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La Caída y el Rescate del Amor Capítulo 1906

Capítulo 1906

Él no la soltó.

“¿Algo más?”

“Uh, ahora mismo la verdad me caes pesado, sería mejor que no te cruzaras en mi camino por un tiempo.”

Ginés frunció el ceño, en silencio por un instante, “¿Cuánto es un tiempo’?”

“No lo tengo claro.”

Podrían ser unos días o quizás unos meses, con el tiempo, tal vez él se daría cuenta de que no valía la pena ser tan insistente.

“¿Crees que eso es una respuesta?”

Olivia tiró de la comisura de sus labios, “Honestamente, no quiero verte en toda mi vida, ¿aceptas esa respuesta?”

Ginés no dijo nada, su boca una línea tensa y afilada.

Ella lo miró y soltó una risita, “Tres meses.”

En tres meses se graduaría.

Esa respuesta hizo que el semblante de Ginés se ensombreciera aún más.

Tres meses, ya sea por el significado especial de un final definitivo de la vida universitaria o simplemente por el periodo puro de 90 días, él no podía aceptarlo.

Tendrían que pasar los últimos días de la universidad solos, ¿cuántas veces se vive la universidad, cuántos periodos de 90 días hay en la vida?

Si no fuera absolutamente necesario, él no querría desperdiciar ni un solo día.

“Deberías saber que mientras yo sepa que existes, mientras pueda verte y tocarte, no puedo mantenerme completamente alejado de ti.”

La sien de Olivia latía furiosamente, ¿decir cosas bonitas es un instinto natural en los hombres?

Si le dijera esas palabras a cualquier otra mujer, probablemente ya estaría rendida.

Qué romántico suena eso de ‘dondequiera que estén mis ojos, allí estarás tú’, o el compromiso eterno de ‘hasta que los mares se sequen y las rocas se desmoronen’. De verdad que conmueve.

Pero no importa cuán hermosas sean las palabras, dependen de la situación. Por ejemplo, en ese momento, solo sentía que él estaba siendo un fastidio.

“Ginés, ¿no crees que estás siendo un poco excesivo? No estás satisfecho con ninguna respuesta, mejor habla tú.”

Él la miró fijamente por un largo rato antes de hablar lentamente: “Olivia, sabes bien que no puedo dejarte ir. Pero si no estás contenta ahora y no quieres verme, te haré caso. Solo espero que no sea por mucho tiempo. Si tú no tomas una posición, yo tampoco esperaré demasiado. Espero que en estos días puedas calmarte.”

Olivia alzó las cejas como si estuviera de acuerdo con las palabras de Ginés y luego miró su mano, aún en su agarre.

Él la soltó.

Jacinto, siguiéndola de cerca, no tenía idea de si Olivia realmente estaba de acuerdo con lo había dicho o si solo estaba fingiendo.

“Oye, no será que le estás mintiendo para sacártelo de encima, ¿verdad?”

“¿Por qué es tan difícil terminar?”

que

Ginés

Jacinto torció la boca, “Es porque él te quiere. Pero hablando en serio, con ese carácter tuyo, no veo a nadie más que Ginés capaz de aguantarte.”

Olivia lo miró de reojo, “¿Qué tiene de malo mi carácter? ¿Acaso nos hemos peleado a golpes o armado un escándalo?”

“No me refiero a eso, lo que pasa es que tú también deberías dejarle algo de margen a la otra persona. Siempre impones tu voluntad sin dejarle opción a nadie.”

Olivia soltó una carcajada, “Según tú, ¿un condenado a muerte también podría elegir no morir?”

“¡Ahí lo tienes!” Jacinto la señaló emocionado, “¡Vas directo a la pena de muerte! Pero Ginés no es un asesino, ¿verdad?”

Ella frunció el ceño, “¿Necesita morir alguien para que se dicte una pena de muerte?”

Sin palabras, Jacinto se palmoteó la frente, “¡Adelante! Haz lo que quieras.”

