Capítulo 148
*Claro que si, dijo Amelia antes de que Dalla pudiera hablar, “la última vez que vine, una vez me quedé sin batería en el celular y tampoco llevaba efectivo, así que ella me ayudó a pagar la cuenta de la comida.”
Mantuvo una expresión y un tono natural, al terminar miró tranquilamente a Dalia: “De verdad, gracias por la última vez. Después no tuve chance de pasarte el dinero, agreguémonos por WhatsApp, ¿si?”
Diciendo esc, Amelia sacó su teléfono y abrió la aplicación para agregar amigo.
Dalia, llevada por el ritmo de Amelia, se quedó un poco atónita al principio, pero luego se concentró en la idea de agregarla a WhatsApp y asintió emocionada con un “¡Por supuesto!” Inmediatamente sacó su teléfono.
La mirada de Dalia estaba llena de excitación y admiración, al descubrir que la persona con la que se había encontrado por casualidad era su jefa.
Yael intervino con una sonrisa: “El mundo es un pañuelo, ¿quién iba a decir que ustedes dos tenían ese lazo?”
Amelia respondió con una sonrisa natural: “Asi es.”
Sus ojos se desviaron casualmente hacia la chica, quien estaba feliz de estar aceptada como contacto, luego miró sin querer a Dorian, cuyos ojos oscuros y profundos la observaban.
Dorian la estaba mirando, con esa mirada serena pero insondable. –
El corazón de Amelia comenzó a latir con fuerza y el sudor brotaba de la palma de su mano que sostenia el teléfono.
Nunca se habria imaginado que la chica con la que había conversado en la comisaría terminaría siendo su colega y le daria tal sorpresa justo después de firmar su contrato de trabajo.
Amelia se sintió un poco nerviosa bajo la mirada de Dorian.
Afortunadamente, un invitado se acercó a él con una copa de vino para felicitarlo y un “Sr. Ferrer” logró desviar su
atención momentaneamente.
Ella se calmó y le sonrió a Dalia, luego se dirigió a los demás: “Agreguémonos todos en WhatsApp, espero que trabajar juntos sea un placer. Si hay algo en lo que no cumpla, espero que me puedan corregir.”
Los demás también sacaron sus teléfonos y se agregaron a WhatsApp, creando un ambiente de camaraderia laboral que hizo que todos olvidaran la exclamación inicial de sorpresa de Dalia.
Amelia observó cómo todos terminaban de agregarla en WhatsApp y guardó su teléfono, sin poder evitar lanzar otra
mirada hacia Dorian.
Él estaba de perfil, atendiendo a los clientes con una copa en la mano, su expresión era cortés, tranquila y distante mostraba la confianza de quien controla la situación, un comportamiento típico en él.
No volvió a prestarle atención a su alrededor.
Los demás, después de un breve intercambio de presentaciones, también comenzaron a atender a los invitados.
Amelia no era de las que disfrutaban de las interacciones sociales ni estaba acostumbrada a ellas.
El largo vuelo y el jet lag también la tenían algo cansada.
No se unió activamente al grupo, sino que se retiró lentamente al área de comedor y le mandó un mensaje a Dalia por WhatsApp: “Disculpa, ¿podrías mantener en secreto lo de aquel dia? Después de todo, para muchos esto todavía es algo dificil de entender y aceptar.”
Después de enviar el mensaje, miró hacia Dalia, que estaba entre la multitud.
Dalia tenía su teléfono en la mano y al recibir la notificación de WhatsApp, miró su pantalla y rápidamente envió una respuesta: “Claro, entiendo, no te preocupes”
“Gracias, respondió Amelia con un mensaje de agradecimiento. Miró de nuevo hacia Dorian, que seguia interactuando con los invitados y envió otro mensaje a la chica: “¿Puedes borrar esta conversación que acabamos de tener?”
Data funció el ceño confundida, sin entender por qué Amelia quería que eliminara el mensaje, la busco entre la
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multitud, pero Igual respondió con un “Claro y sin más, borró esa parte de la conversación de WhatsApp.
Amelia si vio a Dalia borrar el mensaje y sintió alivio, pero no del todo, todavia había un peso en su pecho que la hacia
sentir insegura
Encontrarse con Dalia había sido algo que no esperaba.
La situación la había tomado por sorpresa.
No sabla si la chica guardaría el secreto como le había pedido.
Solo había vuelto para trabajar, para llevar adelante el proyecto del resort temporalmente y no quería que surgieran complicaciones en ese momento.
El beso inesperado de Dorian ya la habia descolocado, aún no se recuperaba de ese momento y ahora aparecia Dalia.
Amelia se sentía perdida, sosteniendo la copa de vino sin prestar atención a las miradas de curiosidad a su alrededor.
Ella era una belleza, con piel clara y figura esbelta, su actitud era la de la chica de al lado, suave y tranquila, fresca y adorable, el tipo que despertaba el instinto protector en los hombres, por eso, aunque no buscaba socializar, su presencia tranquila y discreta en un rincon aún llamaba la atención.
Un joven con una copa en la mano se acercó con confianza y la saludó: “Jefa.”
Amelia volvió en si, mirando al joven frente a ella.
El chico era alto, al menos superaba el metro ochenta, guapo y radiante, con la frescura de quien recién sale de la universidad, con esa mirada limpia y clara, sin el cinismo de los veteranos del trabajo.
Ella vagamente recordaba haberlo agregado a WhatsApp, pero su mente estaba tan turbada en ese momento que no recordaba su nombre.
Hola, respondió con una sonrisa, sin estar acostumbrada a ese formalismo, “llámame Amelia.”
“¿Amelia? El joven sonrió, pensativo, “es un nombre que te queda perfecto.
Su actitud desenfadada no mostraba señales de intimidación por la jerarquía.
“Gracias, dijo ella con cortesia.
El joven se presentó con entusiasmo: “Soy Héctor, también del departamento de diseño. Espero aprender mucho de ti, jefa.
Con una sonrisa radiante, mostraba unos dientes increíblemente blancos que hacían que cualquiera se sintiera de mejor humor.
Amelia respondió con amabilidad: “Será un aprendizaje mutuo.”
Dorian, que estaba socializando no muy lejos, giró la cabeza hacia Amelia y al ver la sonrisa en sus labios se detuvo un momento, luego miró al alto joven frente a ella y frunció el ceño.
Yael, al lado de su jefe, al notar la preocupación en su frente, siguió su mirada hacia Amelia y al ver al joven hablando. con ella, rápidamente buscó en su memoria para informar: “Ese chico se llama Héctor, recién se graduó de la maestria y ahora es asistente de diseño en el departamento.”
Dorian le echó un vistazo: ¿Asistente de quién?”
“De la…, Yael iba a decir “asistente de la directora, pero al encontrar la mirada de Dorian se corrigio rápidamente,
asistente del gerente general.”
Dorian pregunto: “¿Qué tal es?”
Tiene talento, sus diseños son muy originales, es un verdadero prodigio, dijo Yael y no dejó de agregar, “eso lo dijo Rufino Lo contrató él mismo.”
Dorian inquirió su personalidad?”