Capítulo 1940
Octavio y su mamá no tenían mucho que decir respecto a la herencia de su padre.
Lorena no tenía ni idea demo manejar un negocio y menos aún cómo mantener a flote una compañía que de por sí
ya carecía de valor en el mercado.
Pero no podían simplemente dejarlo, esa empresa era el sustento de su vida cotidiana.
Octavio tenía que seguir en la escuela y Lorena no quería que él descuidara sus estudios por atender la empresa.
Si no fuera por esos problemas, Lorena no habría regresado al país y mucho menos habría dejado a Mireia en manos de la familia Valdivia.
El padre de Mireia había estado enredado con Leonor durante años y Lorena había cuidado a la niña la mayor parte del tiempo, tenían un vínculo tan fuerte como el de madre e hija.
Pero por el bien de Mireia, tenía que dejarla con los Valdivia.
Estar con ellos le aseguraría un mejor cuidado, siempre y cuando su familia tuviera algo de conciencia.
¿Pero acaso los Valdivia tenían algo de conciencia?
Desde que se enteró de que solo le harían funeral a Cristian Valdivia y no a su esposa, Octavio no pudo evitar sentir un prejuicio hacia esa familia.
Esa acción de los Valdivia no le dio a Leonor la menor dignidad, fue una humillación tras otra.
Eran esposos, Leonor le había dado una hija.
Pero al final ni siquiera los dejaron estar juntos, ni en vida ni en muerte.
Con esa clase de humanidad, ¿qué clase de vida le esperaba a Mireia con los Valdivia?
Y ahora, la chica que estaba frente a él, con una actitud arrogante, pretendía tomar decisiones sobre su futuro.
A sus trece años, la misma edad que tenía Mireia, ya estaba pensando en tomar las riendas de la vida de otros.
Pero no era momento de preocuparse por Mireia; tras la conversación de hace un momento, entendía que su madre, que no sabía nada de dirigir una empresa, también dependía de la buena voluntad de los Valdivia.
Así que su situación actual no era mejor que la de Mireia.
Desvió la mirada de ese rostro sonriente y encantador, intentando reactivar sus pensamientos que por un momento parecían haberse congelado.
“No te prometo que no te haré enojar nunca, así que sería mejor que te fijes en alguien más.”
*¿El cariño es algo tan trivial?” Alicia miró con sus ojos brillantes y una sonrisa limpia, sin una pizca de impureza.
“¿Quieres que me guste alguien más solo porque tú lo dices? Pero yo ya me fijé en ti, quiero que seas mi novio, que algún día seas mi esposo y el padre de mis hijos.
No dije que no puedas hacerme enojar, ¿no estoy pidiendo que me consueles?”
Ella reía sin preocupaciones, después de una pausa, agregó: “Aunque no soy tan fácil de consolar.”
Octavio finalmente mostró su mayor expresión del día, frunciendo el ceño ante la niña que vestía un hermoso vestido blanco delante de él.
Sin vergüenza alguna.
Doce años y ya pensando tan a largo plazo.
¿Cuánto puede durar el afecto y las promesas a esa edad?
¿Realmente le importaba?
¿Era ella tres años menor que él, o él tres años menor que ella?
15:00
Capitulo 1940
Mireia, que estaba a un lado, había dejado de llorar, con los ojos puestos en un Octavio algo diferente ese día.
Habia hablado mucho y mostrado muchas expresiones, su mirada se había posado varias veces en esa niña llamada Alicia
¿Era por el lindo vestido Alicia o porque ella era hermosa? ¿O era porque, como la consentida hija de una familia adinerada, todos estaban acostumbrados a prestarle atención y quererla?
El sollazo de Mireia se detuvo, Octavio se dio cuenta, le echó un vistazo y sin mostrar emoción alguna en su rostro, se dio la vuelta y se fue.
Los ojos de Mireia brillaron un instante, pensando que ese era el Octavio de siempre.
