Capítulo 13
Hermano Bruno se apuró a llevar a sus hermanos para disculparse.
Gabriela tampoco se puso intensa, y volteó hacia Sergio, “Tio, vámonos.”
“Vale.” Sergio siguió de Inmediato los pasos de Gabriela.
Hermans Bruno y los demás se quedaron con cara de no entender nada viendo cómo Sergio y Gabriela se alejaban.
Gabriela habia llamado a Sergio tio…
Pero, ¿por qué parecía que él era más bien el ayudante de Gabriela que la seguía a todas partes?
Mientras caminaban, Gabriela miró a Sergio, “¿Cuánto dinero ganaste esta noche?”
“Todo está aquí.” Su tio sacó inmediatamente el dinero de su bolsillo y se lo dio todo a Gabriela.
Después de entregar el dinero, Sergio se preguntó por qué estaba siguiendo las órdenes de Gabriela de manera tan obediente.
Era una sensación muy extraña, casi instintiva.
Gabriela contó el dinero, en total eran más de quince mil.
Contaba tan rápido que solo se veian sombras borrosas, y antes de que Sergio reaccionara, Gabriela ya habia terminado.
“Tio, esto es para ti.” Gabriela sacó una pequeña parte del dinero y se lo dio a Sergio.
Sergio estaba confundido, “¿Acaso todo ese dinero no es mio?”
Gabriela entendió lo que Sergio estaba pensando y dijo, “No te olvides, tio, que yo gané ese dinero. Si no fuera por mi, ahora estarías sin pantalones.”
Lo que quería decir era que cinco mil ya era bastante.
Sergio sonrió y dijo, “¿Para qué quieres tanto dinero siendo tan joven? Mejor déjalo conmigo para que lo
cuide.”
Gabriela respondió, “Mi mamá está enferma, necesito comprarle medicinas.”
Al escuchar que era para el tratamiento de Sofia, Sergio no dijo nada más.
La salud de Sofía había empeorado en los últimos años, ¡parecía que su sobrina Gabi realmente era una niña con un gran corazón!
En ese momento, un destello de luz cegadora vino desde no muy lejos.
Sergio instintivamente levantó la mano para cubrirse los ojos.
Por otro lado, Gabriela, como si no viera el deslumbrante brillo, ni siquiera parpadeo y siguió caminando con total calma.
En el asiento trasero del coche habia una figura esbelta descansando con los ojos cerrados.
Al pasar por un lugar específico, abrió ligeramente los ojos, y las comisuras de sus ojos se elevaron
levemente, sus pupilas oscuras eran profundas como si estuvieran llenas de una tinta un poco densa,
Las comisuras de sus labios fría se elevaron ligeramente en un arco tenue.
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¡Carajol
¿Eso fue una sonrisa?
Roberto, al ver la escena en el espejo retrovisor, estaba tan sorprendido que no podía cerrar la boca.
Después de estar tanto tiempo con Sebastián, nunca habia sabido que este señor también podia
sonreír.
¿Podria ser que había visto mal?
Roberto, sosteniendo el volante con una mano, se frotó los ojos con la otra mano, y cuando volvió a mirar el espejo retrovisor, todo habia vuelto a la normalidad.
Parecia que habia visto mal…
Se dijo a sí mismo, ¿cómo podia sonreír ese “bloque de hielo sin sentimientos“?
Sebastián se masajeó las sienes y de repente dijo con un tono perezoso, “Haz correr el rumor de que la familia Zesati regresó a Capital Nube y está a punto de ir a la banca rota por una crisis financiera.”
Roberto lo miró lleno de dudas.
¿Cuándo la familia Zesati estuvo en crisis financiera?
¿Y cuándo estaban a punto de ir a la banca rota?
Luego, Roberto entendió lo que quería decir, bajo el espejo que revelaba monstruos al borde de la quiebra, todas las criaturas ocultas mostrarían su verdadera forma, y dijo con una sonrisa, “¡Hecho!”
Al terminar, Roberto añadió, “Hermano Sebas, mañana por la mañana tía Eva y la abuela irán a la familia Muñoz a reconocer parientes, ¿irás con ellas?”
“¿Reconocer parientes?” Sebastián arqueó una ceja, y una mirada irónica apareció en sus ojos.
Roberto captó la indirecta de Sebastián, “No te preocupes, hermano Sebas, la hija de la familia Muñoz es tan buena persona que hasta perdonó a esa falsa hermana que quiso ocupar su lugar. ¡Seguro que te va a apoyar en las malas!”
Roberto admiraba a Yolanda y confiaba en su integridad.
No había manera de que Yolanda fuera capaz de elaborar una traición como esa..
Aunque se enterara de que la familia Zesati estaba al borde de la bancarrota, jella no iba a cancelar la
>oda!
Sebastián no dijo nada, solo se quedó mirando al frente en silencio.
El casino quedaba a una buena caminata del sótano donde vivía la familia Yllescas; les tomó unos ‘einte minutos llegar a casa.
Capítulo 14