Capítulo 1887
La constante charla detrás de ella aceleraba cada vez más el paso de Olivia.
“Olivia… mmm…..”
La voz de Celina de repente cambió, Olivia se detuvo en seco, girando rápidamente, solo para ver a la chica en brazos de un hombre, con la boca tapada y luchando por liberarse.
Sus ojos estaban llenos de miedo hacia Olivia.
Ella frunció el ceño, levantando la vista hacia el hombre quien usaba una gorra de béisbol negra y una máscara del mismo color, solo se veían un par de ojos fieros fijos en ella.
“Te convendría no meterte, si no te llevaré conmigo también.”
“Mmm… ¡Ayuda!”
Celina solo podia luchar, sus lágrimas caían en torrentes por el miedo.
El miedo y la desesperación en sus ojos eran extremos.
Olivia entendia perfectamente el terror y la desesperación de Celina en ese momento.
Ella estaba pidiendo ayuda y sabía que no le gustaba a Olivia.
Seguro pensaba que Olivia tal vez no iba a intervenir e incluso podría disfrutar de su desgracia, estaba a punto de librarse de ella.
Se notaba que el hombre estaba nervioso, mirando constantemente hacia la entrada del orfanato, ansioso por llevarse a Celina.
Sin embargo, durante la lucha, la chica logró bajar la máscara del hombre.
La cara del hombre quedó expuesta y rápidamente bajó la vista.
Olivia parpadeó, aún estaban lejos de la entrada y justo detrás del auto que Félix había traído. Estaban en un punto ciego de la puerta del orfanato.
Aunque gritara, pensó que el hombre la silenciaría antes de que pudiera hacer un sonido.
Aparte del auto de Félix, no había otros coches alrededor.
Con el rostro ligeramente sombrío, apretó las manos en sus bolsillos, mirando de nuevo a Celina.
Su rostro estaba medio cubierto por la gran mano del hombre, solo quedaban sus ojos a la vista.
Todavía llenos de miedo, desamparo, súplica.
Después de un momento, Olivia se echó a reír, mirándola a los ojos.
“¡Bien merecido!”
Los ojos de Celina se abrieron de golpe, olvidándose de luchar, mirando la cara de Olivia que sonreía feliz, atónita.
“Todo el mundo sabe que te odio, eres tan tonta, yo no tengo tiempo de odiarte y aun así esperas que te salve.”
Terminando, miró al hombre, “Mejor vete pronto, van a pasar lista en clase pronto y descubrirán que ella no está. Yo me adelanto para excusarla, así tendrás más tiempo, pero no sé cuánto pueda retrasarlos, porque seguro irán a buscarla. Aun así, puedo asegurarte unos quince minutos.”
El hombre asustado escuchó a Olivía pero ella continuó:
“Como agradecimiento por darte tiempo, espero que puedas torturarla bien por mí, ella es mala, fui aislada en el orfanato por su culpa, la odio, así que quiero que experimente lo que se siente ser abandonada y estar sola, especialmente por la noche, esa sensación es muy fuerte.”
*Quién iba a pensar que a tu corta edad podrías ser tan cruel, pero puedo aceptar.”
Olivia sonrió, “Entonces, muchas gracias, señor, usted es muy amable.”
Luego se dio la vuelta y corrió hacia la entrada del orfanato.
Celina observó aterrada cómo se alejaba, aun luchando y sollozando, sin obtener respuesta alguna.
Olivia corrió al orfanato, apenas cruzó el umbral, sus piernas flaquearon y cayó al suelo, con las rodillas y los codos tocando el suelo, el dolor la hizo jadear.
Pero se levantó, se sacudió la tierra del cuerpo, pálida y temblorosa.
Cuando llegó a la oficina de la directora, Félix acababa de abrir la puerta.
Al ver a Olivia evidentemente pálida, preguntó rápidamente: “Señorita, ¿qué pasa?”
Ella agarró el borde de su ropa con fuerza, sus nudillos estaban claramente blancos.
“Llama a la policía.”
Félix se sorprendió, “¿Qué?”
La voz de Olivia temblaba y sin poder contenerse, repitió, “Llama a la policía.”
La directora finalmente reaccionó y preguntó rápidamente: “¿Qué pasó?”
*Celina fue secuestrada por un hombre en la entrada de la escuela.”
La directora abrió los ojos como platos. “¿Qué dijiste?”