No lo siguió ni derramo más lágrimas, sosteniendo en su mano los dos pañuelos que Alicia le había dado, se quedó parada como pasmada, viendo como Lorena se llevaba a Octavio.
Una sombra blanca pasó a su lado, Alicia, como una mariposa blanca revoloteando, corrió hacia la puerta.
“Octavio, nos vemos la próxima semana en la escuela. Estoy en la Escuela San Rajoy, ¡haré que mi papá te transfiera alli también!”
Después de subir al auto, el chico la miró por la puerta que aún no se había cerrado, dibujando en sus labios una sonrisa tan tenue que casi podía ignorarse.
Tres años de diferencia, era una edad perfecta.
El rara vez mostraba emociones en su rostro, así que esa sonrisa, para Alicia, fue como ver una estrella fugaz dibujada en un libro de cuentos de colores, destacando en el oscuro cielo.
Que guapo se vela sonriendo.
Parece que debería hacerlo sonreír más a menudo.
Pero había algo que no entendía del todo, ¿qué había en sus palabras que lo había hecho feliz?
Mentres veia alejarse el auto, levantó su vestido y entró a la casa.
Pasando de largo a Mireia, que todavía estaba algo aturdida, se acercó a Lisandro.
“Papa, tienes que transferir a Octavio a la Escuela San Rajoy, estar en la misma escuela facilita que florezcan los
sentimientos.”
Lisandro rio por el comentario de su hija y le acarició su pequeña nariz.
“A tu corta edad, ¿sabes qué son los sentimientos?”
Alicia se acurrucó en el regazo de su padre, jugueteando con los botones de su camisa.
“Papa, ¿crees que Octavio es un buen partido?”
Lisandro se detuvo un momento, como recordando, “Tiene un largo camino por recorrer, nadie sabe en qué se convertirá en el futuro.”
Los ojos de Alicia se iluminaron con una sonrisa, “Entonces, ¿lo que quieres decir es que por ahora parece bueno,
verdad?
Lisandro se quedó perplejo por su astucia, luego volvió a sonreír, resignado.
*¿Cuando usarás esa astucia para algo serio?”
Alicia parpaded, “Papá.”
“Hmm?
Uh, si me amas tanto, seguramente quieres que tenga lo mejor del mundo, que me case con el hombre que deseo y tenga una vida felz. Así que encontrar un buen hombre es lo más serio que hay.”
Lisandro se quedó atónito una vez más por sus palabras, antes de reírse con placer.
*Claro, encontrar un buen esposo para ti es lo más serio que hay.”
15:01
Alicia sonrió felizmente, anticipando la escuela como nunca antes.
Sin embargo, cuando llegó la siguiente semana a la escuela, descubrió lo que realmente significaba la última sonrisa de Octavio.
La diferencia de edad era dina tragedia.
Ella estaba en sexto grado y Octavio en noveno.
Cuando ella llegara a noveno, Octavio estaria en duodécimo.
Al final, lo máximo que compartirian sería un año en la universidad.
Estaba muy descontenta.
Al verla abatida durante varios días, Lisandro tocó la puerta de su habitación con preocupación.
Su hija, tumbada en su suave cama, le dio espacio cuando lo vio.
Lisandro se sentó a su lado, acariciando su cabello con ternura, “¿Qué tal si le digo a Octavio que repita un año para estar contigo?”
Alicia se detuvo un momento, se levantó de la cama y se apoyó en el hombro de Lisandro, su voz sonó apagada. “Gracias, papá.”
Lisandro le acarició la mejilla, a punto de decir algo cuando su hija volvió a hablar.
“Aunque realmente quiero que esté conmigo, no quiero que repita un año.”
“¿Por qué?”
Ella se recostó contra el cabecero, abrazando un peluche color crema, su rostro pequeño y puro medio escondido en él, no se distinguía cuál de los dos era más hermoso.
“Porque es un chico y repetir un año sería una vergüenza, además seguro que no le gustaría si es solo para estar conmigo.”
