Capítulo 196
A un lado, Yael no podía evitar observar a Dorian a escondidas, incapaz de discernir algo en su rostro sereno.
La fila avanzaba, Amelia y Rafael, inmersos en su charla, se movían con ella.
Cuando le tocó el turno a Rafael, agarró un plato extra y se lo pasó a Amelia.
A pesar de estar resolviendo las dudas de Rafael, Amella no podía ignorar la intensa presencia detrás de ella.
Quizás porque había sido esposa de Dorian en el pasado, al pasarle el plato, Amella sintió una absurda sensación de infidelidad.
“Gracias.”
Dijo con incomodidad, aceptando el plato con hesitación y su manera de servirse la comida era rígida, como si trataral de controlar cada movimiento.
Rafael fue el primero en servirse la comida y al pasar por la sopa, agarró una extra, volviéndose hacia ella dijo: “Oye Amelia, también te agarré sopa.”
Amelia sintió que la mirada detrás de ella se intensificaba aún más.
Se giró hacia Rafael con una sonrisa incómoda, tomando el plato y caminando hacia él: “Yo puedo llevarlo.”
Intento tomar la sopa de sus manos.
Pero Rafael esquivo su mano extendida.
“Mejor lo llevo yo.”
Dicho eso, con un plato en una mano y la sopa en la otra, echó un vistazo al área de comedor y vio a Fabiana, Rufino y Dalia sentados a la derecha, así que camino hacia allí.
Amelia tuvo que seguirlos.
Yael no pudo evitar mirar a la pareja, su diferencia de altura y cómo Rafael llevaba la sopa para Amelia, daban la impresión de ser novios.
Después de observarlos, no pudo evitar preocuparse por Dorian.
Dorian seguía inmutable, ni siquiera miraba a Amelia. Agarró un plato, eligió algunos platillos al azar y se dirigio al área
de comedor.
No se sentó cerca de donde estaba Amelia y los demás, sino que buscó una esquina menos concurrida
Pero el comedor ya estaba bastante lleno y como los demás ya habían elegido un lugar apartado, Dorian termino cerca de ellos, aunque no al lado.
Se sentó dos filas detrás de Amelia, en diagonal.
Cuando Yael se sentó con su plato frente a Dorian, no pudo evitar levantar la vista hacia donde estaba Amelia.
Ellos estaban sentados en una mesa larga, Amelia de espaldas a Dorian y Rafael frente a ella.
Rafael seguía hablando con Amelia mientras comían, y aunque no podían ver la expresión de Amelia, la sonrisa en los labios de Rafael y la ternura en sus ojos sugerían que ella también debía estar sonriendo.
Pensando en eso, volvió a mirar a su jefe.
Dorian seguía comiendo tranquilamente, pero ahora con una expresión más inescrutable.
Rufino estaba sentado frente a ellos y al verlos solos, les hizo señas: “Aquí hay espacio, vengan a sentarse aquí, qué aburrido debe ser solo para dos.”
Yael sonrió “No te preocupes, estamos apurados.”
Dicho eso, se sentó frente a Dorian y volvió a echar un vistazo furtivo.
Donan seguía comiendo sin expresión, terminó rápidamente, luego arrojó los cubiertos al plato y se levanto.
Capitulo 196
Yael, que apenas habla empezado a comer, aceleró el ritmo intentando no perderse ni una miga, mientras miraba a
Dorian:.
‘Señor Ferrer, ¿ya terminó?”
Habló con la boca llena.
Su pregunta solo obtuvo un breve asentimiento de Dorian, sin más palabras.
Dorian no esperó por él y se dirigió hacia la salida del comedor.
Para salir, tendría que pasar por la mesa de Amella.
Estaba sentada en el lugar más cercano a la puerta.
Dorian pasó por el lado de Amelia sin mirarla ni detener su paso, simplemente continuó caminando como si no estuviera ahi.
Amelia, con la cabeza gacha, comía en silencio, sin voltear a ver a Dorian.
La indiferencia entre ambos dejó a Rufino confundido, alzando la vista hacia Amelia y luego hacia la espalda que se alejaba de Dorian, sin poder descifrar la actitud de los dos.
Yael apurado, engulló unas cuantas bocanadas de comida y se apresuró a seguir a su jefe, pero no sin antes despedirse de Amelia con cortesía al pasar por su mesa.
Fabiana, que siempre estaba charlando, no pudo evitar mirar hacia la retaguardia de Dorian y luego a Rufino: “Oye, el Sr. Ferrer parece distante y serio, ¿no?”
Rufino sonrió, sin responder, pero su mirada furtiva se dirigia hacia Amelia.
Amelia continuaba comiendo tranquila y en silencio, su rostro reflejaba la serenidad de siempre.
Ella no hablaba mientras comía, como los demás, tampoco tenía mucho apetito; en poco tiempo ya había terminado.
“Ya terminé, me voy a la oficina, disfruten su comida.”
Tras despedirse cortesmente, se levantó y se fue.
La empresa ofrecía un tiempo de descanso al mediodía y Amelia no quería subir tan rápido. En lugar de tomar el ascensor, subió las escaleras al primer piso y comenzó a caminar por el parque de la compañia.
El parque de la empresa era extenso, con canchas deportivas, un lago y senderos sombreados por árboles, parecidos a un campus universitario. Después del almuerzo, era común que los empleados caminaran por ahí para digerir.
En ese momento, el sendero estaba tranquilo, solo con algunas personas paseando y charlando en pequeños grupos.
Amelia caminaba sola, sin buscar unirse a nadie, simplemente paseando sin rumbo fijo. Para su sorpresa, al girar en un sendero se encontró con Dorian, quien también paseaba solo.
Por un momento, se quedó perpleja.
No recordaba haber visto antes a Dorian tomándose el tiempo para caminar.
Dorian también la vio, echó un vistazo detrás de ella y luego la miró de nuevo, pero solo fue una mirada rápida antes de desviar la vista con tranquilidad, sin saludar ni sonreír.
La reacción de Dorian hizo que ella se tensara un poco.
Con los labios apretados, no tomó la iniciativa para saludar y simplemente pasó tranquila por su lado.
Él también pasó junto a ella sin alterarse.
Los rayos del sol se filtraban a través de las hojas dispersas de los árboles, cayendo sobre las siluetas que se alejaban
cada vez más.