De hecho, Ginés no volvió a aparecer en la universidad.

Su ruptura en la cafetería fue tan pública que probablemente se convirtió en el chisme más grande del campus por esos días.

Ahora que Olivia andaba sola de arriba para abajo, los rumores de su separación se intensificaron.

Y la protagonista de su sonada ruptura, Celina, también estaba en el centro de atención.

Al principio, ella tampoco apareció en la universidad durante unos días.

Cuando volvió a aparecer, fue directamente a buscar a Olivia.

Cuando Celina la interceptó en la entrada del edificio de laboratorios, ella no pudo evitar reírse.

“¿Querías hablar conmigo?”

Celina asintió, “Sí. Me enteré de la pelea que tuviste con Ginés en la cafetería. ¿Quieres que busquemos un lugar para sentarnos…?”

“No.” Olivia cortó su propuesta sin pensarlo.

Celina se quedó sorprendida por un momento, pero no mostró mucha emoción. Cualquier actitud de Olivia no le resultaba extraña.

Con un leve asentimiento, continuó: “Entiendo que te moleste mi presencia y la verdad es que no estás equivocada. Ginés siempre ha sido muy atento conmigo. Es un hombre excepcional, si no, no estarías con él. Así que sí, me interesa un poco.

Pero a quien Ginés ama es a ti, no a mí. No tienes por qué insinuar que Ginés confunde un cariño de la infancia con el amor. Si él realmente me quisiera, estaría feliz, pero lastimosamente… a pesar de tantos años juntos, si hubiera podido pasar algo, ya habría pasado.

También tienes razón en otra cosa, pensé en empezar a salir con alguien más para que te sintieras tranquila, pero esa es solo una parte de la razón. Por otro lado, esperaba que esa relación me ayudara a superar mis sentimientos.

Todos buscamos matar dos pájaros de un tiro, ¿no es así? Tú, que eres tan inteligente, seguramente lo entiendes mejor que yo. Por eso creo que no tiene sentido que magnifiques una de mis razones como si fuera la única que tengo.

Dije que no me metería en tu relación con Ginés. Si no confías en mí, deberías confiar en él. Además, pregúntate por qué decidiste estar con él en primer lugar.”

Olivia la miró durante todo su discurso, probablemente era la vez que más le había hablado hasta ahora.

Y lo hizo sin humillarse ni ser arrogante.

Esperó a que terminara de hablar y después de un rato, finalmente dejó escapar una sonrisa suave mientras observaba el rostro de la chica.

Con el libro en la mano, señaló en el aire primero a Celina y luego a sí misma.

Parecía que quería responder seriamente, pero tras pensarlo mejor, se dio cuenta de que no podía responder a todas las palabras de Celina con una simple frase.

“No me importa si tienes cientos o miles de razones para elegir este momento para enamorarte. ¿Crees que tengo tanto tiempo libre como para preocuparme si tienes otras razones? Lo que está claro es que te interesa él y eso para mí es suficiente.

En cuanto a Ginés, sí, lo elegí yo, ¿pero quién dice que elegirlo significa que confío ciegamente en él?

No considero su culpa que tú te enamores de él, pero si sabe que tú estás interesada en él y aun así insiste en cuidarte, permitiéndote albergar esperanzas, lo siento, pero en mi opinión, eso lo califica definitivamente como ‘basura’.

¿Qué sentido tiene que hoy vengas a decirme todo esto? ¿Ser franca sobre tus sentimientos por Ginés y decir que no te entrometerás en nuestra relación? ¿Acusarme de ser parcial y de no tener razón?”

Soltó una risa burlona, “¿Entonces por qué crees que peleé con Ginés?”

Celina apretó los labios y frunció el ceño mientras la miraba.

Pero frente a Olivia, cualquier expresión de enfado le parecía ridícula.

Olivia enrolló el libro en su mano y la miró con una sonrisa, “¿No es por todas esas razones?”

