Capítulo 149
Yael respondió: “Es un chico con el don de la gracia, siempre el alma de la fiesta y con una inteligencia emocional que ni le cuento. Desde la secundaria ya era un personaje, el tipo del que todas las chicas querían estar cerca y escuché que tenía un montón de admiradoras…”
Pero se detuvo en seco al captar la mirada penetrante de Dorian.
El habló con voz serena: “Yael, acaso no tienes nada mejor que hacer?”
El asistente se puso en su lugar al instante: “Claro que sí.”
Dorlan le pasó su copa de vino y se marcho sin decir más.
Yael, movido por la curiosidad, miró hacia donde Dorian se dirigia y lo vio acercándose a Amelia.
Por su parte, ella estaba charlando con Héctor
“Oye, ¿de qué escuela te graduaste?”
Héctor era un tipo que se hacia querer fácilmente, sin rodeos. Habían comenzado hablando sobre diseño arquitectonico, pero de manera natural, llevo la conversación de vuelta a Amelia.
Cuando ella mencionó su alma mater, los ojos de Héctor se iluminaron con sorpresa: “¡Así que tú eres la famosa Amelia de la que todos hablaban! No me extraña que tu nombre me sonara.
Ella no tenía ni idea de a que “fama” se refería él y se sintió un poco incómoda con el cumplido directo, así que solo sonrió con timidez: “¿Tú también estudiaste en la Universidad Central de Arquitectura?”
“Si, también soy egresado de la Central, de una promoción más joven que la tuya.” Héctor dijo, medio en broma, medio en serio, “¿No serás también discipula de Rubén, verdad?”
Con un gesto suave, ella asintió: “Si, él era nuestro tutor.”
Héctor casi se rio: “Pues qué pequeño es el mundo, ¿eh?”
“Rubén nos estuvo hablando de ti hace poco, decía que desde tu primer año ya estabas impresionando a toda la facultad con tus proyectos, aunque nunca mencionó tu nombre. Si supiera que estamos en el mismo equipo, estaria
feliz.
Mientras hablaba, sacó su teléfono y se acercó a ella: “Vamos Amelia, tomémonos una selfie y se la mando a Rubén para contarle que estamos trabajando juntos, le va a encantar la sorpresa.”
Amelia lo miró y después de una breve duda, asintió. Justo cuando se preparaba para la foto, una mano se extendio desde un lado y arrebató el móvil de las manos de Héctor.
“¿A qué viene tomar fotos en horas de trabajo?”
Era una voz tranquila.
Amelia giró instintivamente para ver a Dorian a su lado, sorprendida.
Él tenía una expresión serena, apagó el teléfono y se lo devolvió a Héctor sin decir una palabra, solo lo miro de reojo.
El chico rápidamente saludó con respeto: “Señor Ferrer.”
Dorian asintió ligeramente, su mirada ya estaba en Amelia: “Acabas de hacer un vuelo largo y aún no te has adaptado al cambio horario, deberías descansar, no te sobrecargues.”
Ella estaba sorprendida por la consideración y el juicio de Dorian.
No le habla mencionado que venía directamente del aeropuerto. Pero estaba realmente cansada por el viaje y la diferencia horaria, así que asintió suavemente. “Está bien.”
Dorian continuó Tienes donde quedarte?”
Amelia respondió: “Reserve un hotel.”
Ella miró un momento y luego asintió: “Le diré a Yael que te lleve.”
Dicho eso, se giró y le hizo una señal.
Yael se acercó rápidamente: “Señor Ferrer, necesita algo?”
Dorian dijo: “Lleva a la señorita Amelia al hotel para que descanse.”
El asistente asintió, mirando de reojo a Héctor con cierta intención.
Héctor parecía no darse cuenta de la relación entre Dorian y Amella y se despidió de ella con naturalidad: “Entonces Amelia, descansa. Nos vemos mañana.”
Yael maldijo en silencio la falta de tacto del chico, pero mantuvo una sonrisa mientras se despedia y acompañaba a
Amelia hacia la salida.
Dorian se quedó mirando como las dos figuras se alejaban y se perdian más allá del umbral, hasta que finalmente retiró la mirada y la posó sobre Dalia, quien estaba entre la multitud.
Justo en ese momento, Rufino se acercó y al notar a dónde Dorian estaba mirando, levantó una ceja con curiosidad: “¿Qué pasa?”
“Que pase a mi oficina, dijo Dorian con firmeza y sin esperar respuesta, se dio la vuelta y se marchó.