Capítulo 1912
Aunque ahora haya un montón de delicias por probar.
Si ese niño estuviera vivo, seguramente preferiría muchas más cosas que los dulces de algodón o las frutas en almíbar.
Esas cosas eran apenas recuerdos de infancia.
Pero eran los recuerdos de ese padre que perdió a su hijo.
Su hijo, solo podía vivir en esos recuerdos.
Un simple pensamiento puede tener consecuencias inimaginables.
Si los padres de Celina no hubieran sido tan egoístas, si no hubieran codiciado ese corazón ajeno, ese niño no habría muerto, ellos tampoco y Celina seguramente habría esperado un corazón compatible.
Después de todo, había pasado mucho tiempo y ella seguía viva sin cambiar su corazón.
Pero por darle a su hija una infancia completa y sin privaciones, le quitaron cruelmente la vida a otro niño, llevando a su familia al borde de la ruina.
Incluso ella terminó metida en ese desastre.
Casi pierde la vida tratando de rescatarla cuando eran niñas y ahora estaba en una situación similar.
Parece que realmente hizo algo malo en su vida pasada y el karma venía por ella.
Tener mala suerte una vez no fue suficiente, tuvo que suceder dos veces.
Ella podía ver cuánto amaba Mauricio a su hijo y en circunstancias normales, quizás se conmovería por ello.
Pero ahora, cuanto más lo veía así, más inseguridad sentía.
Cuanto más profundo es el amor, más profundo es el odio, temía que en un arrebato él pudiera desquitarse con ella.
“Querido hijo, tranquilo, papá no dejará que tu muerte sea en vano, pronto haré que todos los que te hicieron daño te acompañen.”
Olivia sintió un escalofrío, “a esa edad tu hijo debería ser bondadoso e inocente, creo que no le gustaría ver lo que estás planeando hacer, y ¿no has pensado en un plan de escape, acaso él…”
Mauricio soltó una risa fría, “¿Plan de escape? Ahora que estoy solo y mi familia destruida, ¿qué clase de plan de escape crees que debería tener? ¡Solo sé que la muerte de mi hijo fue injusta y que mi esposa murió con los ojos abiertos! Creo que deben estar esperándome para reunirnos, jsi no fuera por ti, no tendrían que haberme esperado
todos estos años!”
“No apoyo la venganza que exige una vida por otra, incluso si matas a Celina, tu esposa e hijo no volverán y perderás tu propia vida, ¿realmente crees que ellos querrían eso?”
“¡Cállate! ¡No me hables de moralidades!” Mauricio se levantó lentamente del suelo, sus ojos después de llorar, estaban llenos de venas sanguíneas, como un monstruo sediento de sangre.
Olivia dio un paso atrás involuntariamente.
Mauricio la miró con ferocidad, “Todos entienden de moralidades, yo también. Pero…” hizo una pausa, sus ojos temblaban con ira en sus órbitas ensangrentadas y apuntando a la lápida de su hijo, dijo con odio: “¿Has perdido a un hijo? ¿Ha sido tu hijo asesinado?”
Olivia se quedó sin palabras, su mirada se desvió de la lápida que Mauricio señalaba, donde la imagen sonriente del niño le causó un dolor punzante.
Desvió la mirada, por supuesto que nunca había perdido a un hijo y eso era algo que nunca podría pasar.
“¿Por qué te callas? ¿Todavíá crees que tus palabras son válidas? Moralidades… ja, con moralidades mi hijo no estaría muerto, las moralidades de este mundo solo existen para los ingenuos.”
Olivia no dijo más.
Porque estaba de acuerdo con Mauricio.
Desde siempre, ha sido la ley del más fuerte.
Mauricio realmente no se había dejado un camino de regreso y con la oscuridad cayendo, el cementerio se volvía cada vez más siniestro.
Pero él ya no tenía la tensión inicial.
Quizás se sentía en paz al lado de su hijo y su esposa o pensaba que ya no tenía sentido tener miedo.
Olivia estaba allí, en silencio, observando a Mauricio limpiar una y otra vez las lápidas de su esposa e hijo.
Mientras tanto, ella pensaba que, por el bien del futuro de su hijo, quizás debería controlar su temperamento y no seguir peleando con Ginés.
Ella también se daba cuenta de que su temperamento no era el mejor y que Ginés la hubiese aguantado hasta ahora, bueno, eso era una muestra de sinceridad.
Aunque siempre tenía esos enredos con Celina que no lograban deshacerse ni aclararse del todo, pensó que quizás podría dar un paso atrás y confiar una vez más en la prudencia de Ginés.
Aunque en el fondo aún sentía cierto resentimiento, por el bien de su hijo y darle una familia unida, estaba dispuesta a ceder un poco.
Una vez que Ginés viniera a rescatarla, iba a dejar de ponerle tantos peros.
“Tú sí que te la tomas con calma.”
Mauricio notó que ella estaba sospechosamente tranquila, sin la menor señal de miedo en su rostro, incluso parecía tener un atisbo de esperanza.
Olivia ocultó las pocas emociones de su cara, “¿Acaso si me desespero tú me dejarás ir?”
Mauricio soltó una carcajada, “Dime, ¿crees que Ginés realmente traerá a la muchacha de la familia Junco a cambio?”
Olivia se detuvo un momento, “No lo sé.”
