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Mi Frío Exmarido Capítulo 123

Capítulo 123

Rufino se sintió incómodo bajo la mirada inquisitiva y se apuró a explicar. “No es que le pregunté directamente, solo le pregunté de pasada mientras hablábamos del trabajo. Pero tranquilo, yo siempre cuido la reputación de Amelia, no ando diciendo cosas sin más.”

Sacó su celular, abrió fa conversación con Susana y reprodujo un mensaje de voz recién enviado: “Oye, ¿te acuerdas en qué hospital dio a luz Amy el año pasado? Tengo una amiga que está embarazada y quiere saber cómo es el hospital.” La respuesta de Susana no tardó en llegar, con un tono de pura confusión: “¿Cuándo tuvo un hijo Amy? ¿No acaba de terminar la universidad el año pasado? ¿Cómo iba a tener tiempo para tener un bebé? ¿No estarás queriendo preguntar por Tiffany?”

Rufino inmediatamente envió un mensaje como si hubiera tenido una epifanía: “Ah, claro, Tiffany, mírame, con la cabeza en las nubes y todo confundido.”

Mientras hablaba, miró a Dorian: “Ves, si realmente hubiera tenido un bebé, sería imposible ocultarlo de los que están cerca. Creo que estás preocupándote de más.”

Dorian lo observó en silencio

Recordó el momento en el restaurante cuando presionó a Amelia para que le dijera si el niño todavía vivía o no, y cómo los ojos de ella se llenaron de tristeza hasta perder el control.

No sabia si el tema había tocado alguna herida pasada o algo más.

Sabía que no debería haber sacado el tema, que incluso con sus dudas, debería haber investigado en secreto en lugar de exponer sus heridas en público. Pero en el instante en que ella se había marchado, sus emociones se impusieron.

La duda sobre el niño se convirtió en un medio para forzarla a detenerse.

Era un medio y también una prueba.

Racionalmente, Dorian sabia que era imposible que el niño estuviera vivo.

Amelia nunca había sido de las que hacían amagues sin sentido.

Cuando se decidía por algo, no había vuelta atrás.

Ella nunca había sido indecisa; si se retiraba, lo hacía de la manera más directa y limpia posible.

Pero emocionalmente, Dorian había albergado esperanzas, incluso si había una posibilidad entre un millón.

Rufino puso su brazo sobre su hombro, dándole unas palmadas de consuelo.

“Quizás sea mejor que no haya un niño.” Rufino dijo, “De lo contrario, si te vuelves a casar, eso sería como sembrar minas en tu relación futura, ¿no?”

Dorian apartó su mano: “Si no tienes nada bueno que decir, mejor callate.”

Rufino se quedó sin palabras.

Se inclinó para tomar la botella en la mesa, se sirvió un vaso completo y lo bebió de un trago. Luego, dejó el vaso sobre

la mesa.

“Cuando te vayas, recuerda cerrar la puerta.”

Con esas palabras, se dirigió a su estudio y cerró la puerta de un portazo.

Rufino no pudo evitar gritarle a la puerta cerrada: “Oye, vine especialmente a verte porque sabia que estarías de mal humor esta noche, para charlar y animarte, ¿y asi te vas?”

Nadie respondió.

El hombre se sentó desganado, beber solo no tenía gracia, sin nadie con quien hablar.

Cuando uno se aburre, inevitablemente coge el celular, abrió WhatsApp y se puso a mirar las actualizaciones de sus amigos. Vio que Rafael había publicado algo: “Hace tiempo que no nos vemos.”

Capitulo 12

La foto era del Aeropuerto Internacional Arbolada.

Rufino recordaba que Rafael había sido clave hace un año para que Amelia aceptara el trabajo en la empresa. Pénsó que podría convencerla y al instante le llamó: “¿Ya regresaste?”

Rafael respondió: “Si”

El hombre se animó: “¿Vamos por un trago?”

Rafael accedió. “Claro, tú dirás.”

Rufino encontró rápidamente un bar cercano, le envió la ubicación y luego se levantó para llamar a la puerta de Dorian.

Él abrió la puerta de su estudio y miró a Rufino: “¿Qué pasa ahora?”

Rufino dijo: “Nada, ya me voy

Solo quería darte una buena noticia, creo que encontré una manera de hacer que Amy se quede.” Dijo Rufino, dándole una palmada en el hombro a Dorian, “Espera buenas noticias.”

Sin esperar respuesta, se marchó contento.

Dorian miró su figura alejándose rápidamente: “Rufino, no te metas en mis asuntos. Yo me encargo.”

Tranquilo, esto no tiene nada que ver contigo,” dijo su amigo, levantando su mano en un ademán de despedida antes de cerrar la puerta tras de si

Dorian echó un vistazo a la puerta cerrada, sin prestarle más atención, volvió a cerrar la puerta de su estudio y cuando regresó a su mesa, notó que había una nueva notificación. Un mensaje de solicitud de amistad que decía: “Soy Amelia.”

Dorian se quedó inmóvil, su mirada se fijó en la pantalla y sus ojos oscuros contemplaron aquel mensaje sin parpadear. El nombre de usuario y la foto de perfil de Amelia eran los mismos de hace dos años, sin ningún cambio.

Él sabía que era ella.

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