“¿Y qué esperas ahí parada? ¿Quieres que se muera o qué?”
La voz de Olivia se elevó de repente, irritada por la lentitud de la directora.
La directora se asustó con su vehemencia, reaccionó rápidamente y sacó su celular para llamar a la policía.
Olivia soltó a Félix y se dirigió directamente al escritorio de la directora, sacó papel y pluma y se puso a esbozar algo en el papel.
Cuando llegó la policía, Olivia ya se había calmado bastante, sentada en la silla de la directora, aun moviendo el bolígrafo en su mano.
“No conozco a esa persona, nunca la había visto,” dijo ella.
La directora estaba visiblemente confundida. “¿Qué estará pasando por la cabeza de ese sujeto? Estamos en un orfanato, ¿qué sentido tiene secuestrarla? ¿Cuánto dinero podríamos tener?”
Olivia frunció los labios sin levantar la vista. “El tipo tenía un objetivo claro, iba directo por Celina. No era un secuestro, quería matarla.”
Al oír eso, la directora se tambaleó y Félix, como si recordara algo de repente, la miró. “Dijiste que hace unos días alguien estuvo preguntando sobre la niña.”
La directora asintió, aún más agitada. “No pensé que algo así pudiera pasar.”
Olivia ignoró su conversación y continuó:
“El tipo no tenía coche y como estamos tan alejados, no podía llevarse a la niña caminando, ni tampoco podría llevársela a otra ciudad para matarla. No hay camino al norte, al sur está la carretera, el orfanato está al oeste y al frente hay montañas. No tiene a dónde ir, solo le quedaba ir a las montañas de enfrente.”
Hablaba con claridad, sin rastro de pánico, con una frialdad inusual para alguien de su edad.
Los policías no pudieron evitar mirarla más de la cuenta y rápidamente organizaron un equipo de rescate hacia la
montaña.
En ese momento, Olivia le pasó el dibujo que había hecho al jefe del equipo policial.
“El secuestrador perdió su máscara cuando Celina la tiró, vi su cara, la similitud debe ser de más del 90%. La máscara que se le cayó está afuera del orfanato, junto a un coche negro, les será útil para investigar.”
El jefe extendió la mano para tomar el dibujo, pero otra mano interceptó el papel a mitad de camino.
Ginés echó un vistazo al retrato, cuyas facciones y ropa estaban claramente definidas.
Olivia lo miro friamente antes de tomar el vaso de agua que Félix le había preparado.
Sostenia el vaso con el agua aún humeante, pero su agarre no mostraba signo alguno de incomodidad.
Bebió un sorbo.
Pareció sentir el calor y frunció ligeramente el ceño.
Ginés le pasó el retrato a un policia y levantó la vista hacia Olivia.
“Si ya viste la cara del criminal, ¿por qué te dejó ir?”
Ella apretó el vaso en su mano y levantó la vista, mirando a Ginés desde el otro lado del escritorio.
*¿Así que te parece una lástima que haya vuelto?”
El chico frunció el ceño. “No es lo que piensas. Si yo fuera ese hombre, después de verme no te dejaría ir. No te daría la oportunidad de llamar a la policia.”
Olivia tomó otro sorbo de agua y sonrió con despreocupación.
“La verdad es que la odio, ¿sabes? No sabes cuánto me alegra ver a alguien que no soporto desaparecer delante de mis ojos.”
Ginés se puso serio. “¿Así que simplemente la viste ser llevada por el criminal?”
Ella rio. “¿¿Qué? ¿Acaso esperabas que la rescatara?”
Él guardó silencio.
“Dejando de lado si me cae bien o no, ¿crees que soy el tipo de persona que se sacrifica por los demás?”
“Tú misma dijiste que el hombre no quería dinero, solo quería matar a Celina.”
“¿Qué tiene que ver ella conmigo?”
Olivia interrumpió bruscamente, mirando fijamente a Ginés.
“El hecho de que haya podido volver y pensar en llamar a la policía para salvarla ya me hace sentir demasiado generosa. Ginés, por favor, no midas a los demás con tus propios estándares subjetivos, si no, estoy segura de que tendrás serios problemas de sociopatía en el futuro.”
Él la observó durante un largo rato y su voz se endureció.
“Siempre pensé que por mucho que aborrecieras a alguien, solo era cuestión de soltar palabras al viento, que jamás llegarías a herirla de verdad. Veo que me equivoqué contigo.”