Capítulo 179
“Sr. Ferrer, después de dos años, cada vez luces más guapo e imponente.” Frida dijo sonriendo, sin rastro alguno de nerviosismo o desconcierto.
“Gracias.” Dorian respondió con una voz serena, “Oi decir que dejaste el Grupo Hemández, ¿es cierto?”
El Grupo Hernández era la empresa donde Frida trabajaba hace dos años. En ese tiempo, el proyecto en el que logró que el Hotel Esencia se estableciera fue bajo el auspicio del Grupo Hernández.
“Si” Frida sonrio, “Desde mi práctica universitaria estuve en Arbolada, apenas me gradué regresé allí, nunca me movi de ese lugar, así que pensé que era hora de aventurarme mientras soy joven, no sea que luego me arrepienta de no haberlo hecho.”
“¿Y ahora dónde estás?”, pregunto Dorian.
“En Bariloche, respondió Frida.
Bariloche era la ciudad que Amelia habia mencionado cuando Dorian preguntó dónde estaba.
“¿En qué empresa?”, Dorian preguntó, “Si tengo un viaje de trabajo a Bariloche, te invito a comer.”
“Pues esperaré ese banquete, Sr. Ferrer. Frida sonrió, “Pero mejor dejamos lo de la empresa y esas cosas para otra ocasión. Tuve algunos problemas con mi familia y preferiría no divulgar mucho sobre mi trabajo actual, conseguir un buen empleo hoy en día no es tarea fácil.”
Dorian recordo lo que Yael le había contado anteriormente sobre los problemas de Frida con su familia debido a que ella rechazó a un pretendiente, así que asintió sin preguntar más.
La conversación entre Frida y él no era muy extensa, el saludo era más bien por el comportamiento extraño de Amelia y por la sensibilidad de Dorian hacia el hecho de que Frida había dejado Arbolada hace dos años.
Le paso el teléfono a Amelia.
Amelia presionó sus labios, en silencio tomó el teléfono.
Su amiga se despidió: “Meli, tengo que colgar, tengo que trabajar en una propuesta de inversión. Hablamos después.”
Ella asintió levemente: “Si
Frida también se despidió de Dorian: “Sr. Ferrer, nos vemos.
“Hasta luego.”
Dorian también se despidió y luego, viendo cómo la llamada de video terminaba y la pantalla del teléfono volvía al modo de bloqueo, miró hacia Amelia.
“Pareces preocupada, ¿pasó algo?”
“No, nada. Respondió ella suavemente, “Solo que Frida mencionó algo sobre un viejo compañero de clase y me sorprendió un poco.”
Dorian pregunto: “¿Qué pasó?”
Amelia respondió: “Bueno, algunas historias de amor sin finales felices.”
Dorian la miró en silencio por un momento.
Ella presionó sus labios, incapaz de sonreírle como solía hacerlo, con la mente revuelta por la imagen de Serena reconociendo a Dorian entre la multitud y su excitación, curiosidad y confusión. Estaba distraida.
“Mejor me voy
Se despidió en voz baja
‘Te acompaño. Ofreció el.
Ameda estaba a punto de rechazarlo cuando la interrumpió. “Incluso como meros colegas, darse un aventón cuando queda de camino es lo más normal del mundo.”
Aum a, Amelia rechazó su oferta: “No hace falta, no me gusta deber favores.”
Ella miro triamente, giró la cabeza y llamó: “Rufino.”
Su amigo confundido se giró hacia Dorian y dejando su bebida, se acercó.
¿Qué pasa?”, preguntó sonriendo.
Dorian le dijo “La Srta. Amelia tiene que irse antes, envia a alguien para llevarla.”
Rufino no dijo nada
Miró hacia Amelia.
Ella sonreía con incomodidad “No es necesario, tomare un taxi…”
H
“La empresa tiene la obligación de garantizar la seguridad de sus empleados.” Dorian la interrumpió, “No te preocupes, la empresa puede permitirse un chofer
Dicho eso, Dorian miró hacia Rufino. “Encargate.”
Tras decir eso, se alejó
Rufino resignado, le hizo un gesto a Amelia. “Le diré a Vicente, nuestro chofer, que te lleve.”
Amelia se despidió con un gesto de su mano y se marchó, dejando atrás la lujosa villa en el corazón del barrio residencial A pesar de ser las ocho de la noche y de que las calles aún bullian de actividad, no sentia la necesidad de molestar a nadie para que la acompañara a casa.
Prefería mantener en privado el lugar donde vivía, no queria que demasiada gente lo supiera.
Rufino quiso detenerla, pero era demasiado tarde, con una mezcla de resignación y preocupación, observó cómo se alejaba
Amelia apenas había llegado a la puerta de la villa cuando se topó con Rafael, quien también había sido convocado por Rufino
Al verla, Rafael elevó una ceja con sorpresa: “¿Ya te vas?”
Ella asintió con la cabeza: “Sí, todavía tengo algo de trabajo pendiente.”
Señaló con la mano hacia la villa detrás de ella: Todos siguen ahí adentro.”
Rafael echo un vistazo a la villa y sonrió con desgano: “Mejor lo dejo pasar, tampoco me gustan mucho estos eventos.” En lugar de entrar, comenzó a caminar con Amelia hacia la calle.
Ella lo miró algo sorprendida “Entonces no vas a entrar?”
“No, ya no”, respondió el hombre. “Solo pasaba por aqui y pensé en dar una vuelta. Pero ya que te vi, creo que es hora
de irme.”
Amelia ofreció una risa incómoda, sin saber bien qué decir y en silencio continuaron su camino.
La noche en el barrio residencial era tranquila y sosegada, las luces tenues de las farolas alargaban sus sombras en el suelo, entrelazando sus figuras en una danza silenciosa de intimidad.
Dorian acababa de salir en su coche de la villa cuando su mirada se encontró con la de los dos bajo la luz de las farolas, caminando lado a lado en una escena que parecía de lo más afectuosa.