“Cuando hablé con él por teléfono, su voz sonaba bastante fría. ¿Qué relación tienen ustedes de verdad? Su actitud me hace dudar, ¿realmente vale la pena para él cambiar a la niña de la familia Junco por ti?, ¿tú qué crees?”
Olivia preferiría no tener que enfrentarse a esa pregunta en ese momento.
¿Entre Celina y ella, a quién elegiría Ginés?
¿Para Ginés valía la pena sacrificar a Celina para salvarla a ella?
No respondió a esa pregunta, no quería y antes de que pudiera hacerlo, la aparición de Ginés le dio la respuesta a Mauricio.
El hombre miró la silueta alta y esbelta que se acercaba en la penumbra y dijo con una risa fría, aunque no era difícil. percibir un tono de compasión y piedad en su voz.
“Aunque no sé si ustedes dos son pareja o no, comparada con esa chica de la familia Junco, quedas a la sombra.”
Olivia miró en esa dirección, él venía envuelto en el crepúsculo, con un aura fría y distante, seguido por su asistente y los dos hombres que habían estado fuera de la habitación de Celina.
Sus ojos se movieron ligeramente.
Mauricio la agarró de repente y la tiro detrás de él, diciendo:
“Pero no te preocupes, hoy solo tienes mala suerte. No pude atrapar a Celina, pero no está mal llevarte conmigo en la muerte, al fin y al cabo, tú tampoco eres completamente inocente.”
Diciendo eso, sacó un cuchillo de su cintura, desechó la funda y puso el filo del cuchillo en el cuello de Olivia.
Ella solo podía inclinar la cabeza hacia atrás para evitar ser lastimada, sintiendo que su sangre se enfriaba.
Sin ver a Celina, Mauricio en cualquier momento podría cortarle el cuello.
“Mauricio, tú no eres como la familia Junco, no harías algo como lo que hicieron ellos, ¿verdad?”
La voz de Olivia temblaba incontrolablemente, era tan baja que apenas podía escucharse debido al miedo.
“No me hables de ellos, son unos monstruos… unos monstruos que matan sin derramar sangre…”
“No lo niego.” Olivia tragó saliva con cautela, “Pero ese hombre de allá es inocente, ¿no? Nada de lo que está pasando tiene que ver con él ni con los asuntos entre la familia Junco y la tuya.”
La voz de Mauricio temblaba de nerviosismo, “Ahora la que corre peligro eres tú, ¿y todavía te preocupa alguien más?”
“Estoy embarazada de su hijo. Tú eres padre, me acabas de preguntar si he perdido a un hijo, yo no lo he hecho y no puedo comprender cómo te sientes, pero como tú sabes lo que es, no dejarás que otro padre inocente sufra como tú, ¿verdad?
Odias a la familia Junco, así que no te convertirás en alguien como ellos, ¿cierto?”
Mauricio se apoyó en la lápida de su hijo, sorprendido por las palabras de Olivia. Su expresión se llenó de asombro.
“¿Qué dijiste? Tú…” Hizo una pausa y sus ojos se volvieron de nuevo amenazantes, “¡Me estás mintiendo! Si de verdad estuvieras esperando un hijo suyo, ¿cómo es que él no consideró cambiar a la chica de los Junco por ti? Aunque quizás no seas tan importante y él no te valore, debería importarle el hijo que llevas. Si lo que dices es cierto, no veo por qué deberías seguir viviendo, el niño y tú juntos no valen lo que vale Celina. ¡Mira qué fracaso es tu vida!”
Si no fuera porque ella aún conservaba algo de sentido común, las palabras de Mauricio la habrían dejado totalmente desolada.
“Todavía…”
“¡Cállate!” Al ver que Ginés se acercaba con sus hombres, Mauricio le ordenó callarse con un grito, apretando el hombro de Olivia con más fuerza.
Ella inhaló una bocanada de aire frío.
Con su barbilla alzada, miró desafiante a Ginés.
Al ver eso, los ojos de Ginés cambiaron y aceleró el paso.
“¡Todos quietos!” Gritó Mauricio de repente, retrocediendo dos pasos con Olivia, tambaleándose. En el movimiento, el filo del cuchillo cortó la piel de su cuello, dejando escapar unos hilos de sangre fresca.
Los ojos de Ginés se oscurecieron de golpe y su mirada fría se posó en Mauricio, su voz sonaba grave y clara.
“Será mejor que me la entregues o haré que mueras delante de tu esposa e hijos sin dejar rastro.”
Olivia había visto su lado relajado siempre, también su elegancia en traje, su porte distinguido y sus maneras refinadas.
Pero nunca había visto ese lado despiadado y salvaje escondido detrás de esa fachada, no como la furia de una tormenta, sino esa presión y oscuridad previas a una tormenta, que te deja con el corazón en vilo, adivinando la ferocidad del vendaval que se avecina.
Lejos de ser un caballero, en su esencia había una frialdad y arrogancia profundas.
Mauricio miró detrás de él una y otra vez, asegurándose de que Celina no mostraba signos de aparecer.
“¿De verdad no trajiste a la chica de los Junco?”
La mirada helada de Ginés era en sí misma una respuesta definitiva.
Mauricio soltó una risa burlona, mirando a Olivia con cierta compasión, “Mira, la vida de esa chica de los Junco vale mucho más que las suyas. ¿Qué sentido tiene que sigas viva?”
Olivia no pudo ocultar su molestia y su tono se heló un poco más, “Creo que si tú hubieses muerto, tu esposa también habría seguido adelante con tu hijo, con valentía.”