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Mi Frío Exmarido Capítulo 109

Capítulo 109

Dorian lo miro de reojo: “Habla claro.”

Yael observó su expresión con cautela: “¿De verdad puedo hablar? Si digo algo incorrecto, tenga paciencia conmigo.”

Dorian replicó: “No tendré paciencia.”

Yael no dijo nada.

Rufino le dio un codazo a Yael: “Vamos, hombre, sueltalo ya. ¿Qué te pasa, tienes miedo? Habla de una vez.”

Yael carraspeó ligeramente y viendo que Dorian había vuelto su atención al trabajo, pensó que era mejor aprovechar la presencia de Rufino para armarse de valor y dijo: “Señor Ferrer.”

Dorian estaba revisando unos informes y no levantó la vista, simplemente respondió con calma: “Habla”

El asistente continuó: ¿Se encontró con la señorita Amelia en el hospital?”

Dorian pausó su lectura y ladeó la cabeza, echandole un vistazo: “¿Sabes que ella volvió al país?

¿Ella te contactó?”, pregunto

Esas palabras ligeras y su mirada fria hicieron que Yael recordara lo ocurrido hace dos años, cuando Amelia le devolvió el dinero a Dorian y le pidió que le pasara el mensaje. Yael sin pensar lo llamó por su nombre, “Señor Ferrer, una llamada de Amelia.” Lo que recibió fue una mirada fria de Dorian y un comentario penetrante, “¿Desde cuándo la señorita Amelia y tú son tan cercanos? Esa mirada, junto con su tono pausado y tranquilo, lo habían hecho

estremecer.

Esta vez, para evitar malentendidos, había sido cuidadoso al referirse a Amelia como “la señorita Amelia”, pero parece que no pudo evitar ese tipo de mirada y tono de voz.

Se sintió muy incómodo bajo la mirada de Dorian y apresuradamente movió sus manos para mostrar que era inocente. “No me contactó para nada.” Yael respondió con una risa nerviosa, esforzándose en escoger sus palabras, “Es solo que usted, está un poco raro hoy.”

Rufino levantó una ceja con curiosidad, miró a Dorian y luego a Yael: “¿Qué está pasando aquí?”

Yael no se atrevió a responder al cotilleo de Rufino y seguía mirando a su jefe con nerviosismo.

El seguía con esa misma expresión tranquila y ladeada.

“Continúa, dijo.

El asistente no tuvo más remedio que seguir adelante: “En estos dos años, cada vez que usted se sentia mal parecia tener que ver con la señorita Amelia. Justo ayer fue al hospital a ver a su padre, así que pensé que se habría

encontrado con ella alli.

Y además, parece que la había vuelto a molestar.

Pero no se atrevió a decir eso.

Rufino parecía haber captado la idea: “¿Quién es la señorita Amelia?”

Yael echó un vistazo furtivo a Dorian: “La esposa Señor Ferrer.”

No se atrevió a decir la palabra “exesposa”.

Rufino soltó sin pensar. “¿Pero no se habían divorciado?”

Después de hablar, recordó que Yael le había advertido no divulgar sus asuntos y se dio una palmadita en la boca con frustración.

Yael fingió no escuchar y se mantuvo en una postura humilde, mirando seriamente a Dorian y esperando sus órdenes, tratando de no atraer el fuego hacia sí mismo.

Pero su humildad era inútil.

Dortan lo miró de lado y sin decir una palabra, hizo que Yael sintlera que sus piernas se debilitaban.

Seguia sin hablar, solo mirándolo.

Yael no podía soportar blen ese tipo de mirada de su jefe.

La presión psicológica alcanzó su limite y de repente sintió el coraje de romper el silencio.

Yael carraspeó ligeramente: “La vez anterior, cuando ful a recoger al Señor Rufino, sin querer dije algo que no debia.”