La cara de Celina se tiñó de ira, “¿Todavía no lo entiendes? Si elegí decirtelo en persona, es porque quiero que sepas que no necesitas preocuparte por mí. ¿Qué tengo que hacer para que dejes de pelear con Ginés?”

Olivia suspiró, se acercó a Celina y se inclinó ligeramente hacia ella, luego sonrió.

“¿Ginés ya no te presta atención?”

El rostro de Celina se tensó.

Al ver su reacción, la sonrisa burlona en la cara de Olivia se intensificó.

“Parece que vienes a desquitarte conmigo.”

Olivia se enderezó lentamente, observándola con una sonrisa sarcástica.

“Pero, ¿estás segura de que te diriges a la persona correcta? Si él no te hace caso, ¿de qué sirve venir a mí? ¿Acaso esperas que me reconcilie con él solo para que te preste atención de nuevo? ¿No es eso un poco ingenuo?”

No había cómo ganarle a Olivia.

Todo lo que Celina decía podía ser refutado por unas pocas palabras frívolas.

Olivia entendía todo y hablar más era casi inútil en su presencia.

Sus intenciones quedaban completamente expuestas.

No importa lo que dijera o hiciera Celina delante de Olivia, siempre parecía una broma.

Celina temblaba de pies a cabeza, sus labios vibraban intentando decir algo, pero no podía articular ni una palabra.

¿De qué servía hablar con Olivia? Siempre tenía una respuesta para todo.

Sin saber qué hacer, las lágrimas comenzaron a acumularse en sus ojos hasta que finalmente cayeron.

Olivia alzó una ceja.

“Las lágrimas de una mujer no te van a ganar ninguna simpatía de otra mujer.”

Dicho eso, apoyó el libro enrollado en su hombro y se dio la vuelta para irse.

“¡No te vayas!”

De repente, Celina la agarró, su voz sonaba temblorosa y llena de emoción.

Olivia, cogida por sorpresa, casi se cae al ser jalada, pero logró estabilizarse justo a tiempo para encontrarse con esa mirada llorosa.

“¿Qué quieres que haga para que dejes de pelear con Ginés? Dime qué necesitas para estar satisfecha.” La paciencia de Olivia estaba al límite, desgastada por la voz llorosa y la insistencia de Celina. Tomó una respiración profunda y con un movimiento brusco se soltó de su agarre.

“Todo el tiempo dices que no quieres arruinar lo nuestro, ¿y me vienes con este teatro para que te deje quedarte con él? ¿Estás loca, Celina? Si quieres estar a su lado, díselo a él, no a mí.”

“Pero a ti te importa. Él se preocupa por lo que tú piensas y tú lo amenazas con terminar…”

“¿Amenazas?” Olivia soltó una carcajada. “Ya sea una amenaza o no, él hizo su elección y tú deberías aceptar la realidad. ¿Qué no estás enamorada? ¿Qué, vas a casarte con otro y seguir pegada a él o qué?”

“¡No voy a casarme!”

Algo parecía latir en la frente de Olivia. “Estás loca.”

Harta, giró sobre sus talones y se marchó a grandes pasos.

Desde atrás, Celina gritó, “¡Ginés y yo somos familia, debemos estar juntos, ¿por qué insistes en alejarme de él?!”

Si no fuera porque Olivia pensaba que al golpearla le dolería la mano, definitivamente habría vuelto para darle un par de bofetadas a esa loca.

Sacó su celular y después de una semana, llamó a Ginés por iniciativa propia.

Capitulo 1906

La llamada fue contestada rápidamente, “Si no me buscabas pronto, yo te estaría buscando.”

“¿Ah, sí? ¡Dale gracias a Celina!”

Hubo una pausa del otro lado, “¿Qué pasó?”

“Ella vino a hacerme un escándalo, como si estar contigo fuera sinónimo de problemas sin fin. ¿Yo te presiono para que la alejes? Ja, ¡ven aquí y llévatela!”

Después de esas duras palabras, colgó el teléfono.