Lisandro no podía creer que su adorada hijita, a quien había consentido tanto, estuviera considerando los sentimientos de alguien más. O mejor dicho, ¿estaba preocupada de que no pudiera gustarle ese chico?
Aun así insistió; “No está bien que él está feliz y tú no, hija. No lo permitiré.”
“Pero si él no está feliz, yo tampoco puedo estarlo, ¡de ninguna manera!”
Lisandro se sintió impotente.
El silencio reinó en el dormitorio por unos segundos hasta que Alicia se sentó de golpe, “Papi, ¿por qué no me dejas saltarme un grado?”
Él soltó una risita, “¿Saltarte un grado? ¿No eras tú la que menos le gustaba estudiar?”
“Pero es que yo amo a Octavio más que nada.”
Lisandro soltó una carcajada, “Pequeña traviesa.”
¿Qué sabía una niña tan pequeña sobre el amor?
Sin embargo, dada la adoración de Lisandro por Alicia, finalmente accedió a su petición de saltarse un grado, pero seria después de terminar la primaria.
Empezaría directamente en segundo de secundaria.
Así que en todo el verano, Alicia no salió a divertirse como los años anteriores, sino que se quedó en casa estudiando con varios tutores privados.
Mireia, al enterarse que Alicia se saltaría un grado por Octavio, se sentía ansiosa viendo a los tutores llegar y salir. Temía que Octavio y Alicia la dejaran atrás.
Ella también quería seguir su ejemplo, pero como recién había llegado a esa familia, no se atrevía a pedir cosas como saltarse un grado o tener tutores privados.
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Capitulo 1940
Pero lo que ella anhelaba, Alicia lo estaba desperdiciando.
Casi cada día había un tutor diferente; a veces incluso dos.
¿Sería posible que los tutores que Lisandro contrataba fueran de mala calidad?
Sin embargo, Alicia lograba que huyeran de ella como si les provocara horror.
¿Realmente detestaba tanto estudiar?
Solo habían pasado una semana de vacaciones y ya no había tutores llamando a la puerta. Alicia terminó su desayuno agarró su mochila y salió apresuradamente.
Lisandro no sabía a dónde iba y no tuvo tiempo de preguntar, solo ordenó al guardaespaldas que la siguiera de cerca.
Octavio miró a la niña frente a él, con su falda corta de color verde claro, su cabello recogido en una cola alta, además de su frente pálida expuesta, así que frunció el ceño con desdén.
“¿Qué haces aquí?”
Alicia entró en la casa de la familia Benito sin hacerle caso, subiendo las escaleras mientras preguntaba: “¿Dónde está
tu habitación?”
Octavio impaciente, preguntó: “¿Qué diablos quieres?”
Ella miró a su alrededor mientras subía y finalmente se detuvo frente a la puerta de una habitación.
Octavio frunció el ceño aún más y la chica se giró hacia él con una sonrisa triunfante, abriendo la puerta sin dudarlo y
entrando en su habitación.
“¡Alicia!”
La voz oscura de Octavio la siguió desde atrás. Ella tiró su mochila al suelo y rápidamente se apartó de él, arrojándose
sobre su cama.
¡Octavio estaba furioso!
“¡Bájate!”
Su voz sonaba muy enojada.
La chica se apoyó en la cama con una mano y lo miró recostada, “¿Tan enojado? ¿Eres un maniático de la limpieza?”
Octavio se mantuvo serio y no respondió, pero Alicia comenzó a observar su habitación, que era limpia y sencilla.
Luego, mirando esa cara bonita pero con una expresión de disgusto, Alicia alzó una ceja y preguntó:
“¿Te molesta tanto que alguien entre a tu habitación? Después de tantos años viviendo con Mireia, ¿ ella alguna vez entró a tu cuarto?”
El chico la miró fríamente.
Alicia no pudo obtener una respuesta clara de su expresión y tampoco esperaba que él respondiera obedientemente a su pregunta.
Se sentó en la cama y dijo directamente, “Vine para que me des clases particulares.”