Capitulo 221
“Señor Victor, esta es la señorita Yllescas
Yolanda se enderezo y una sonrisa apropiada se dibujo en su rostro, “Señor Victor, nos encontramos de “
La señora Solos miro a Yolanda con interés
Sus sospechas resultaron ser correctas
La joven frente a ella, que parecla tener unos dieciocho o diecinueve años, tenia la piel ligeramente morena y rasgos bien defandos, nimpie pre se podría decir que era hermosa
Sin embargo, si posela una habilidad médica milagrosa, eso ya era algo fuera de lo común:
La belleza es para admiraria.
La habilidad médica es para salvar vidas.
Comparando las dos, la habilidad médica es más importante.
El abuelo Victor funció el ceño y dijo. “La doctora milagrosa Yllescas que estoy buscando no es ellat
La sonrisa en el rostro de Yolanda se congelo.
Si la doctora milagrosa Villescas no era ella, ¿quién más podría tener la habilidad de revivir a los muertos?
¿El abuelo Victor estaba confundido o realmente no reconocia a su salvadora?
“Señor Victor,” Yolanda continuo, “¿Ha olvidado? Soy la descendiente del grais Hipócrates, y fue mi medicina ancestral la que con su enfermedad”
Si no fuera por ella, el abuelo Victor probablemente ya estaría muerto,
Y ahora e
ese viejo se atrevia a olvidar a su salvadora!
Yolanda sintió como si se atragantara con la sangre de su propio corazón, cosi murto por la irritación del abuelo Victor
Salvar una vida es más grande que el cielol
Y ese viejo se atrevia a olvidarla.
El abuelo Victor agitó las manos repetidamente y dijo, “Te recuerdo, tu apellido es Murloz, pero esa pildora que me diste në siquiera la tomé. „Mi enfermedad fue curada por la doctora milagrosa Yllescas!”
Dicho eso, el abuelo Victor ignord completamente la expresion de Yolanda y se volvió hacia Vicente.
“Vicente! La doctora milagrosa Yllescas a queen busco es una joven muy bonita. De estatura más o menos asi, más baja que to, hasta tus hombros, of con la piel más clara que la tuyal
El abuelo Victor recordaba el rostro de Gabriela mientras describía a Vicente
Yolanda ya no sabia qué decir,
Claramente había sido ella quien había curado al abuelo Victor, pero él se negaba a reconocerla y buscaba a otra persona como su salvadora
¿Quién podria soportar eso?
“Senor Victor, la persona que busca realmente soy yo,” Yolanda contuvo la ira en su corazón.
“Aunque estoy viejo, aún no estoy ciego,” el abuelo Victor dijo con rudeza: “¡Luisi Devuélvele a la señorita Yõescas sus pildoras”
Luis corrió desde dentro de la casa con una pequeña caja de madera en la mano, abrió la tapa y dijo, “Señorita Muñoz, hemos guardado su medicina todo este tiempo, aqui la tiene de vuelta.”
Yolanda se quedó perpleja.
Era su medicina, no había duda al respecto nunca se equivocaria en algo que venia directamente de su sistema
El abuelo Victor no había tomado su medicina.
¿Qué estaba pasando?
Si el abuelo Victor no había tomado su medicina, ¿quién lo habia curado?
¿Quién le habia robado el mérito?
Con la caja de medicina en la mano, Yolanda se quedó paralizada en el lugar, con el rostro pálido y un ligero sudor frio recomiendo su espalda
Ella habia pensado que la persona que habla curado al abuelo Victor era ella
Era todo un malentendido.
Al recordar como había asegurado con tanta confianza que ella era la salvadora del abuelo Victor, Yolanda deseaba poder esconderse en un agujers. de verquenza
Ahora que haria?
El abuelo Victor ya no le prestaba atención a Yolanda y se dirigió hacia Vicente Vicente, ¿donde está la Doctora milagrosa Yões
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vestibulo personalmente!”
“El vestibulo está lleno de gente y de chismes, Sr. Victor. Por favor, espere aqui un momento. Dicho esto, Vicente se apresuró en dirección al vestibulo
Gabriela estaba comiendo su cuarto pedazo de pastel.
Lo hacia con gran senedad.
Era solo un pedazo de pastel, pero ella lo disfrutaba con la delicadeza de un manjar exquisito.
La gente es especialmente atractiva cuando está concentrada en algo.
Y eso tambien aplica cuando se está comiendo.
“Señorita Yllescas, buenas tardes, mi nombre es Maxi Ascenzo, ¿puedo tener el placer de ser su amigo?”
Gabriela acababa de terminar su pastel, cuando una agradable voz masculina resono a su lado,
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