Ginés se puso serio en un instante.

Al salir de la oficina, su asistente preguntó extrañado, “Sr. Ginés, la reunión está a punto de comenzar.”

“¡Cancélala!”

Cuando Ginés llegó a la universidad, encontró a Celina sentada en un banco bajo el edificio de laboratorios, pálida como una hoja.

Al verlo llegar, las lágrimas corrieron por su rostro demacrado.

“Ginés.”

“¿Qué le dijiste?”

Celina sollozó, “Le pedí que hiciera las paces contigo, le prometí que no habría nada entre nosotros. Quería que no le importara tanto mi presencia pero, ella no escucha nada de lo que digo.”

Ginés empezaba a entender por qué Olivia estaba tan enojada con él.

Con su temperamento, ¿cómo iba a soportar que alguien se metiera en sus asuntos de esa manera? Y menos aún, Celina.

Cerró los ojos y respiró hondo, “Celina.”

La chica, como si supiera lo que él iba a decir, se tapó las orejas, “No, no quiero escuchar. Sé que no vamos a estar juntos y no tengo expectativas. Pero Ginés, has estado conmigo desde que entré al orfanato a los siete años, siempre cuidándome. Todos estos años ha sido así, no puedes alejarm ¿somos familia, no? Con eso me basta.

Solo dile a Olivia que deje de atacarme tanto.”

“Tranquilízate.”

Ginés la miró con una expresión helada que contenía una advertencia.

Celina se sujetaba el pecho, mordiendo con fuerza sus labios mientras respiraba profundamente varia veces. Luego, se puso de pie lentamente, secó las lágrimas de su rostro y forzó una sonrisa. “Sé que n me dejarás sola, también entiendo que estás en una situación difícil, pero no voy a complicarte las cosas. Voy a encontrar otra solución. Creo que acabo de hacer enojar a Olivia, deberías ir a buscarla.”

Ginés se quedó parado en su lugar, observándola durante un largo rato, hasta que finalmente dijo: “Te acompaño a casa.”

Celina negó con la cabeza, “En este momento, la persona a la que realmente deberías encontrar es a ella, si no, se va a enojar aún más. Estoy bien, de verdad.”

Intentó sonreír, aunque su sonrisa era pálida y forzada.

Pero Ginés la agarró de un brazo, con la voz tensa intentó suavizar su tono, “Te acompaño a casa, hazme caso.”

Las lágrimas volvieron a correr por las mejillas de Celina. “Ginés, ¿podrías no tratarme así?”

Él apretó los labios, “Vamos.”

Celina se secó las lágrimas y lo siguió.

Cruzaron todo el campus y, como era de esperarse, no faltaron los rumores.

En especial por el escándalo que Celina había causado con Olivia en la entrada del laboratorio y ahora Ginés llevándola consigo.

Todo parecía confirmar aún más el viejo chisme de que Olivia y Ginés habían terminado por culpa de

Celina.

Cuando el rumor llegó a los oídos de Olivia, casi se convirtió en la confirmación de que, al final, Ginés había elegido a su amiga de la infancia sobre ella.

Ella solo soltó una risa fría, eso le venía bien.

Sin embargo, esa misma noche, Ginés volvió a buscarla.

No podían separarse definitivamente, pero tampoco lograban arreglar las cosas para seguir juntos.

Por el drama que Celina había armado y que también había impedido que Ginés hablara con ella, las cosas entre ellos siguieron complicadas por más de un mes.

La graduación estaba cerca.

La universidad había abierto sus puertas a las empresas para reclutar estudiantes.

Mientras la mayoría de los graduados estaban ocupados con las entrevistas de trabajo, fueron testigos de un espectáculo poco común.

Cuando la noticia se esparció rápidamente y llegó a los oídos de Olivia, ella también se sorprendió por un momento.

“¿Oye, lo sabías? Ginés acaba de darle una bofetada a Celina.”

¿Celina recibió una cachetada de Ginés?

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