El miró directamente a Dorian quien en esos últimos dos años parecía haber estado reprimiendo algo, así que decidió aprovechar ese arrebato de valentia impulsiva para soltarlo todo de una vez: “Señor Ferrer, siempre he sido de decir las cosas de frente y llevo dos años con esto atorado. Así que hoy lo voy a decir sin rodeos. No tengo ni idea de qué pasó entre la Señorita Amelia y usted, pero es obvio que no la ha superado. Si todavía la extraña, pues, vaya y reconquistela! No es el fin del mundo. A las chicas hay que mimarlas un poco y asi como va, no va a conseguir novia, que se lo digo

Dorian lo miró de reojo: “¿Y eso qué tiene que ver contigo?”

Yael se quedó sin palabras, su impulso se desvaneció con la réplica de su jefe y su voz se debilitó.

“La verdad es que no tiene nada que ver conmigo. Pero verlo así estos dos años, me preocupa, señor.”, continuó, mirandolo. “La verdad es que extraño al Señor Ferrer de antes. Siempre calmado, sin dejar que nada ni nadie le

afectara.”

La mano de Dorian que reposaba sobre los documentos se detuvo un instante, como si se hubiera distraido.

Yael comenzo a preocuparse, preguntándose si habia dicho demasiado, pero antes de que pudiera arreglarlo, Dorian ya

lo estaba mirando.

“El problema es mio; estos dos años han sido duros para ustedes. Dorian habló con una voz serena.

Eso no era lo que Yael esperaba y se quedó paralizado.

Dorian comenzó a enrollar el informe suavemente, dándole golpecitos distraídamente con la mano, su expresión era

tranquila.

El asistente tuvo la sensación de que el Dorian de hace dos años había regresado.

“Yael.” Dorian lo miraba, con una mirada y un tono serenos, “No es que nadie pueda superar a nadie, ni que sin el otro no puedan vivir.”

Rufino, que estaba presente, intervino de inmediato: ” “Estoy de acuerdo con eso. A veces, separarse no significa que haya un problema, simplemente que no eran compatibles. Lo importante es que cada quien siga adelante con su vida. Dorian no respondió.

Rufino continuó: A veces lo que llamamos no superar a alguien no se trata de un amor profundo, sino de costumbre o de no querer salir de los recuerdos. Pero al final, es porque no has encontrado a alguien nuevo.”

Mirando a Dorian, su amigo sugirió: “¿Qué tal si consideras conocer a otras chicas y comenzar de nuevo? Ya llevas dos años divorciado, buscar a otra no estaría mal.”

Entonces recordó al amor de la infancia de su amigo: “Amanda ha vuelto, ¿eh? Podrías considerar algo con ella.”

“No hay ninguna Amanda.” Dorian lo interrumpió friamente.

Rufino no se lo tomó muy en serio, pensando que Dorian simplemente se habia distanciado de Amanda después de tantos años y que la mujer de ahora era muy distinta a la niña que conocieron, una diferencia que incluso él tenia problemas para aceptar. Mucho más Dorian.

Entonces, con una sonrisa, le propuso: “Oye, si quieres, puedo presentarte a algunas chicas para una cita a ciegas, ¿qué dices?

Yael intervino rapidamente. “E! Señor Ferrer no necesita citas a ciegas…”

Pero antes de que pudiera terminar, Dorian ya estaba diciendo con indiferencia: “Está bien, hagamosio

Capaldo 109

You se quedo atónito mirando a Dorian.

El hombre que él conocia, aunque ocasionalmente se habla descontrolado por Amelia en los últimos dos años, la mayoria del tiempo parecía no mezclarse con la gente común.

La idea de una cita a ciegas incluso parecía chocante y fuera de lugar para Dorian.

“Señor Ferrer” lo llamó inseguro, “¿Está bien?”

¿Qué podría pasarme?” La voz de Dorian sonó distante. “Solo son costumbres, no hay nada que no se pueda camblar. ¿No es igual con quién estés?”

Yael no dijo nada.

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