Capítulo 309
“Esto no tiene nada que ver contigo, dijo Amelia, volviéndose hacia Eduardo, “Sr. Ferrer, la planta baja es la zona de exposición de logros y descanso de la empresa, siempre ha estado abierta al público.
La empresa tiene una politica de que el personal ajeno no puede usar el ascensor, pero no hay una regla escrita que diga que los no empleados no pueden entrar al área pública de la planta baja y no hay ningún letrero en la entrada que prohiba la entrada a extraños. Además, el guardia de seguridad no las detuvo para decirles que no podian entrar.
Si le preocupa que la entrada de extraños pueda tener un mal efecto en su empresa, le sugiero que coloque un letrero en la entrada indicando claramente que los no empleados no pueden entrar y que informe a los guardias de antemano, en lugar de tratar de esta manera tan agresiva y brusca a una niña que ni siquiera tiene dos años.”
Después de decir eso, Amelia salió cargando a Serena.
Eduardo finalmente reaccionó cuando ellas llegaron a la puerta y su rostro se oscureció al instante.
¿Ahora tienen la razón después de entrar sin permiso?” Eduardo gritó con el rostro frío, “Además, cómo establezco las reglas en mi empresa es mi decisión; ¿desde cuándo una extraña tiene derecho a decirme qué hacer?”
Amelia se detuvo un momento y luego se volvió hacia él: “La verdad es que no tengo derecho a darle lecciones. Pero tengo que decir que la persona que acaba de decir las reglas de mi empresa es mi decisión ciertamente tuvo un padre con visión de futuro, y menos mal que no le dejó la empresa en sus manos.”
Dalia acababa de salir del ascensor y se encontró con Amelia confrontando a Eduardo. Se quedó boquiabierta, pero su sorpresa aumentó al ver a la pequeña que Amelia tenía en brazos. Inmediatamente recordó lo que Amelia habia dicho antes sobre tener un hijo a través de un banco de esperma y no pudo evitar observar a Serena con curiosidad
Serena ya estaba protegida en los brazos de Amelia, evitando que enfrentara a los extraños.
Amelia tampoco prestó atención al rostro cada vez más enfadado de Eduardo y con un cortés asentimiento, se fue con Serena en brazos.
Marta también se apresuró a recoger la bolsa con el biberón de Serena y les siguió, sin notar las hojas de papel que) Fabiana había dejado descuidadamente en el sillón donde Serena había estado sentada y que el viento había empezado a levantar.
Dalia también se apresuró a seguir a Amelia.
“Directora.”
La llamó fuera del edificio.
Amelia se volted y vio a Dalia, se sorprendió y luego le preguntó: “¿Qué haces aquí abajo?”
“Voy a almorzar contigo,” respondió Dalia, también un poco desconcertada por la pregunta de Amelia, “Te pregunté en
la oficina si ibas a almorzar y si podiamos ir juntas. Asentiste y dijiste ‘si.”
Amelia se sintió un poco avergonzada: “Lo siento, no me di cuenta.”
Bajo la mirada y vio que Serena estaba observando a Dalia con curiosidad, así que le dijo: “Serena, dile hola a la señorita.”
Serena saludó dulcemente a Dalia con su vocecita melosa: “Hola, señorita.”
La dulce voz de la niña derriti
también tan linda!”
el corazón de Dalia, quien exclamó a Amelia: “Dios mío, es demasiado adorable y
Luego, no pudo resistirse a preguntar con algo de duda a Amelia: “Ella es tu hija?”
Al ver que se acercaba la hora del almuerzo y temiendo que la gente comenzara a llegar, Amelia no le respondió de inmediato, solo miró a su alrededor y dijo: “Vamos a buscar un lugar para comer.”
“Claro,” dijo Dalia rápidamente, “¿Qué te gustaría comer? Conozco muy bien los lugares para comer por aqui.”
“Cualquier cosa está bien. Solo busquemos un lugar tranquilo y con poca gente, sugirió Amelia,
“Entonces vamose la calle de atrás. Está justo detrás del edificio de la empresa, normalmente hay poca gente al
Capilus 30Y
mediodía, pero la comida es muy buena.”
Dalia comenzó a caminar hacia la calle trasera.
Aunque era solo un año o dos más joven que Amelia, estaba llena de energia y vitalidad.
Amelia asintió: “Está bien.”
Cuando se sentaron en el restaurante, Serena finalmente se bajó del regazo de Amelia. Aún tenia algunas lágrimas en sus pestañas, pero ya no lloraba, solo se acurrucaba cariñosamente junto a Amelia y observaba a Dalia con curiosidad.
Dalia se acercó con una sonrisa y saludó: “Hola, chiquita, ¿cómo estás? Me llamo Dalia, puedes llamarme señorita Dalia, o simplemente Dalia. ¿Y tú cómo te llamas?”
“Me llamo Serena.”
La niña respondió con seriedad a la presentación de Dalia y luego la saludó dulcemente, “Hola, señorita Dalia.”
“Qué dulzura de niña.
Mientras hablaba, Dalia no pudo resistirse a pellizcarle suavemente las mejillas rosadas a la niña, y luego se dirigió a Amelia con la duda que tenia desde hace rato, “Directora, ¿Serena es realmente tu hija?”
Amelia no le oculto la verdad y asintió con la cabeza: “Si.”
“Es decir, aquel asunto de…” Dalia tosió ligeramente, preguntando con tacto, “¿El banco de esperma aquel…?”
Amelia la miró, sin negarlo pero tampoco confirmándolo, simplemente sonrió incómodamente y no continuó la conversación.
Dalia interpretó eso como que Serena era una niña concebida por Amelia a través de un banco de esperma y no pudo evitar mirarla de nuevo, luego a Amelia: “Usaste esperma de ascendencia latina? No parece que la niña sea mestiza,”