se apresuraron a recoger sus cosas y se pusieron para seguirla de pie.
Serena entró al Edificio Esencia con los policías sin que los guardias se atrevieran a detenerlos y llevó a los policias
directamente a su asiento reciente.
Pero estaba vacio, no había nada alli.
15:26
“¿Dónde está mi dibujo?”
Serena soltó la mano del policia y comenzó a buscar con urgencia, pero después de una búsqueda exhaustiva no lo
encontró
Aun sin rendirse, fue a preguntar en la recepción: “Señora, ¿han visto mi dibujo por aquí?”
La recepcionista estaba confundida por la pregunta y negó con la cabeza instintivamente: “No, ¿qué dibujo?”
Serena se rascó la cabeza confundida, no pudo evitar mirar hacia su asiento nuevamente, sintiéndose un poco perdida y desilusionada.
Aprovechando la oportunidad, el policía se agachó frente a ella: “¿Qué tal si buscamos a tu papá y a tu mamá primero?” Mientras hablaba, sacó su teléfono y le preguntó: “Pequeña, ¿sabes el número de teléfono de tus papás?”
Serena vaciló un momento, luego extendió su mano hacia el celular del oficial de policia.
El oficial, viendo que parecía querer marcar ella misma, rápidamente le pasó el teléfono.
Serena queria marcar el número de su mamá, pero justo después de presionar el “1“, se detuvo y miró al oficial de policía, indecisa.
“¿Qué pasa, niña?“, preguntó el oficial, preocupado.
“Quiero hablar con el señor bonito,” murmuró ella en voz baja.
Los oficiales se miraron entre si, pensando que debía ser alguien que ella conocía; si podian encontrar a algún miembro de su familia, sería suficiente. Así que asintieron.
“Está bien.”
Entonces Serena volvió a mirar el celular, marcando con seriedad y lentitud el número de Dorian.
Había visto el día en que el señor bonito le dio su tarjeta a su niñera.
La tarjeta habla quedado en la mesa de centro, asi que ella la habia tomado y estudiado durante mucho tiempo, memorizando la secuencia de números perfectamente.